Desafío
Para los 54 países costeros e insulares de ingreso bajo y mediano bajo que son clientes del Banco Mundial, casi dos tercios de sus territorios totales están constituidos por océanos (según la definición de las zonas económicas exclusivas de alta mar). Para muchas de estas naciones, el espacio oceánico es una fuente clave de bienes y servicios que pueden ayudar a poner fin a la pobreza extrema y promover la prosperidad compartida. Por ejemplo:
- Las aguas de los países de África occidental, desde Mauritania a Ghana, producen 1,6 millones de toneladas de pescado al año, contribuyendo a la subsistencia de más de 3,2 millones de personas, casi el 10 % del producto interno bruto (PIB) de Guinea-Bissau y Sierra Leona, y proporcionando más del 40 % de la ingesta de proteína animal en Gambia, Ghana, Guinea, Senegal y Sierra Leona.
- El Triángulo de Coral entre Indonesia, Malasia, Papua Nueva Guinea, Filipinas, las Islas Salomón y Timor-Leste contiene uno de los niveles más altos de biodiversidad del planeta, equiparable a la selva tropical amazónica, incluyendo el 76 % de todas las especies de coral conocidas y más de 3000 especies de peces; más de 120 millones de personas en la región dependen directamente de los recursos marinos para obtener ingresos, medios de vida y alimentos (solo la pesca relacionada con los arrecifes de coral en Indonesia y Filipinas tiene un valor de aproximadamente US$2200 millones al año, y el turismo de los arrecifes se valora en otros US$258 millones anuales).
- La región de las Islas del Pacífico, que incluye a pequeños Estados insulares en desarrollo que son clientes del Banco, suministra un tercio de la producción mundial de atún , con un valor de primera venta de más de US$4000 millones.
Un océano saludable también es fundamental para los esfuerzos mundiales destinados a mitigar el cambio climático. El océano es un gran sumidero de emisiones provocadas por las actividades humanas y absorbe el 25 % del CO2 adicional que se suma a la atmósfera terrestre debido a la quema de combustibles fósiles. Por ejemplo, los sumideros de “carbono azul” como los bosques de manglares, los lechos de algas marinas y otros hábitats oceánicos dotados de vegetación pueden secuestrar hasta cinco veces la cantidad de carbono absorbida por los bosques tropicales.
Sin embargo, muchos de los océanos no son saludables y están contribuyendo bastante menos de lo que podrían al esfuerzo mundial de reducir la pobreza e impulsar la prosperidad compartida. Esto se debe en gran parte a las actividades de las personas que disminuyen la capacidad de los sistemas naturales subyacentes para proporcionar niveles óptimos de servicios de los ecosistemas. Los ecosistemas marinos están cambiando a una velocidad y escala sin precedentes desde el surgimiento de la civilización moderna, principalmente a causa de los factores antropogénicos que resultan de la incapacidad de las instituciones para gestionar de forma sostenible las acciones humanas.
Los cuatro principales factores antropogénicos de cambios en los ecosistemas oceánicos, como resultado de deficiencias institucionales son:
- Pesca excesiva: las mejoras tecnológicas junto con el libre acceso a los recursos pesqueros han llevado a que aproximadamente un tercio de los recursos pesqueros oceánicos del mundo estén sobreexplotados o agotados. Se calcula que la capacidad de pesca es 2,5 veces mayor que los niveles sostenibles de captura. A través del análisis, realizado por el Programa Mundial para la Pesca Sostenible (PROFISH), el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se estimó en 2009 que las pérdidas de potenciales beneficios económicos provenientes de la pesca marina podrían sumar en un año unos US$50 000 millones.
- Contaminación: el uso de abonos nitrogenados se quintuplicó desde 1960, pero prácticamente el 50 % del nitrógeno aplicado se pierde en el medioambiente, en función de cuán bien se maneje este uso. Gran parte de este exceso se desliza hacia los ríos y arroyos y, eventualmente, los océanos, lo que resulta en la proliferación de algas que consumen la mayor parte del oxígeno del agua. Esto tiene efectos adversos sobre la vida marina, provocando las “zonas muertas”. En la actualidad, se calcula que hay 405 zonas de este tipo en los océanos en todo el mundo, que cubren 246 000 kilómetros cuadrados, un área mayor que la de Gran Bretaña.
- Pérdida o conversión de hábitats (por ejemplo, desarrollo y deforestación costera, pesca con dinamita y minería): las zonas oceánicas están experimentando algunos de los cambios ambientales más rápidos del planeta. Se estima que el 35 % de los manglares de los países que tienen datos al respecto se perdió o se convirtió entre 1985 y 2005 y al menos el 20 % de los arrecifes de coral de todo el planeta ha sido destruido en las últimas décadas, mientras que otro 20 % ha sido degradado.
- Cambio climático y acidificación oceánica: en las próximas décadas y siglos, la salud de los océanos estará sometida a un estrés creciente por el aumento de la temperatura del agua, la acidificación y la desoxigenación oceánica de maneras que apenas se están comenzando a entender. El blanqueamiento de los corales, causado por el calentamiento del océano, ya está afectando a grandes extensiones de arrecifes coralinos tropicales, que albergan al 25 % de la biodiversidad marina.
Soluciones
Aunque las actividades humanas están impulsando cambios negativos en la capacidad de la vida oceánica para contribuir al crecimiento económico mundial, también pueden generar transformaciones positivas para revertir esta tendencia y reconstruir el capital natural de los océanos. La mayoría de estas acciones se produce en el contexto de las instituciones que gobiernan la forma en que los servicios de los ecosistemas oceánicos son valorados y utilizados. Por esta razón, el Banco Mundial apoya a los países en desarrollo en sus esfuerzos destinados a fortalecer y reformar las instituciones que se necesitan para mejorar las prestaciones y los servicios que los océanos saludables pueden proporcionar, y garantizar que estos beneficios contribuyan a la reducción de la pobreza y a la prosperidad compartida. Este respaldo se rige, en general, por cinco principios:
- Medios de sustento sostenibles, equidad social y seguridad alimentaria, haciendo hincapié en la importancia de los ecosistemas marinos para proporcionar bienes y servicios esenciales que son la base de subsistencia de millones de personas, la equidad social y la seguridad alimentaria;
- Océanos saludables y uso sostenible de los recursos marinos y costeros, garantizando que las inversiones contribuyan al mantenimiento, recuperación y mejora de los ecosistemas marinos y costeros, y reconociendo al mismo tiempo que las personas son una parte esencial del ecosistema mundial;
- Sistemas eficaces de buen gobierno que den respaldo a sistemas innovadores que proporcionen incentivos a los líderes del sector público y privado en todos los niveles para que fomenten los océanos saludables y el bienestar de la comunidad;
- Viabilidad a largo plazo, realizando inversiones que sean económicamente viables, social y ecológicamente sostenibles, y promuevan resultados positivos y autosostenibles, especialmente cuando termine el financiamiento de transición u otra asistencia de la Alianza Mundial a favor de los Océanos (GPO, por sus siglas en inglés), y
- Creación de capacidades e innovación, con el objetivo de aprovechar el conocimiento local y desarrollar soluciones innovadoras, capacidad de recursos humanos, herramientas educativas y estrategias operativas, así como nuevos vehículos de financiamiento y políticas.
Guiado por estos principios, el Banco Mundial proporciona unos US$1000 millones en financiamiento para la pesca y acuicultura sostenibles, y medidas de conservación y mejora de los hábitats naturales costeros y oceánicos. Esta cartera se puso en marcha en 2005 con el apoyo del Programa Mundial para la Pesca Sostenible (PROFISH) (i) que proporciona conocimientos de alcance mundial y apoyo para el desarrollo de una serie de inversiones en la pesca y la acuicultura. Recientemente, el Banco ha ampliado aún más estos esfuerzos, mediante el impulso de una Alianza Mundial a favor de los Océanos (GPO), (i) destinada a reducir los obstáculos que tienen los países para acceder al financiamiento y los conocimientos que necesitan para hacer inversiones que armonicen la salud de los océanos con el bienestar humano, que incluyan una oferta sostenible de pescados y mariscos y medios de subsistencia proveniente de la pesca de captura y la acuicultura, la conservación o mejora de los hábitats costeros clave y la biodiversidad, y la reducción de la contaminación de los océanos. Asimismo, el Banco proporciona unos US$5400 millones en financiamiento para infraestructura costera (por ejemplo, manejo de residuos), gestión de cuencas hidrográficas y otras actividades que ayudan a reducir el volumen de la contaminación que ingresa en las aguas costeras de los países.
En 2012-13, el Banco elaboró una serie de informes para apoyar las actividades de financiamiento relacionadas con los océanos, entre ellos: Fish to 2030 (Sector pesquero en 2030), que se centra en los cambios en la demanda (y la oferta) mundial de pescado en las próximas décadas; Growing Aquaculture in Sustainable Ecosystems (Crecimiento de la acuicultura en los ecosistemas sostenibles), que pone de relieve la ordenación de zonas de acuicultura adaptada localmente; Evaluation of New Fishery Performance Indicators (FPI, por sus siglas en inglés) (Evaluación de nuevos indicadores de desempeño pesquero), y Hidden Harvest, the Global Contribution of Capture Fisheries (Cosecha oculta, la contribución mundial de la pesca de captura), que describe las pesquerías en pequeña y gran escala del mundo. Además, un informe de un panel de especialistas convocado y respaldado por el Banco Mundial titulado Indispensable Ocean: Aligning Ocean Health and Human Well-Being (Océano indispensable: Armonizar océanos saludables con el bienestar humano). Este panel incluye a 21 líderes empresariales, conservacionistas, gubernamentales y de círculos académicos, para proporcionar orientación a la Alianza Mundial a favor de los Océanos y la comunidad oceánica mundial en general.