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En el mundo impredecible de hoy, las preocupaciones sobre las pandemias, los peligros naturales (i), la variabilidad climática, las fluctuaciones económicas y la seguridad laboral están siempre presentes. Estas incertidumbres a menudo llevan a reflexionar sobre numerosas “suposiciones”, creando una sensación de temor. Entonces, ¿cómo se pueden manejar estas ansiedades de manera efectiva? El primer paso es comprender la naturaleza de los desafíos que se enfrentan, distinguir entre aquello en lo que se puede tener influencia y lo que no se puede controlar. Si bien no es posible predecir cuándo ocurrirá un desastre, ciertamente se pueden tomar medidas de preparación para enfrentar los impactos de una catástrofe, como ahorrar para las crisis, invertir en seguros o reforzar la infraestructura y los sistemas.

El Banco Mundial, en asociación con el Fondo Mundial para la Reducción de los Desastres y la Recuperación (GFDRR) (i), desempeña un papel fundamental orientando a los países y las comunidades a través de estos desafíos. Se centra en identificar y evaluar los riesgos de desastres, ayudando no solo a comprenderlos mejor, sino también a tomar decisiones informadas sobre cómo protegerse sin agotar y dedicar los recursos a acontecimientos poco probables. Esta estrategia ha modificado significativamente la manera de la institución de enfrentar los riesgos, pasando de respuestas reactivas a una preparación proactiva (i), e integrando continuamente la gestión de riesgos de desastres en todas las esferas de la labor de desarrollo.

Sin embargo, a medida que el cambio climático se intensifica, lo que está en juego es cada vez mayor. Los desastres no distinguen y afectan a personas de todas las edades y niveles socioeconómicos. No obstante, las consecuencias no perjudican a todos por igual; los menos preparados o los más vulnerables —como las mujeres (i) y las personas con discapacidad (i)— soportan una carga más pesada. Los países que reciben el apoyo de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) (i), la entidad del Banco Mundial que ayuda a los países más pobres, también son sumamente vulnerables a los impactos del cambio climático y los mayores riesgos de desastres, y a menudo se ven afectados por situaciones de fragilidad, conflicto y violencia (i).

En reconocimiento de esta situación, el Banco Mundial ha introducido nuevos instrumentos, como el conjunto de herramientas para crisis y el Servicio de Respuesta ante las Crisis de la AIF., para ayudar a los países a responder mejor a las crisis y fortalecer la preparación para conmociones futuras. También está aumentando el financiamiento para el clima (i) y centrándose en los conocimientos para influir en la agenda mundial de desarrollo. Esta labor se amplía para promover las alianzas con instituciones de desarrollo, empresas técnicas, el sector privado, grupos de la sociedad civil y círculos académicos. Estos esfuerzos de colaboración garantizan que las comunidades más vulnerables reciban el apoyo necesario que les permita enfrentar con mayor confianza un futuro cada vez más incierto, recurriendo a una amplia red de conocimientos especializados y recursos para aumentar la resiliencia en todos los ámbitos. 

Última actualización: Abr 29,2024

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