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Última actualización – 16 de diciembre de 2024

 

La inflación interna de los precios de los alimentos sigue siendo alta en muchos países de ingreso bajo y mediano. Una inflación superior al 5 % se registra en el 68,8 % de los países de ingreso bajo (1,2 puntos porcentuales más bajos desde la última actualización del 15 de noviembre de 2024), el 46,7 % de los países de ingreso mediano bajo (1,1 puntos porcentuales más bajos), el 33 % de los países de ingreso mediano alto (3,0 puntos porcentuales más bajos) y el 10,9 % de los países de ingreso alto (1,8 puntos porcentuales más altos). En términos reales, la inflación de los precios de los alimentos superó la inflación general en el 59,8 % de los 164 países que aportan datos.

Descargar la última reseña sobre el aumento de la inseguridad alimentaria y las respuestas del Banco Mundial (PDF, en inglés)

Desde la última actualización del 15 de noviembre de 2024, los índices de los precios agrícolas, de exportación y de los cereales subieron un 12 %, un 25 % y un 1 %, respectivamente. Una marcada alza de los precios del cacao y el café, que subieron un 28 % y un 26 %, respectivamente, impulsaron el aumento del índice de precios de exportación. Los precios del maíz y el trigo subieron un 3 % y un 2 %, respectivamente, y los precios del arroz bajaron un 2 %. En términos interanuales, los precios de todos los cereales fueron menores en noviembre que hace un año: 9 % más bajos (el maíz), 10 % más bajos (el arroz) y 2 % más bajos (el trigo). Los precios del maíz y el arroz son un 14 % y un 26 % más altos, respectivamente, que en enero de 2020, mientras que los precios del trigo son un 1 % más bajos. (Véanse los datos de la “hoja rosada” [i] sobre los índices de precios de los productos básicos agrícolas y de los precios de los alimentos básicos, que se actualizan mensualmente).

En el informe de seguimiento del mercado de diciembre de 2024 (i), el Sistema de Información sobre los Mercados Agrícolas (SIMA) (i) señala que los precios mundiales del trigo, el maíz, el arroz y la soja son más bajos que en 2023, y que se han observado reducciones significativas en todas las categorías. Ello es reflejo de un mercado mundial relativamente estable para la actual temporada de comercialización, aunque persiste la incertidumbre. Las condiciones climáticas en 2024, año que se prevé será el más cálido jamás registrado, han influido de diversas maneras en los rendimientos de los cultivos. Aunque algunas regiones se beneficiaron, otras enfrentaron desafíos, lo que puso de relieve la vulnerabilidad de los sistemas agrícolas a las anomalías meteorológicas.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señala en la edición de noviembre de 2024 de su informe semestral Perspectivas alimentarias que se observan diversas tendencias en la producción mundial de alimentos de distintos productos básicos. Según las proyecciones, la producción de trigo, maíz y azúcar disminuirán, mientras que aumentará la producción de lácteos, recursos pesqueros, carnes, oleaginosas y arroz. Estos cambios tienen repercusiones en el consumo mundial, el comercio y los niveles de existencias, aunque la producción de alimentos sigue siendo muy sensible a las alteraciones causadas por condiciones meteorológicas adversas, conflictos geopolíticos y reformas normativas. Los mencionados factores amenazan el equilibrio entre la oferta y la demanda, lo que podría socavar la seguridad alimentaria mundial. En el informe Perspectivas alimentarias también se describen cambios significativos en el mercado de fertilizantes. Tras un 2022 difícil, caracterizado por los altos costos y la producción limitada, en 2023 se observó una notable recuperación. En 2024, se espera que la producción de nitrógeno se mantenga estable, la producción de fosfato disminuya ligeramente y el potasio continúe su trayectoria de crecimiento. Los precios más bajos del gas natural, un insumo clave para los fertilizantes nitrogenados, han sido decisivos en la estabilización de los costos de producción.

De acuerdo con las Perspectivas mundiales 2025 del Programa Mundial de Alimentos (PMA) (i), unos 343 millones de personas sufren inseguridad alimentaria aguda en los 74 países donde implementa operaciones el PMA, un 10 % más que en 2023 y casi 200 millones más que antes de la pandemia. Se estima que 1,9 millones de personas están al borde de la hambruna en 2024, principalmente en Gaza y Sudán, pero también en Haití, Malí y algunas zonas de Sudán del Sur. Los conflictos, los factores económicos y el clima siguen siendo los principales factores que impulsan la inseguridad alimentaria, ya que el 65 % de las personas que sufren inseguridad alimentaria aguda viven en situaciones frágiles o afectadas por conflictos.

Después de la invasión de Rusia a Ucrania, se ha incrementado el número de políticas comerciales impuestas por los países. La crisis alimentaria mundial ha empeorado, entre otras cosas, por el creciente número de restricciones al comercio de alimentos y fertilizantes establecidas por los países con el objetivo de aumentar la oferta interna y reducir los precios. Hasta diciembre de 2024, 17 países han aplicado 22 prohibiciones a la exportación de alimentos, y 8 han implementado 12 medidas que limitan las exportaciones.


Labor del Banco Mundial

La cartera de seguridad alimentaria y nutricional abarca 90 países, e incluye tanto intervenciones a corto plazo, entre ellas la ampliación de programas de protección social, como proyectos de resiliencia a largo plazo, por ejemplo, iniciativas sobre el aumento de la productividad y la agricultura climáticamente inteligente. Se espera que las acciones del Banco beneficien a 296 millones de personas. A continuación se mencionan algunos ejemplos:

  • En Honduras, la serie de proyectos de competitividad rural (i) (COMRURAL II y III) tiene como objetivo generar actividad empresarial y oportunidades de empleo, promoviendo al mismo tiempo una estrategia que tiene en cuenta el clima y es inteligente desde el punto de vista nutricional en las cadenas de valor agroalimentarias. Hasta la fecha, el programa ha beneficiado a unos 6287 pequeños productores rurales (de los cuales el 33 % son mujeres; el 15 %, jóvenes y el 11 %, indígenas) de café, hortalizas, productos lácteos, miel y otros productos básicos, quienes han tenido acceso a mejores conexiones con los mercados y han podido adoptar tecnologías agrícolas más avanzadas. La iniciativa ha creado, además, 6678 nuevos empleos.
  • En este mismo país, el Proyecto de Seguridad Alimentaria en el Corredor Seco (i) (PROSASUR) procura mejorar la seguridad alimentaria de los hogares rurales empobrecidos y vulnerables en el Corredor Seco de Honduras. Este proyecto ha apoyado a 12 202 familias extremadamente vulnerables a través de subproyectos agrícolas inteligentes con respecto a la nutrición, planes de seguridad alimentaria, planes de nutrición comunitaria, y educación sobre nutrición e higiene. En la población beneficiaria, el 70 % de los niños menores de 5 años y sus madres ahora tienen un puntaje de diversidad dietética de al menos 4 (es decir, consumen como mínimo alimentos de cuatro grupos alimentarios).
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios para África Oriental y Meridional (i) por valor de USD 2750 millones ayuda a los países de África oriental y meridional a aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios de la región y su capacidad para abordar la creciente inseguridad alimentaria. En su tercera fase, el programa reforzará la respuesta interinstitucional ante la crisis alimentaria e impulsará también los esfuerzos a mediano y largo plazo para lograr una producción agrícola resiliente, el desarrollo sostenible de los recursos naturales, la ampliación del acceso a los mercados y una formulación de políticas con mayor énfasis en la resiliencia de los sistemas alimentarios.
  • Un crédito de USD 95 millones de la AIF (i) para el Proyecto de Comercialización Agrícola de Malawi (AGCOM) busca incrementar el comercio de determinados productos de la cadena de valor de la agricultura y proporcionar una respuesta inmediata y eficaz en caso de una crisis o emergencia admisible.
  • La donación de USD 200 millones de la AIF para Madagascar (i) apunta a fortalecer la prestación de servicios descentralizada, modernizar el suministro de agua, restaurar y proteger los paisajes, y aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios y los medios de subsistencia en la zona del Gran Sur del país expuesta a la sequía (i).
  • Un crédito de USD 60 millones para el Proyecto de Desarrollo Comunitario Integrado (i) permite trabajar con refugiados y comunidades de acogida en cuatro provincias del norte de Burundi para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional, construir infraestructura socioeconómica y respaldar el desarrollo de las microempresas a través de un enfoque participativo.
  • El Proyecto de Apoyo a la Iniciativa Regional de Riego en el Sahel (i), por valor de USD 175 millones, ayuda a generar resiliencia y aumentar la productividad de las actividades agrícolas y pastorales en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Senegal. Más de 130 000 agricultores y miembros de comunidades de pastores resultan beneficiados con iniciativas de riego de pequeña y mediana escala. Además, se está creando una cartera de proyectos de inversión en riego financiables que abarca alrededor de 68 000 hectáreas, y que se enfoca en el riego de mediana y gran escala en la región del Sahel.
  • A través del Proyecto de Respuesta de Emergencia frente a la Seguridad Alimentaria (i) en la República Centroafricana, por valor de USD 50 millones, 329 000 pequeños agricultores han recibido semillas, herramientas agrícolas y capacitación en técnicas agrícolas y de poscosecha para impulsar la producción de cultivos y aumentar su resiliencia a los riesgos climáticos y a los conflictos.
  • El Proyecto de Seguridad Alimentaria de Emergencia en Guinea-Bissau (i), de USD 15 millones, ayuda a aumentar la producción agrícola y el acceso a los alimentos a las familias vulnerables. Más de 72 000 agricultores han recibido semillas resistentes a la sequía y de alto rendimiento, fertilizantes, equipos agrícolas, y vacunas para el ganado en el marco del programa nacional de vacunación. Además, 8000 hogares vulnerables han recibido transferencias monetarias para comprar alimentos y hacer frente a la inseguridad alimentaria.
  • En asociación con el Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR), el Proyecto para Acelerar el Impacto de las Investigaciones del CGIAR en África (AICCRA) (i), de USD 60 millones, ha beneficiado a casi 3 millones de agricultores africanos (39 % mujeres), proporcionándoles herramientas y servicios de información críticos relativos a la agricultura climáticamente inteligente, que los ayudan a aumentar la producción y generar resiliencia frente a las crisis climáticas. Estudios indican que, en Malí, los agricultores que aplican las recomendaciones de RiceAdvice, una herramienta digital respaldada por AICCRA, lograron aumentar el rendimiento promedio en 0,9 toneladas por hectárea y los ingresos por hectárea, en USD 320.
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios de África Occidental (i), por valor de USD 766 millones, trabaja para aumentar la preparación frente a la inseguridad alimentaria y mejorar la resiliencia de los sistemas alimentarios en África occidental. La iniciativa ayuda a incrementar los servicios de asesoría digital destinados al sector de la agricultura y dirigidos a la prevención y gestión de las crisis alimentarias; aumentar la capacidad de adaptación de los actores del sistema agrícola, e invertir en el comercio y la integración regional de los mercados de alimentos para aumentar la seguridad alimentaria. Actualmente, se está preparando la entrega de un financiamiento adicional de USD 345 millones para Senegal, Sierra Leona y Togo.
  • Una donación de USD 150 millones (i) destinada a la segunda fase del Proyecto de Respuesta y Resiliencia para la Seguridad Alimentaria de Yemen ayudará a abordar la inseguridad alimentaria, fortalecer la resiliencia y proteger los medios de subsistencia.
  • Una donación de USD 50 millones en concepto de financiamiento adicional para Tayikistán (i) se destinará a mitigar los impactos de la inseguridad alimentaria y nutricional en los hogares y aumentar la resiliencia general del sector agrícola.
  • Un proyecto por un monto de USD 125 millones en Jordania (i) tiene como objetivo fortalecer el desarrollo del sector agrícola incrementando su resiliencia climática, aumentando la competitividad y la inclusión, y garantizando la seguridad alimentaria a mediano y largo plazo.
  • Un proyecto de USD 300 millones en Bolivia contribuirá a aumentar la seguridad alimentaria, el acceso a los mercados y la adopción de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes.
  • Un préstamo de USD 315 millones ayudará a Chad, Ghana y Sierra Leona (i) a aumentar su preparación frente a la inseguridad alimentaria y mejorar la resiliencia de sus sistemas alimentarios.
  • El Proyecto de Apoyo de Emergencia para Aumentar la Seguridad Alimentaria y la Resiliencia por valor de USD 500 millones (i) tiene como objetivo impulsar los esfuerzos de Egipto para garantizar que los hogares pobres y vulnerables tengan acceso ininterrumpido al pan, ayudar a fortalecer la resiliencia del país frente a las crisis alimentarias, y respaldar reformas que ayudarán a mejorar los resultados nutricionales.
  • Un préstamo de USD 130 millones para Túnez (i) busca reducir el impacto de la guerra en Ucrania, financiando importaciones vitales de trigo blando y proporcionando apoyo de emergencia para cubrir las importaciones de cebada que se utiliza en la producción de productos lácteos y de las semillas que necesitarán los pequeños agricultores durante la próxima temporada de siembra.
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios para África Oriental y Meridional (i) por valor de USD 2300 millones ayuda a los países de África oriental y meridional a aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios de la región y su capacidad para abordar la creciente inseguridad alimentaria. El programa, que reforzará la respuesta interinstitucional ante la crisis alimentaria, impulsará también los esfuerzos a mediano y largo plazo para lograr una producción agrícola resiliente, el desarrollo sostenible de los recursos naturales, la ampliación del acceso a los mercados y una formulación de políticas con mayor énfasis en la resiliencia de los sistemas alimentarios.

En mayo, el Grupo Banco Mundial y la Presidencia del Grupo de los Siete (G7) convocaron de manera conjunta la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria (i), cuyo objetivo es catalizar una respuesta inmediata y concertada a la crisis mundial del hambre que se está produciendo. La Alianza ha establecido un Panel Global de Seguridad Alimentaria y Nutricional (i), una plataforma de acceso público que proporciona información oportuna a los encargados de tomar decisiones a nivel mundial y local, de modo de mejorar la coordinación de las políticas y la respuesta financiera a la crisis alimentaria.

El 8 de febrero de 2023, las máximas autoridades de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Grupo Banco Mundial, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) publicaron una tercera declaración conjunta. En la declaración, se insta a evitar que empeore la crisis de seguridad alimentaria y nutricional y se exigen nuevas medidas urgentes para i) atender los focos de hambre, ii) facilitar el comercio, mejorar el funcionamiento de los mercados y reforzar el papel del sector privado, y iii) reformar y reorientar los subsidios perjudiciales con eficiencia y una cuidadosa focalización. Mientras responden a la crisis, los países deben buscar un equilibrio entre las intervenciones urgentes a corto plazo y los esfuerzos de resiliencia a largo plazo.

Última actualización: Dic 16, 2024

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