Desafío
La mayoría de los 34 millones de contagiados con el VIH/sida vive en países en desarrollo. En 2011, unos 2,5 millones de habitantes se infectaron con el virus y 1,5 millones de personas murieron en el mundo por enfermedades asociadas, lo que representa un 24% menos de decesos que en 2005. África al sur del Sahara registra el 68% de todas las nuevas infecciones; casi la mitad de quienes fallecieron en 2010 a consecuencia de este mal vivía en África meridional. Incluso en lugares donde la prevalencia general del sida es baja, puede ser una carga pesada: es la principal causa de muerte prematura en Tailandia y China. Y si bien 8 millones de personas a lo largo del mundo reciben tratamiento en la actualidad, otros 7 millones que lo necesitan no pueden conseguirlo. Es más, por cada individuo que obtiene medicamentos, otros dos se infectan. Sin una prevención efectiva, el número de personas que requerirá atención se volverá insostenible.
Aunque los fondos para combatir la epidemia han aumentado enormemente en los últimos 10 años en todo el mundo (de US$1.600 millones en 2001 a US$16.800 millones en 2011), se mantiene una brecha de recursos y los que están disponibles se destinan principalmente a tratamiento. Con el aumento de las nuevas infecciones, será imposible mantener el nivel de inversión de los países y donantes para prevenir la enfermedad. Casi 90% del gasto en sida proviene de fuentes internacionales y la mayor parte de estos fondos se ve amenazada por la restricción presupuestaria que enfrentan Gobiernos y donantes, la caída en los ingresos familiares y el agravamiento de la seguridad alimentaria.
Solución
El enfoque del Banco Mundial ha evolucionado a la par con el cambiante panorama del VIH/sida. Cuando es posible, la institución participa en financiamiento colectivo con el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/sida (ONUSIDA) y otros asociados, a fin de asegurar que las respuestas sean más eficaces y eficientes en las regiones y países y además consecuentes con la visión de ONUSIDA: cero nuevas infecciones, cero muertes relacionadas con el mal y cero discriminación. Frente a las necesidades de un país, el Banco actúa dentro del marco de las estrategias de asistencia/alianza con ese país, las que consideran el apoyo de otros asociados y el financiamiento de los Gobiernos para prevenir efectivamente nuevas infecciones de VIH y cuidar y tratar a los contagiados. Además, entrega recursos para programas de control de la enfermedad y respalda a los países para “hacer más con menos”, mejorando la eficiencia, la eficacia y la sostenibilidad de las respuestas nacionales.
Por otra parte, el Banco apoya de manera específica el trabajo analítico en seis áreas relacionadas: i) mayor eficiencia en la asignación de la ayuda; ii) efectividad programática y técnica; iii) estudios de eficacia; iv) análisis de financiamiento y sostenibilidad; v) planificación estratégica nacional, y vi) financiación a través de donaciones y préstamos. También participa en sectores clave, como educación, transporte, energía e infraestructura, a fin de cubrir cualquier déficit en materia de prevención, cuidado y tratamiento del VIH y en su mitigación. Además, mediante sus conocimientos y recursos, la institución ayuda a los países a fortalecer los sistemas de salud: en el ejercicio de 2011, entregó US$3.000 millones para el sector (incluidos VIH, paludismo, tuberculosis y otras enfermedades), llegando a un total de US$24.000 millones desde el año 2000.