Desafío
El cambio climático es una amenaza para la viabilidad de las estrategias de reducción de la pobreza y el logro del crecimiento inclusivo y existe el riesgo de que socave los avances en materia de desarrollo logrados con tanto esfuerzo en todas las regiones del mundo.
En Bajemos la temperatura, una reseña de los hallazgos científicos más recientes en materia de clima preparada para el Banco por el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático en 2012, se afirma que la temperatura mundial aumentará 4°C (7, 2°F) para fin de siglo y que los compromisos en cuanto a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) no modificarán mucho esta cifra. El informe entrega un panorama claro de los efectos devastadores en la agricultura, los recursos hídricos, los ecosistemas y la salud humana.
Un informe de seguimiento de 2013, centrado en los impactos del cambio climático en África al sur del Sahara, Asia meridional y Asia sudoriental, señala que si la temperatura de la Tierra aumenta en 2°C (3,6°F) —lo que puede ocurrir en unos 20 a 30 años— ese fenómeno causará situaciones generalizadas de escasez de alimentos, olas de calor sin precedentes y tormentas más intensas.
El informe Crear resiliencia, dado a conocer en noviembre de 2013, sostuvo que entre 1980 y 2012, las pérdidas a nivel mundial relacionadas con desastres totalizaron US$3800 millones. Alrededor del 87 % de los desastres declarados (18 200 eventos), el 74 % de las pérdidas (US$2800 millones), y el 61 % de las víctimas fatales (1,4 millones en total) fueron consecuencia de fenómenos meteorológicos extremos. El cambio climático tendrá el mayor impacto en las poblaciones más marginadas, porque estas suelen vivir en las zonas de más alto riesgo (por ejemplo, en África, el 72 % de la población urbana vive en asentamientos informales). Estas personas son también las que tienen menos capacidad para recuperarse de eventos recurrentes de baja intensidad, que pueden tener efectos paralizantes y acumulativos en los medios de subsistencia.
Estos informes ilustran el vínculo intrínseco entre el clima y la pobreza, y muestran que, aunque todas las regiones se verán afectadas, las menos capaces de adaptarse —las más pobres y vulnerables– serían las más perjudicadas.
Muestran que se necesita una respuesta mundial de igual magnitud que el problema. Es esencial intensificar tanto las medidas de adaptación como las de mitigación. En su labor relativa al crecimiento ecológico e inclusivo, el Banco ha mostrado que cuando la energía y los recursos naturales se utilizan de una manera más eficiente e inteligente, existen oportunidades para reducir notablemente el impacto del desarrollo en el clima sin desacelerar el ritmo de alivio de la pobreza o de crecimiento económico.
Solución
El cambio climático es una prioridad estratégica para el Grupo del Banco Mundial, como se establece en la Estrategia institucional del Grupo del Banco Mundial, (i) adoptada en octubre de 2013.
El Banco respalda las estrategias y prioridades de desarrollo impulsadas por los países y destinadas a integrar la capacidad de adaptación al cambio climático y los desastres en los planes de desarrollo nacionales, mientras los ayuda a aprovechar las nuevas oportunidades económicas, de creación de capacidades y de financiamiento que presenta el cambio climático. Todas las estrategias de alianza y asistencia a los países preparadas para el ejercicio de 2013 para los países de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) incluyen el aspecto del riesgo climático. En dicho ejercicio, aproximadamente el 80 % de las operaciones del GBM aprobadas que tenían beneficios en materia de cambio climático también consideraban los riesgos de desastres.
Una de las prioridades del Banco es ayudar a los países a planificar un futuro con bajas emisiones de carbono. Eso incluye centrar la atención en la creación de ciudades más ecológicas y con capacidad de adaptación al cambio climático mediante asistencia para la planificación con bajas emisiones de carbono, evaluaciones de eficiencia energética, y financiamiento. Otra área de interés es la agricultura climáticamente inteligente que mejore las cosechas para poder alimentar a una población mundial cada vez mayor, reduzca las emisiones, y aporte al almacenamiento de carbono. Además, el Banco está aumentando la eficiencia energética y las inversiones en energías renovables para ayudar a reducir el uso en el mundo de los combustibles fósiles con alto contenido de carbono.
Resultados
Para ayudar a los países clientes a mitigar las emisiones de GEI actuales y futuras y al mismo tiempo estimular el desarrollo, el Banco tiene una variedad de instrumentos y programas financieros que están dirigidos a diferentes sectores de la economía.
En colaboración con Noruega, el Banco está ampliando el enfoque de la agricultura climáticamente inteligente (i) en Etiopía, mediante un proyecto que desde 2008 ya ha recuperado más de 190 000 hectáreas de tierras agrícolas degradadas comunales y familiares en esta nación vulnerable a los efectos del cambio climático. El financiamiento ayudará a Etiopía a abordar las causas de la deforestación y, al mismo tiempo, “promoverá beneficios sociales para las comunidades locales”, dice el ministro de Agricultura, Sileshi Getahun.
En Kenya, 60 000 pequeños agricultores (i) están obteniendo créditos de carbono a cambio del uso de prácticas mejoradas de gestión de la tierra agrícola, tales como recuperación del suelo, acolchamiento y menor cantidad de labranza, las que ayudan a atrapar el dióxido de carbono en el suelo. Ellos venden los créditos de carbono al Fondo del Biocarbono, obteniendo hasta la fecha US$65 000. El Proyecto del Carbono en el Sector Agrícola en Kenya (ejercicio de 2011hasta el presente), el primero en su tipo, ya aumentó en tres años el rendimiento de los cultivos en 20 % para más de 1500 grupos de agricultores.
Otro proyecto de créditos de carbono destinado a la reforestación (i) que se realiza en Río de Janeiro, Brasil, está ayudando a revitalizar los vecindarios y a mejorar la salud pública, y al mismo tiempo captura cientos de toneladas de emisiones de dióxido de carbono y genera créditos para la ciudad. El Programa de Bajas Emisiones de Carbono de la Ciudad de Río de Janeiro, (i) lanzado por el Banco Mundial y la ciudad en Río+20 en 2012, medirá el impacto del clima y los créditos de carbono generados por la iniciativa. Dejair dos Santos, de 66 años, está plantando árboles en el barrio pobre Morra da Formiga y narra la historia de los niños que prendieron fuego a un camino local. “Mis colegas y yo reemplazamos el césped por árboles frutales nativos y organizamos un paseo de entretenimiento para crear conciencia en los niños”, dice. “A ellos les encantó”. Santos espera que cuando los niños crezcan, sigan con el trabajo de reforestación.
Mientras tanto, los proyectos apoyados por los bonos verdes del Banco Mundial incluyen una inversión de varios años de US$500 millones en Turquía, destinada al desarrollo de fuentes privadas de energía renovables locales. También cubre mejoras en materia de eficiencia energética en las industrias del hierro y el acero de este país. En mayo de 2013, la inversión ya estaba dando como resultado una reducción de casi 1,5 millones de toneladas de dióxido de carbono al año (i) mediante 29 proyectos de eficiencia energética y 44 proyectos de energías renovables.
Con relación a la adaptación al cambio climático, el Banco también está intensificando sus esfuerzos para integrar la gestión del riesgo de desastres en las medidas a largo plazo con el fin de que las naciones vulnerables mejoren su resiliencia a la variabilidad climática y a los riesgos de desastres.
En el Caribe, el Fondo de Seguro contra Riesgos de Catástrofes para el Caribe (i) ha realizado pagos por US$32 millones desde 2008 para cubrir las reclamaciones de ocho países afectados por desastres naturales; todos los desembolsos se hicieron dentro de las tres semanas después del evento catastrófico.
De manera similar, para las Islas del Pacífico, se creó en 2013 el Fondo contra Riesgos de Catástrofe para el Pacífico con el fin de proporcionar herramientas de evaluación del riesgo de desastres y aplicaciones técnicas y financieras prácticas destinadas a reducir y mitigar la vulnerabilidad de los países ante los desastres naturales. En el ejercicio de 2013, el Banco realizó la primera transacción de seguros en mercados de capitales que cubren riesgos de tsunamis para ayudar a cinco países insulares del Pacífico (Islas Marshall, Samoa, Islas Salomón, Tonga y Vanuatu) a obtener seguros contra catástrofes naturales.
Contribución del Grupo del Banco Mundial
Para el ejercicio de 2013, se espera que unos US$3000 millones en compromisos de financiamiento del Banco Mundial proporcionen beneficios asociados a la adaptación, de los cuales poco más de US$2000 millones fue aportado por la AIF y casi US$900 millones por el BIRF. Más de US$4000 millones en el ejercicio de 2013 proporcionarán beneficios asociados a la mitigación; US$1800 millones del BIRF y US$2300 millones de la AIF. La Corporación Financiera Internacional (IFC), la institución del Grupo del Banco Mundial dedicada al sector privado, comprometió casi US$2500 millones para mitigación, lo que significa un aumento de casi US$900 millones.
Algunos aspectos destacados de las contribuciones del Grupo del Banco Mundial son:
- 82 proyectos en 50 países: 24 tienen cobeneficios de adaptación, 39 tienen cobeneficios de mitigación y 19 tienen ambos.
- Con US$2300 millones, la energía limpia siguió siendo la principal proporción de la ayuda del Banco en materia de mitigación en el ejercicio de 2013.
- Con US$910 millones, el abastecimiento de agua, el saneamiento y la protección contra inundaciones representó un tercio del financiamiento para la adaptación en el ejercicio de 2013 y una parte cada vez mayor del compromiso del sector en términos de apoyo a la adaptación (un 40 %), lo que demuestra la integración de la adaptación y la gestión del riesgo de desastres.
- La mayor parte del compromiso de US$2500 millones de IFC se destinó a la mitigación, representando las energías renovables y la eficiencia energética el 89 % del total.
IFC y el BIRF son los principales emisores mundiales de bonos verdes que apoyan proyectos relacionados con el clima. El Departamento de Tesorería del Banco Mundial emitió US$5300 millones a través de 61 bonos y 17 monedas, (i) y la Tesorería de IFC emitió otros US$3400 millones, incluyendo dos ofertas de referencia de US$1000 millones en 2013.
El Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA), (i) también miembro del Grupo del Banco Mundial, está trabajando con instituciones financieras para ayudar a fortalecer los mercados de capital y financieros y llegar a clientes más pequeños. En el ejercicio de 2013, el MIGA emitió US$1000 millones en garantías, financiando ocho proyectos que contribuyen a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Estos proyectos incluyen un parque eólico y una plantación de bambú (i) en Nicaragua; proyectos de energía en Bangladesh, (i) Angola, (i) Côte d’Ivoire (i) y Uganda; (i) transporte en transbordador en Turquía, (i) y una planta de tratamiento de aguas residuales en Jordania. (i)