Desafío
A pesar de un descenso en la incidencia de la pobreza a partir de fines de la década de 1990, en 2006 alrededor del 60 por ciento de la población boliviana seguía viviendo en la pobreza. La tasa de pobreza entre niños y jóvenes supera el promedio nacional, llegando al 80 por ciento entre niños menores de cinco que viven en áreas rurales. La falta de acceso a servicios de salud y nutrición de calidad elevó el nivel de vulnerabilidad entre poblaciones pobres y rurales. En 2003, la desnutrición crónica afectaba a un tercio de los niños bolivianos menores de cinco años; el 42 por ciento de ellos vivía en áreas rurales, donde la tasa de mortalidad infantil llegaba a 86 por cada 1000 nacidos vivos. Los efectos sobre los niños de bajo ingreso de un deficiente estatus nutricional durante la infancia fueron agravados por una educación básica y secundaria de baja calidad, e insuficiente más adelante en sus vidas, lo que derivó en desventajas considerables entre aquellos jóvenes bolivianos que ingresaban al mercado laboral. Si bien el desempleo urbano promedio era del 8 por ciento en 2005, el desempleo entre jóvenes de entre 18 y 24 llegaba a más del 18 por ciento, y casi el doble entre la población pobre.
Enfoque
El Proyecto Invertir en los Niños y Jóvenes ayudó al gobierno boliviano a fortalecer la efectividad de su sistema de protección social respaldando el diseño, financiamiento y puesta en práctica de dos intervenciones insignia centradas en la población más pobre del país y sus niños y jóvenes más vulnerables. La primera, el Bono Juana Azurduy (BJA), anteriormente llamado Programa de Protección Social para Madres e Hijos, provee transferencias en efectivo a familias con mujeres embarazadas o madres con niños menores de dos años sin seguro médico. El BJA está diseñado para brindar un incentivo a familias extremadamente pobres para que inviertan en la salud y nutrición de sus hijos pequeños y proporcionar un respaldo financiero para incrementar el consumo de alimentos de los hogares beneficiarios. El proyecto financió la prestación del BJA en 107 de los municipios más vulnerables, apoyando la gestión, supervisión y evaluación general del programa.
La segunda intervención del programa, Mi Primer Empleo Digno (MPED), antes conocido como Programa Primer Empleo, apunta a elevar la empleabilidad de los jóvenes de bajos recursos que viven en áreas pobres urbanas y periurbanas y que al menos hayan finalizado el segundo año de educación secundaria, brindando oportunidades para la capacitación técnica y una primera experiencia laboral. El proyecto respaldó la implementación del programa MPED en las seis ciudades más grandes de Bolivia.