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Última actualización – 21 de octubre de 2024

 

La inflación interna de los precios de los alimentos sigue siendo alta en muchos países de ingreso bajo y mediano. Una inflación superior al 5 % se registra en el 76,2 % de los países de ingreso bajo (1,1 puntos porcentuales más bajos desde la última actualización del 26 de septiembre de 2024), el 51,1 % de los países de ingreso mediano bajo (3,2 puntos porcentuales más bajos), el 38 % de los países de ingreso mediano alto (6,0 puntos porcentuales más bajos) y el 8,9 % de los países de ingreso alto (1,8 puntos porcentuales más bajos). En términos reales, la inflación de los precios de los alimentos superó la inflación general en el 58,9 % de los 168 países que aportan datos.

Descargar la última reseña sobre el aumento de la inseguridad alimentaria y las respuestas del Banco Mundial (PDF, en inglés)

Desde la última actualización del 26 de septiembre de 2024, los índices de los precios agrícolas y de los cereales bajaron un 1 % y un 2 %, respectivamente; los índices de los precios de exportación cerraron en el mismo nivel. Los precios del maíz y el trigo bajaron un 3 % y un 4 %, respectivamente, mientras que los precios del trigo cerraron en el mismo nivel. En términos interanuales, los precios del maíz son un 14 % más bajos y los del arroz, un 7 % más bajos; los precios del trigo son un 4 % más altos. Los precios del maíz subieron un 4 % con respecto a enero de 2020, los precios del trigo aumentaron un 3 % y los precios del arroz subieron un 36 %. (Véanse los datos de la “hoja rosada” [i] sobre los índices de precios de los productos básicos agrícolas y de los precios de los alimentos básicos, que se actualizan mensualmente).

De aquí a 2050, la población mundial llegará a 10 000 millones de habitantes, lo que requerirá que la producción de alimentos aumente en un 60 % en un contexto de aceleración del cambio climático. El sector alimentario, responsable del 30 % de los gases de efecto invernadero, debe transformarse rápidamente para satisfacer esta demanda de manera sostenible. Los pequeños agricultores desempeñarán un papel esencial, pero se enfrentan a un gran déficit de financiamiento, que causa desafíos como el limitado acceso a la tecnología y los conocimientos. Si se encuentran adecuadamente equipados, los agricultores impulsarán esta transición, y ello presenta una oportunidad única para crear empleos a lo largo de la cadena de valor y respaldar una economía próspera. En el evento público de las Reuniones Anuales del Grupo Banco Mundial, del 23 de octubre, se expondrá el enorme, y aún sin aprovechar, potencial económico y de desarrollo del sector alimentario.

En un blog del Banco Mundial (i) se pone de relieve que, en la actualidad, los Gobiernos asignan aproximadamente USD 650 000 millones anuales para mantener un sistema alimentario que contribuye a degradar el medio ambiente y afecta la salud pública. Una posible solución puede ser reorientar el apoyo a la agricultura. Al redirigir solo el 10 % de los subsidios más perjudiciales hacia innovaciones sostenibles, los países podrían generar USD 2,4 billones adicionales, reducir los precios de los alimentos en un 18 %, recortar las emisiones del sector en un 40 % y reconvertir más del 2 % de las tierras agrícolas en hábitats naturales para 2040. Estos cambios podrían beneficiar especialmente a los pequeños agricultores, que producen la mayoría de los alimentos del mundo, pero que a menudo enfrentan los mayores desafíos derivados del cambio climático y la volatilidad de los mercados.

En la edición de octubre del informe de seguimiento del mercado (PDF, en inglés), que publica el Sistema de Información sobre los Mercados Agrícolas (SIMA), se indicó que las temperaturas mundiales alcanzaron máximos históricos por decimoquinto mes consecutivo en agosto. Como resultado de esta dinámica del mercado influenciada por las condiciones meteorológicas, los precios de exportación del trigo, el maíz y la soja aumentaron en septiembre, aunque se mantuvieron por debajo de los niveles de septiembre de 2023. En el mencionado informe también se señaló que, en general, los mercados de fertilizantes están bien abastecidos y que los precios del arroz están disminuyendo tras los cambios en la política de exportaciones de India.

Según el último informe sobre los riesgos meteorológicos mundiales (PDF, en inglés), que publica la Red de Sistemas de Alerta Temprana contra la Hambruna (FEWS NET), prevalecen las condiciones neutras del fenómeno de El Niño-Oscilación del Sur (ENOS), y es probable que se produzca la aparición del fenómeno de La Niña entre septiembre y noviembre. Esta situación aumenta el peligro de inundaciones en varias regiones, entre ellas el Sahel, Yemen y partes de América Central, lo que representa una amenaza significativa para la seguridad alimentaria.

Después de la invasión de Rusia a Ucrania, se ha incrementado el número de políticas comerciales impuestas por los países. La crisis alimentaria mundial ha empeorado, entre otras cosas, por el creciente número de restricciones al comercio de alimentos y fertilizantes establecidas por los países con el objetivo de aumentar la oferta interna y reducir los precios. Hasta octubre de 2024, 16 países han aplicado 21 prohibiciones a la exportación de alimentos, y 8 han implementado 15 medidas que limitan las exportaciones.

 

Labor del Banco Mundial

La cartera de seguridad alimentaria y nutricional abarca 90 países, e incluye tanto intervenciones a corto plazo, entre ellas la ampliación de programas de protección social, como proyectos de resiliencia a largo plazo, por ejemplo, iniciativas sobre el aumento de la productividad y la agricultura climáticamente inteligente. Se espera que las acciones del Banco beneficien a 296 millones de personas. A continuación se mencionan algunos ejemplos:

  • En Honduras, la serie de proyectos de competitividad rural (i) (COMRURAL II y III) tiene como objetivo generar actividad empresarial y oportunidades de empleo, promoviendo al mismo tiempo una estrategia que tiene en cuenta el clima y es inteligente desde el punto de vista nutricional en las cadenas de valor agroalimentarias. Hasta la fecha, el programa ha beneficiado a unos 6287 pequeños productores rurales (de los cuales el 33 % son mujeres; el 15 %, jóvenes y el 11 %, indígenas) de café, hortalizas, productos lácteos, miel y otros productos básicos, quienes han tenido acceso a mejores conexiones con los mercados y han podido adoptar tecnologías agrícolas más avanzadas. La iniciativa ha creado, además, 6678 nuevos empleos.
  • En este mismo país, el Proyecto de Seguridad Alimentaria en el Corredor Seco (i) (PROSASUR) procura mejorar la seguridad alimentaria de los hogares rurales empobrecidos y vulnerables en el Corredor Seco de Honduras. Este proyecto ha apoyado a 12 202 familias extremadamente vulnerables a través de subproyectos agrícolas inteligentes con respecto a la nutrición, planes de seguridad alimentaria, planes de nutrición comunitaria, y educación sobre nutrición e higiene. En la población beneficiaria, el 70 % de los niños menores de 5 años y sus madres ahora tienen un puntaje de diversidad dietética de al menos 4 (es decir, consumen como mínimo alimentos de cuatro grupos alimentarios).
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios para África Oriental y Meridional (i) por valor de USD 2750 millones ayuda a los países de África oriental y meridional a aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios de la región y su capacidad para abordar la creciente inseguridad alimentaria. En su tercera fase, el programa reforzará la respuesta interinstitucional ante la crisis alimentaria e impulsará también los esfuerzos a mediano y largo plazo para lograr una producción agrícola resiliente, el desarrollo sostenible de los recursos naturales, la ampliación del acceso a los mercados y una formulación de políticas con mayor énfasis en la resiliencia de los sistemas alimentarios.
  • Un crédito de USD 95 millones de la AIF (i) para el Proyecto de Comercialización Agrícola de Malawi (AGCOM) busca incrementar el comercio de determinados productos de la cadena de valor de la agricultura y proporcionar una respuesta inmediata y eficaz en caso de una crisis o emergencia admisible.
  • La donación de USD 200 millones de la AIF para Madagascar (i) apunta a fortalecer la prestación de servicios descentralizada, modernizar el suministro de agua, restaurar y proteger los paisajes, y aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios y los medios de subsistencia en la zona del Gran Sur del país expuesta a la sequía (i).
  • Un crédito de USD 60 millones para el Proyecto de Desarrollo Comunitario Integrado (i) permite trabajar con refugiados y comunidades de acogida en cuatro provincias del norte de Burundi para mejorar la seguridad alimentaria y nutricional, construir infraestructura socioeconómica y respaldar el desarrollo de las microempresas a través de un enfoque participativo.
  • El Proyecto de Apoyo a la Iniciativa Regional de Riego en el Sahel (i), por valor de USD 175 millones, ayuda a generar resiliencia y aumentar la productividad de las actividades agrícolas y pastorales en Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Senegal. Más de 130 000 agricultores y miembros de comunidades de pastores resultan beneficiados con iniciativas de riego de pequeña y mediana escala. Además, se está creando una cartera de proyectos de inversión en riego financiables que abarca alrededor de 68 000 hectáreas, y que se enfoca en el riego de mediana y gran escala en la región del Sahel.
  • A través del Proyecto de Respuesta de Emergencia frente a la Seguridad Alimentaria (i) en la República Centroafricana, por valor de USD 50 millones, 329 000 pequeños agricultores han recibido semillas, herramientas agrícolas y capacitación en técnicas agrícolas y de poscosecha para impulsar la producción de cultivos y aumentar su resiliencia a los riesgos climáticos y de conflictos.
  • El Proyecto de Seguridad Alimentaria de Emergencia en Guinea-Bissau (i), de USD 15 millones, ayuda a aumentar la producción agrícola y el acceso a los alimentos a las familias vulnerables. Más de 72 000 agricultores han recibido semillas resistentes a la sequía y de alto rendimiento, fertilizantes, equipos agrícolas, y vacunas para el ganado en el marco del programa nacional de vacunación. Además, 8000 hogares vulnerables han recibido transferencias monetarias para comprar alimentos y hacer frente a la inseguridad alimentaria.
  • En asociación con el Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR), el Proyecto para Acelerar el Impacto de las Investigaciones del CGIAR en África (AICCRA) (i), de USD 60 millones, ha beneficiado a casi 3 millones de agricultores africanos (39 % mujeres), proporcionándoles herramientas y servicios de información críticos relativos a la agricultura climáticamente inteligente, que los ayudan a aumentar la producción y generar resiliencia frente a las crisis climáticas. Estudios indican que, en Malí, los agricultores que aplican las recomendaciones de RiceAdvice, una herramienta digital respaldada por AICCRA, lograron aumentar el rendimiento promedio en 0,9 toneladas por hectárea y los ingresos por hectárea, en USD 320.
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios de África Occidental (i), por valor de USD 766 millones, trabaja para aumentar la preparación frente a la inseguridad alimentaria y mejorar la resiliencia de los sistemas alimentarios en África occidental. La iniciativa ayuda a incrementar los servicios de asesoría digital destinados al sector de la agricultura y dirigidos a la prevención y gestión de las crisis alimentarias; aumentar la capacidad de adaptación de los actores del sistema agrícola, e invertir en el comercio y la integración regional de los mercados de alimentos para aumentar la seguridad alimentaria. Actualmente se está preparando la entrega de un financiamiento adicional de USD 345 millones para Senegal, Sierra Leona y Togo.
  • Una donación de USD 150 millones (i) destinada a la segunda fase del Proyecto de Respuesta y Resiliencia para la Seguridad Alimentaria de Yemen ayudará a abordar la inseguridad alimentaria, fortalecer la resiliencia y proteger los medios de subsistencia.
  • Una donación de USD 50 millones en concepto de financiamiento adicional para Tayikistán (i) se destinará a mitigar los impactos de la inseguridad alimentaria y nutricional en los hogares y aumentar la resiliencia general del sector agrícola.
  • Un proyecto por un monto de USD 125 millones en Jordania (i) tiene como objetivo fortalecer el desarrollo del sector agrícola incrementando su resiliencia climática, aumentando la competitividad y la inclusión, y garantizando la seguridad alimentaria a mediano y largo plazo.
  • Un proyecto de USD 300 millones en Bolivia contribuirá a aumentar la seguridad alimentaria, el acceso a los mercados y la adopción de prácticas agrícolas climáticamente inteligentes.
  • Un préstamo de USD 315 millones ayudará a Chad, Ghana y Sierra Leona (i) a aumentar su preparación frente a la inseguridad alimentaria y mejorar la resiliencia de sus sistemas alimentarios.
  • El Proyecto de Apoyo de Emergencia para Aumentar la Seguridad Alimentaria y la Resiliencia por valor de USD 500 millones (i) tiene como objetivo impulsar los esfuerzos de Egipto para garantizar que los hogares pobres y vulnerables tengan acceso ininterrumpido al pan, ayudar a fortalecer la resiliencia del país frente a las crisis alimentarias y respaldar reformas que ayudarán a mejorar los resultados nutricionales.
  • Un préstamo de USD 130 millones para Túnez (i) busca reducir el impacto de la guerra en Ucrania, financiando importaciones vitales de trigo blando y proporcionando apoyo de emergencia para cubrir las importaciones de cebada que se utiliza en la producción de productos lácteos y de las semillas que necesitarán los pequeños agricultores durante la próxima temporada de siembra.
  • El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios para África Oriental y Meridional (i) por valor de USD 2300 millones ayuda a los países de África oriental y meridional a aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios de la región y su capacidad para abordar la creciente inseguridad alimentaria. El programa, que reforzará la respuesta interinstitucional ante la crisis alimentaria, impulsará también los esfuerzos a mediano y largo plazo para lograr una producción agrícola resiliente, el desarrollo sostenible de los recursos naturales, la ampliación del acceso a los mercados y una formulación de políticas con mayor énfasis en la resiliencia de los sistemas alimentarios.

En mayo, el Grupo Banco Mundial y la Presidencia del Grupo de los Siete (G7) convocaron de manera conjunta la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria (i), cuyo objetivo es catalizar una respuesta inmediata y concertada a la crisis mundial del hambre que se está produciendo. La Alianza ha establecido un Panel Global de Seguridad Alimentaria y Nutricional (i), una plataforma de acceso público que proporciona información oportuna a los encargados de tomar decisiones a nivel mundial y local, de modo de mejorar la coordinación de las políticas y la respuesta financiera a la crisis alimentaria.

El 8 de febrero de 2023, las máximas autoridades de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Grupo Banco Mundial, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) publicaron una tercera declaración conjunta. En la declaración, se insta a evitar que empeore la crisis de seguridad alimentaria y nutricional y se exigen nuevas medidas urgentes para i) atender los focos de hambre, ii) facilitar el comercio, mejorar el funcionamiento de los mercados y reforzar el papel del sector privado, y iii) reformar y reorientar los subsidios perjudiciales con eficiencia y una cuidadosa focalización. Mientras responden a la crisis, los países deben buscar un equilibrio entre las intervenciones urgentes a corto plazo y los esfuerzos de resiliencia a largo plazo.

Última actualización: Oct 21, 2024

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