Desafío
A mediados de 2008, el mundo experimentó alzas abruptas en los principales precios de los alimentos. El índice respectivo del Banco Mundial aumentó en 60% en unos pocos meses (Gráfico 1). El valor internacional del maíz, el arroz y el trigo subió 70%, 180% y 120%, respectivamente, en comparación con mediados de 2007. Estos incrementos fueron inesperados y tuvieron gran impacto en los países en desarrollo. Según estimaciones del Banco, 105 millones de personas continuaron en la pobreza o se volvieron pobres en los países de ingreso bajo por este motivo.
Después de 2008, los precios mundiales de los alimentos aumentaron en dos ocasiones: la primera de ellas a principios de 2011. El Índice de precios de los alimentos del Banco Mundial, tras la caída de 30% desde mediados de 2008 hasta la misma fecha en 2010, repuntó considerablemente y volvió a alcanzar su punto máximo de 2008 en febrero de 2011 (Gráfico 1). La segunda ocasión fue a mediados de 2012. Esta vez, el índice del Banco subió 14% entre enero y agosto de 2012, debido a que los precios mundiales del maíz alcanzaron un máximo histórico en julio de 2012, superando los valores de 2008 y 2011, con alzas de 45% en un solo mes (desde mediados de junio de 2012).
Estas últimas dos alzas en los precios tuvieron también efectos negativos para los países en desarrollo, pero, en general, el impacto ha sido menor que en 2008. Esta situación se debió en gran parte a que muchos de estos países incrementaron su producción de cereales desde 2008 y redujeron los costos totales de sus importaciones, y también a que los precios del combustible y de los fertilizantes eran inferiores a los de 2008. Además, los países aprendieron la lección a partir de la respuesta a la primera crisis de los alimentos y reaccionaron con mayor rapidez a los últimos aumentos. Se estima que la carestía de los alimentos en 2011 afectó a entre 40 y 44 millones de personas en los países de ingreso bajo y mediano.
Las alzas generales de los precios agrícolas que perduran en el tiempo ponen de relieve las debilidades estructurales del sistema mundial de abastecimiento alimentario. Valores más altos a nivel mundial y la volatilidad de dichos precios se han convertido en un fenómeno de largo plazo, según análisis recientes realizados en el Informe de primavera 2011 del Comité para el Desarrollo, el Informe conjunto de las organizaciones internacionales para el Grupo de los Veinte (G-20) y el Informe sobre seguimiento mundial 2012 del Banco Mundial. Es probable que en el futuro inmediato se mantengan tanto los aumentos como la volatilidad de los precios, con una constante incertidumbre por el lado de la oferta, incluidos bajos niveles permanentes en las existencias de cereales, en contraposición con el incremento proyectado de la demanda y la baja capacidad de respuesta inherente a las crisis del sistema alimentario mundial. Dada su extensión, este fenómeno exige asimismo una respuesta de más largo plazo.
Solución
En 2008, parecía que retornaba una era de crisis alimentarias con reminiscencias de lo acontecido en las décadas de 1960 y 1970, situación que impulsó a los clientes a solicitar apoyo financiero de rápido desembolso y asistencia urgente en materia de políticas para hacer frente a la crisis de los precios de los alimentos sin crear más problemas en el futuro. Ello llevó al Banco Mundial a crear el GFRP, iniciativa que ofreció a los países alternativas a las políticas de respuesta a las emergencias alimentarias de los años setenta, muchas de las cuales involucraban cierre de fronteras, intervención estatal en los mercados de los alimentos e insumos y otras. Dichas medidas perduraron mucho tiempo, incluso después de mediados de la década de 1970, y desalentaron durante muchos años tanto a los pequeños agricultores como a las grandes inversiones agrícolas privadas. En 2008, los esfuerzos inmediatos del GFRP incluyeron impulsar la protección social, reforzar el espacio fiscal de los países afectados y mantener la producción de alimentos a corto y mediano plazo, con recursos no reembolsables destinados a las naciones más pobres y vulnerables. Con el tiempo, las necesidades de los países cambiaron y se hizo más importante lograr la resiliencia de los sistemas de producción de alimentos y protección social a los cambios en las circunstancias y, de este modo, la naturaleza de las donaciones del GFRP evolucionó paulatinamente para satisfacer estas demandas. A medida que se aprendieron lecciones importantes, estas se integraron en las actividades de asistencia a largo plazo del Banco en materia de agricultura y seguridad alimentaria, tal como se destaca en el rápido aumento del financiamiento habitual para fines agrícolas de la institución y el apoyo a largo plazo de los fondos fiduciarios destinados a la alimentación.
Sobre la base de la experiencia del Banco, el GFRP pudo financiar asistencia técnica autónoma, financiamiento de políticas de desarrollo y operaciones de inversión conforme a cuatro componentes: i) política de precios de los alimentos y estabilización del mercado; ii) medidas de protección social para garantizar el acceso a los alimentos y reducir al mínimo el impacto nutricional de la crisis en los pobres y vulnerables; iii) mejora de la respuesta en materia de producción y comercialización de alimentos a nivel nacional, y iv) apoyo a la ejecución, las comunicaciones y el seguimiento, y la evaluación. El Programa abarcó diversas fuentes de financiamiento, con un máximo autorizado sobre el uso de los fondos procedentes del Banco equivalente a US$1.200 millones en mayo de 2008, cifra que aumentó a US$2.000 millones en abril de 2009. Las fuentes de financiamiento incluyeron un fondo fiduciario de un solo donante (el Fondo fiduciario para hacer frente a la crisis del precio de los alimentos) por US$200 millones con cargo a la cuenta de superávit del BIRF, sumado a otros US$1.800 millones en el margen de maniobra para los préstamos por vía expedita de recursos existentes de la AIF y el BIRF ya disponibles para los países y varios fondos fiduciarios financiados con recursos externos que apoyan toda la gama de actividades que se ofrecen en el marco del GFRP.