La igualdad de género para todas las personas es una cuestión de equidad y justicia, y es un principio del derecho internacional reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
También es esencial para el desarrollo. Cada vez existen más pruebas de que la eliminación de las barreras de género promueve la productividad económica, reduce la pobreza, refuerza la cohesión social y mejora el bienestar y la prosperidad de las generaciones actuales y futuras. La participación y el liderazgo de las mujeres mejoran la gestión de los recursos naturales, refuerzan la resiliencia y permiten que las economías sean más competitivas.
Cuando las mujeres prosperan, los países y las comunidades prosperan. El ingreso per cápita a largo plazo sería casi un 20 % mayor (i) si las mujeres tuvieran el mismo nivel de empleo que los hombres.
Sin embargo, aún los avances hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible 5 sobre la igualdad de género no está orientado en la dirección correcta.
Es necesario adoptar medidas urgentes para combatir la violencia de género (i). En 2018, una de cada tres mujeres en todo el mundo había sufrido violencia física o sexual de su pareja o violencia sexual de alguien que no era su pareja. La violencia de género daña a los sobrevivientes, sus familias, las comunidades y las sociedades, y con frecuencia tiene impactos a lo largo de generaciones, socavando la calidad de vida y los medios de subsistencia de las personas.
Ampliar las oportunidades económicas para las mujeres puede impulsar el crecimiento inclusivo. Las mujeres tienen prácticamente el mismo acceso a la educación, pero la participación promedio femenina en la fuerza laboral se ha estancado desde 1990, y la tasa llega a un 53 % en comparación con un 80 % en el caso de los hombres (i). La reducción de la brecha laboral de género podría incrementar el producto interno bruto (PIB) per cápita a largo plazo en casi un 20 % (i), en promedio, en todos los países.
El liderazgo de las mujeres mejora los resultados económicos, ambientales y sociales a largo plazo, y fortalece las instituciones. Según investigaciones, un mayor número de mujeres en funciones decisorias se correlaciona con mayores márgenes de beneficios netos (i) de las empresas y menores emisiones de CO2 (PDF, en inglés). La proporción de empresas formales que pertenecen mayoritariamente a mujeres o en las que una mujer es la directiva superior alcanza el 25 % (i).
Última actualización: Oct 15, 2024