El progreso tecnológico tiene el potencial de causar una disrupción significativa en los mercados laborales, pero también de crear nuevas oportunidades de empleo en Centroamérica y la República Dominicana. Los avances en maquinaria agrícola e industrial, computadoras y ahora inteligencia artificial (IA) han permitido que las máquinas realicen muchas tareas previamente hechas por las personas, lo que pone en riesgo los empleos.
Lejos de ser una fuerza puramente destructiva, el progreso tecnológico y la automatización pueden generar empleo. En entornos competitivos, la automatización puede crear puestos de trabajo a medida que las disminuciones de precios vinculadas a mejoras en la productividad generan una mayor demanda. La tecnología de la información y la comunicación (TIC) puede facilitar nuevos arreglos laborales que son beneficiosos para trabajadores y empresas.
De hecho, la transición de los países centroamericanos y de la República Dominicana (CADR) hacia el futuro del trabajo ha sido parcial, a pesar de la existencia de tecnología para automatizar muchas tareas y habilitar el trabajo remoto y en plataformas. El empleo está evolucionando hacia tareas no rutinarias asociadas con el futuro del trabajo en CADR, pero las rutinarias asociadas con las tareas del pasado aún dominan. El trabajo remoto aumentó durante la pandemia, pero ahora parece estar disminuyendo. El trabajo en plataformas está presente, pero representa una pequeña proporción del total de empleos en algunos países. En resumen, aunque puede parecen que muchos trabajadores podrían perder sus empleos a manos de las máquinas, una serie de factores relacionados con la estructura del empleo, las habilidades, el uso de la tecnología y la globalización significan que este riesgo no se ha materializado y es poco probable que lo haga en el corto plazo.
El desafío para los responsables de políticas en la región es equilibrar las políticas que permiten el progreso tecnológico y los beneficios que aportan, con la implementación de políticas que mitiguen los efectos de cualquier disrupción resultante. Desde una perspectiva del mercado laboral, emergen dos prioridades para aprovechar los beneficios del progreso tecnológico mientras se mitigan los aspectos negativos. Primero, será esencial desarrollar habilidades complementarias a las nuevas tecnologías. Segundo, la protección social y las políticas del mercado laboral necesitarán adaptarse a los nuevos arreglos laborales, por un lado, y a las disrupciones asociadas con el progreso tecnológico por el otro.