Desafío
Tres cuartas partes de la población filipina vive en áreas rurales. A pesar de los enormes recursos que se destinan a la prestación de servicios locales, muchos barangayes (aldeas) pobres tienen pocas oportunidades de participar en las decisiones sobre cómo y dónde se gastan los fondos. Es común que la gente no sepa incluso en qué se gasta el dinero. Empoderar a las comunidades marginadas a través de enfoques de desarrollo impulsados por la comunidad permite que los pobladores tomen sus propias decisiones respecto de la identificación, la elaboración, la ejecución y el seguimiento de las iniciativas de desarrollo, en concordancia con sus propias prioridades.
Solución
El proyecto ayuda a las comunidades pobres a desarrollar las competencias necesarias y les entrega recursos para seleccionar, ejecutar y sostener subproyectos comunitarios de infraestructura a menor escala, como caminos pequeños, puentes peatonales, abastecimientos de agua, escuelas, consultorios y actividades de emprendimiento comunitario, entre otros. También permite a los pobres tener voz en el proceso de desarrollo al fijar pautas claras de participación, responsabilidad y transparencia. Las comunidades aprenden, además, cómo comprometer con mayor eficacia a sus gobiernos locales al movilizar asistencia técnica y financiera además de apoyo para abordar las prioridades de desarrollo locales.
Con el KALAHI-CIDSS, las comunidades rurales se hacen responsables de su propio desarrollo.