Debido a la fragilidad y los conflictos en curso en la región, el Grupo Banco Mundial dio a conocer en octubre de 2015 una nueva estrategia regional (i) para Oriente Medio y Norte de África.
Aunque las perspectivas de crecimiento son positivas a mediano plazo, la estrategia sigue teniendo validez ya que el Grupo Banco Mundial (GBM) se concentró en apoyar a los países de la región a recuperarse de la inestabilidad y sentar las bases para el crecimiento inclusivo.
En lugar de dar por hecho el conflicto y la violencia y tratar de evitarlos, el objetivo central de esta nueva estrategia, titulada "Inclusión económica y social para fomentar la paz y la estabilidad en Oriente Medio y Norte de África: Una nueva estrategia para el Grupo Banco Mundial", es promover la paz y la estabilidad social en la región de MENA.
La estrategia se basa en cuatro pilares (“las 4 R”) que responden tanto a las causas de fondo del conflicto y la violencia como a sus consecuencias, mediante intervenciones de desarrollo que promueven la inclusión y la prosperidad compartida. Los cuatro pilares de la estrategia son:
i) Renovación del contrato social para generar un nuevo modelo de desarrollo basado en una mayor confianza de la ciudadanía; una protección más efectiva de los pobres y vulnerables; una prestación de servicios responsable e inclusiva, y un sector privado más fuerte que pueda crear empleos y oportunidades para los jóvenes de la región;
ii) Cooperación regional, en particular en torno a los bienes públicos regionales y los sectores, como educación, agua y energía, para promover una mayor confianza y colaboración entre los países de la región;
iii) Resiliencia ante las crisis migratorias y de los refugiados apoyando el bienestar de los refugiados, los desplazados internos y las comunidades de acogida y poniendo énfasis en la generación de confianza y la creación de sus activos, y
iv) Reconstrucción y recuperación a través de un enfoque dinámico que incorpora a asociados externos, moviliza financiamiento a gran escala y avanza de la respuesta humanitaria al desarrollo de largo plazo donde y cuando los conflictos disminuyes.
Para implementar esta estrategia, el GBM depende en gran medida de la profundización y la ampliación de las alianzas con actores nacionales, regionales y mundiales, en particular las Naciones Unidas (ONU) y el Banco Islámico de Desarrollo (BIsD).
Con respecto al financiamiento, el GBM continuará ampliando sus inversiones en la región. Además de usar sus propios fondos, trabaja con la ONU y el BIsD para movilizar y aprovechar recursos mundiales a través de una nueva iniciativa de financiamiento de MENA a fin de responder a necesidades extraordinarias de financiamiento que tiene la región. Por último, la labor en materia de conocimiento del Banco (incluido el creciente Programa de Servicios de Asesoría Reembolsables) será de suma importancia apoyando y movilizando el apoyo a la estrategia y guiará (en vez de seguir) las decisiones de financiamiento.
FINANCIAMIENTO Y ESTUDIOS ANALÍTICOS RECIENTES
La demanda de financiamiento del Banco Mundial sigue creciendo en la región, pasando de USD 2800 millones en el ejercicio de 2014 a USD 5900 millones en el ejercicio de 2017. Los préstamos ascienden a un total de USD 4000 millones en lo que va del ejercicio de 2018. Esta demanda cada vez mayor es un reflejo del aumento de la fragilidad a partir de 2011 y es resultado de reformas económicas e inversiones cruciales muy necesarias en la región, que incluyen redes de protección social (Egipto, Túnez y Marruecos), obras de reconstrucción y reformas (Iraq), los flujos de refugiados (Jordania y Líbano) y los impactos de conflictos en curso (Yemen).
En el ejercicio de 2017, con un préstamo de USD 500 millones para el desarrollo local del Alto Egipto se respaldó a la región más vulnerable, y mediante un préstamo de USD 1000 millones para la consolidación fiscal y el sector de energía se apoyaron reformas a los subsidios e infraestructura del sector privado. El segundo préstamo representó un paso importante en la implementación del enfoque “maximizar el financiamiento para el desarrollo”, (i) cuyo objetivo es movilizar el sector privado y atraer recursos para financiar el desarrollo y, al mismo tiempo, optimizar el uso de recursos públicos escasos. En el ejercicio de 2018, se aprobó otro préstamo para la consolidación fiscal y el sector de la energía por un monto de USD 1150 millones y además un préstamo para el sector de educación por un monto de USD 500 millones.
El préstamo de USD 1400 millones otorgado a Iraq para la racionalización del gasto y el sector de energía apoyó la estabilidad macroeconómica y reformas en el sector energético y el sector privado. En lo que va del ejercicio de 2018, el país ha recibido dos préstamos por un total de USD 1100 millones para esfuerzos de reconstrucción, empresas de abastecimiento de agua ydos préstamos para la protección social. En el ejercicio de 2017, Yemen recibió cinco donaciones por un total de USD 783 millones para salud, educación y protección social.
Los proyectos enfocados en los refugiados y las comunidades de acogida incluyeron un préstamo en condiciones concesionarias de USD 249 millones para mejorar las oportunidades laborales en Jordania y otro similar para salud por USD 36 millones, a través del Servicio Mundial de Financiamiento en Condiciones Concesionarias (GCFF). También se respaldaron reformas en la educación en Jordania y el Líbano, con un préstamo de USD 147 millones. En el ejercicio de 2017, un préstamo para el sector vial por USD 154 millones generó empleo para los refugiados y las comunidades de acogida en el Líbano, y un préstamo de USD 100 millones para reformas educativas también se focalizó en ambos países.
El Banco Mundial ha publicado últimamente una serie de estudios analíticos sobre desafíos clave en la región, que enfrenta transiciones políticas y económicas importantes.
En la última edición del Monitor de la Economía de Medio Oriente Medio y Norte de África (i) se examinan las oportunidades que representan para la región los precios bajos del petróleo y la transición hacia energías renovables. La región puede aprovechar las nuevas tecnologías disponibles y las ventajas comparativas de estas para impulsar un nuevo motor de crecimiento y creación de empleo.
En The Toll of War: The Economic and Social Consequences of the Conflict in Syria (El costo de la guerra: Las consecuencias sociales y económicas del conflicto en Siria) (i) se analiza el impacto del conflicto desde 2017 y se concluye que las mayores pérdidas se deben a la interrupción de la actividad económica.
En Beyond Scarcity: Water Security in the Middle East and North Africa (Más allá de la escasez: La seguridad hídrica en Oriente Medio y Norte de África) (i) se indica que el suministro inadecuado de servicios de abastecimiento de agua y saneamiento representa un costo para la región de MENA de unos USD 2100 millones anuales en pérdidas económicas y se plantean medidas necesarias para mejorar la gestión y la distribución del agua.
En Shedding Light on Electricity Utilities in the Middle East and North Africa (Arrojar luz sobre los servicios de electricidad en Oriente Medio y Norte de África) (i) se sostiene que las mejoras en los servicios de energía eléctrica podrían cubrir el promedio de inversión que necesita de manera urgente el sector en la región, y que se estima en un 3 % del producto interno bruto (PIB).