El mundo ha entrado en una nueva era de rápido cambio a nivel global impulsado por cambios importantes en la demografía, la riqueza, la tecnología y el clima.
Sin embargo, el crecimiento económico ha sido desigual, se ha producido a expensas del medio ambiente y ya se ha desacelerado debido a los daños relacionados con el clima. Los desafíos mundiales —entre ellos las presiones fiscales sobre los Gobiernos exacerbadas por la pandemia de COVID-19, los conflictos, el agotamiento de los recursos, la degradación ambiental y los niveles sin precedentes de desplazamiento— ponen en peligro los avances logrados recientemente. Asimismo, se ven agravados por la intensificación de los riesgos sistémicos, como las tensiones comerciales, el aumento de los niveles de deuda, la reducción de la eficacia de la política monetaria como instrumento para hacer frente a las crisis, y el aumento de la desigualdad entre los países y dentro de ellos.
Para acelerar el crecimiento económico sostenible y la inclusión, los países en desarrollo deben afrontar una variedad de desafíos subyacentes relacionados entre sí. Entre ellos figuran los bajos niveles de productividad y competitividad internacional, la ineficiencia del gasto público, la movilización insuficiente de recursos internos, las distorsiones de precios del sistema fiscal que desalientan la sostenibilidad, la falta de resiliencia económica, el aumento de los niveles de deuda, la incertidumbre del entorno comercial y el creciente peligro que representa el cambio climático.
Última actualización: Abr 26, 2022