Desafío
En los últimos años, el crecimiento económico de Camerún se ha fortalecido, además de mostrar capacidad de adaptación ante la crisis del precio del petróleo. El crecimiento del producto interno bruto (PIB) nacional se aceleró, del 4 % en 2011 al 6,2 % en 2015, y se espera que se mantenga en ese nivel entre 2016 y 2018. Sin embargo, este desempeño de la economía depende en gran medida de un ambicioso programa de inversiones públicas, que será cada vez más difícil de mantener, y no se sustenta lo suficiente en el crecimiento impulsado por el sector privado. Recientemente, el déficit fiscal aumentó a cerca del 5 % del PIB, haciendo subir la deuda pública a una cifra equivalente al 30 % del PIB. Se pronostica que la deuda del sector público seguirá subiendo en los próximos años, lo que junto a los menores ingresos por concepto de exportación de petróleo provocó una baja en la última evaluación de la sostenibilidad de la deuda (alto riesgo en el Análisis de sostenibilidad de la deuda de noviembre de 2015). El sólido crecimiento económico no se ha traducido en una reducción de la pobreza (en parte debido al elevado aumento de la población y a las grandes desigualdades sociales y geográficas). Las tasas de pobreza disminuyeron muy poco entre 2001 y 2014, bajando del 40,2 % al 37,5 % y registrándose sorprendentes y mayores desigualdades regionales: los niveles de pobreza en las regiones rurales del norte y del extremo norte del país llegan al 72 % y en ellas vive el 55,8 % de los pobres, mientras que en las zonas urbanas la pobreza llega al 4,8 % (3,2 % de los pobres). Camerún aún no logra ninguno de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM), a excepción del ODM relativo a la matrícula en la escuela primaria.
En el futuro, el país tiene que abordar estos desafíos. En primer lugar, debe estimular el crecimiento impulsado por el sector privado para lo cual tendrá que mejorar el entorno para las empresas y la gestión sectorial; reducir el costo de los insumos (por ejemplo, energía, transporte y telecomunicaciones) y tener una fuerza laboral más calificada. En segundo lugar, y si bien se requiere un mayor esfuerzo en materia de infraestructura para apoyar el crecimiento del sector privado, el gasto público debe gestionarse de manera más eficiente y estratégica, y depender aún en mayor medida de las complementariedades con el sector privado. Otro aspecto fundamental será aprovechar al máximo los beneficios de las obras de infraestructura a través de reformas a los sectores pertinentes. Por último, el país debería realizar esfuerzos específicos en materia de reducción de la pobreza para encarar las múltiples trampas de la pobreza que afectan a las regiones septentrionales. Estos esfuerzos deberían concentrarse en: i) aumentar la producción y la productividad agrícolas, ii) mejorar los resultados en materia de educación y salud, iii) proveer mayor acceso a infraestructura básica, y iv) brindar redes de seguridad social hasta que mejoren las condiciones en general. La mala gestión de gobierno es un asunto que atañe a todas estas áreas y representa un desafío importante para el desarrollo de Camerún, puesto que afecta tanto las transacciones económicas como la prestación de servicios y, por ende, los resultados en materia de desarrollo.
Estrategia
La estrategia sobre el crecimiento y el empleo de Camerún (un documento denominado en francés Document de Stratégie pour la Croissance et l’Emploi, o DSCE, es equivalente a una estrategia de lucha contra la pobreza), que abarca el período comprendido entre 2009 y 2019, se basa en el documento de planificación a largo plazo del Gobierno de Camerún titulado “Visión 2035”.
La anterior estrategia de asistencia al país del Banco Mundial (ejercicios de 2010-14) se alineó con el documento DSCE, y con la visión y las prioridades de desarrollo que estableció Camerún. Se concentró en el aumento del nivel de competitividad del país y el mejoramiento de la provisión de servicios. El apoyo prestado por el Banco Mundial para mejorar la competitividad se basó en tres ejes principales: i) una mayor inversión en infraestructura en los sectores de energía, transporte y telecomunicaciones; ii) actividades dirigidas a garantizar el uso transparente, igualitario y sostenible de los recursos naturales, entre ellos la minería, la agricultura, la pesca y las áreas protegidas, y iii) la promoción de cadenas de valor de alto potencial y un mejor clima para las empresas. La integración regional es una parte fundamental de este eje, debido a la importante función que cumple en el mejoramiento de la competitividad.
El apoyo prestado por el Banco Mundial para mejorar la provisión de servicios se orientó hacia tres áreas principales: i) desarrollo humano para mejorar la eficiencia y la rendición de cuentas del sector de la educación y aumentar la calidad de los servicios de salud; ii) protección social para ayudar a crear un sistema eficiente de redes de seguridad social sobre la base de programas específicos, y iii) desarrollo local para aumentar el acceso a servicios básicos a través de una mejor infraestructura y el fortalecimiento de la capacidad para una mejor gestión de gobierno a nivel local. La estrategia contenía, además, un tema transversal: el buen gobierno. Las orientaciones contenidas en la estrategia anterior se siguieron implementando durante un periodo intermedio que se usó para elaborar un diagnóstico sistemático del país, que fue presentado al Directorio Ejecutivo en junio de 2016. La redacción del próximo marco de alianza con el país (para los ejercicios de 2017-2021) está en proceso de finalización y abordará los desafíos fundamentales identificados en el mencionado diagnóstico.