Lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible requiere una inversión considerable en infraestructura, capital humano y resiliencia climática, entre otras áreas. Sin embargo, los Gobiernos de los países en desarrollo a menudo ven limitada su capacidad de movilizar ingresos nacionales o inversión privada, al tiempo que las donaciones externas son escasas.
El financiamiento en forma de deuda es fundamental para el desarrollo. Pero debe ser transparente, gestionarse adecuadamente y utilizarse en el contexto de una estrategia de crecimiento creíble. No obstante, con frecuencia ese no es el caso. La deuda pública en niveles insostenibles perjudica el crecimiento, con consecuencias para los ciudadanos más vulnerables. Puede frenar la inversión privada, aumentar las presiones sobre el gasto social y en infraestructura, y limitar la capacidad de los Gobiernos de implementar reformas.
En la última década, la deuda externa de los países de ingreso bajo ha aumentado a un ritmo superior al crecimiento económico. Las múltiples conmociones ocurridas desde 2020 han exacerbado aún más las vulnerabilidades. En la actualidad, se estima que el 52 % de los países de ingreso bajo enfrentan un alto riesgo de sobreendeudamiento o ya se encuentran en esa situación.
Los próximos años plantearán desafíos importantes para este grupo de naciones. Los mayores niveles de deuda combinados con las alzas de las tasas de interés mundiales en 2022 y 2023 han elevado los costos del servicio de la deuda. Se prevé que, en 2023, los países de ingreso bajo gastaron un promedio del 7,5 % de sus presupuestos en el servicio de la deuda, y pagaron intereses que ascendieron al 20 % de los ingresos. Esta cantidad es mayor que el gasto combinado en salud y educación de estas naciones. Además, numerosos países están lidiando con flujos de deuda netos negativos, en virtud de los cuales los reembolsos de los préstamos superan las entradas procedentes de nuevos empréstitos, lo que da lugar a crecientes presiones de liquidez que probablemente se repitan cuando los países se enfrenten tanto a un servicio de la deuda más elevado como a presiones sobre el gasto en medio de un entorno mundial restrictivo.
La gestión y la transparencia de la deuda tienen que ser las principales prioridades para que el nuevo endeudamiento fomente el crecimiento y contribuya a la estabilidad macroeconómica. Las autoridades de los países prestatarios necesitan información confiable respecto de la deuda para tomar decisiones sólidas en materia de endeudamiento. Los acreedores, donantes, analistas y organismos de calificación crediticia deben tener datos completos para evaluar la deuda de un país y sus oportunidades de inversión. Los ciudadanos pueden exigir a sus Gobiernos que sean transparentes en cuanto a las condiciones y los objetivos de la deuda.
La labor del Banco Mundial consiste en evaluar la sostenibilidad de la deuda de los países en desarrollo y fortalecer la transparencia de la deuda y la capacidad de gestión de estas naciones. Además, proporciona recursos considerables a los países con problemas de endeudamiento a través de financiamiento en condiciones sumamente concesionarias y desempeña un papel activo en la mejora de la arquitectura de la deuda soberana mundial.
Última actualización: Oct 21, 2024