Uno de cada cinco latinoamericanos vive en pobreza. No porque quisieran hacerlo, sino porque nunca tuvieron la posibilidad real de acceder a buenos empleos o a una educación de calidad y, posiblemente, porque sus necesidades básicas son tan apremiantes que eclipsan al resto de opciones.Para ellos, conseguir un trabajo estable y bien pagado es un lujo casi inalcanzable. Y cuando se embarcan en nuevos proyectos tienden a creer que fracasarán, que no están capacitados para hacer algo diferente, algo mejor.Ellos son los pobres crónicos, y debido a la falta de herramientas para superar la situación en la que se encuentran, tienen pocas expectativas de mejorar su condición de vida.El factor psicológico también juega en su contra. En un perverso círculo vicioso, cuanto más se enraízan en la pobreza, menos opciones consideran que tienen de superarla y menos creen en ellos mismos, según indica un nuevo informe. En esta entrevista, Ana Revenga, directora de la unidad de reducción de la pobreza del Banco Mundial, explica qué medidas pueden ayudar a romper la dinámica de la pobreza crónica en Latinoamérica.
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