Los empleos son fundamentales para el desarrollo (i). La escasez de empleos de calidad sigue siendo uno de los problemas más acuciantes en los países en desarrollo, especialmente en vista del desafío demográfico que enfrentan los países de ingreso bajo. De los 5000 millones de personas que conforman la población actual en edad de trabajar, el 84 % vive en los países en desarrollo y, en su mayoría, trabaja en empleos informales (el 70 % de todos los empleos), de baja productividad, mal remunerados e inseguros. Solo el 25 % de los trabajos remunerados del mundo se encuentran en los países de ingreso bajo y mediano bajo.
Mejorar la calidad del empleo es una prioridad, en particular para los 3,7 millones de jóvenes que, según las previsiones, alcanzarán la edad de trabajar cada mes en el mundo entre 2020 y 2030. En el próximo informe emblemático del Banco Mundial sobre el empleo se proporcionarán orientaciones operacionales para apoyar, a través de la transformación económica, la creación de mejores empleos en los países en desarrollo.
Vincular la transición hacia economías más ecológicas con la creación de mejores empleos puede generar un doble beneficio, para el medio ambiente y para los trabajadores. En muchos países en desarrollo, donde las actividades productivas pueden tener un efecto nocivo en el medio ambiente y estar vinculadas a trabajos mal remunerados e inseguros, es una prioridad crear mejores empleos y, al mismo tiempo, lograr cero emisiones netas de carbono.
La inversión en energía renovable, por ejemplo, estimula la demanda de trabajos especializados y no especializados. Una transición hacia empleos más verdes (i), de mejor calidad y mayor resiliencia, y una transición justa hacia economías con bajos niveles de emisión de carbono no es algo automático y lleva tiempo. Ello requiere realizar inversiones en nuevas tecnologías, programas de perfeccionamiento y apoyo a la transición para los trabajadores, y abordar las limitaciones a la demanda de mano de obra en el sector privado.
Los avances tecnológicos se han convertido en un “nuevo” factor que impulsa la transformación estructural, brindando oportunidades para crear nuevos empleos y aumentar la productividad. La tecnología digital ha reforzado el papel cada vez mayor de los sectores de servicios en la generación de mejores trabajos en etapas iniciales de desarrollo.
La digitalización también abre nuevas vías importantes para el desarrollo de una cadena de valor agrícola inclusiva y sostenible y el aumento de la productividad de los pequeños agricultores. La tecnología digital también genera nuevos “trabajos esporádicos” a través de plataformas digitales y podría generar nuevas oportunidades de empleo que podrían resultar particularmente atractivas y accesibles para la fuerza de trabajo joven. Sin embargo, la brecha digital sigue siendo amplia, tanto en términos de acceso como de capacidad, en muchos países en desarrollo e impide la transformación económica.
Dar a las mujeres más oportunidades económicas y acceso a empleos de calidad es crucial para un crecimiento sostenible y resiliente. A pesar de los avances en la educación y la salud de las mujeres, persisten brechas de género en múltiples dimensiones a la hora de encontrar empleo. Para reducir estas diferencias, se deben implementar estrategias de trabajo con perspectiva de género basadas en diagnósticos sobre la situación de cada país, junto con acciones coordinadas de los responsables de formular políticas, las empresas y la sociedad civil. Estas estrategias deben apuntar a hacer frente a las limitaciones múltiples e interrelacionadas que impiden la participación igualitaria de las mujeres en el mercado laboral (i), como el acceso restringido a la educación y la capacitación, la falta de servicios de cuidado infantil, los sesgos y estereotipos culturales, el acceso limitado a los bienes, y las desigualdades legales y regulatorias.
Última actualización: Abr 03, 2023