A nivel mundial, 3600 millones de personas (i) carecen de acceso a servicios de saneamiento gestionados de manera segura. Casi el 8 % de la población mundial practica la defecación al aire libre. Pese a los avances importantes logrados —entre 2000 y 2020, 2400 millones de personas pudieron acceder a letrinas o retretes mejorados—, el saneamiento fue uno de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM) que más lejos estuvo de alcanzarse en el mundo. En la actualidad, 1,7 millones de personas aún carecen de acceso incluso a servicios básicos. Entre ellas, 580 millones compartían instalaciones de saneamiento mejoradas con otros hogares, considerados servicios “limitados”, y 616 millones utilizaban instalaciones “no mejoradas”. Los datos revelan disparidades pronunciadas: las dos terceras partes de las personas que aún carecían de servicios básicos vivían en zonas rurales. Casi la mitad vivía en África subsahariana. El mundo no logró cumplir la meta de los ODM relacionados con el saneamiento debido a que resultaron excluidas casi 700 millones de personas.
Además de los desafíos de proporcionar saneamiento adecuado a varios millones de hogares rurales, el mundo continúa urbanizando, y las ciudades y los pequeños pueblos soportarán cada vez más la carga de los servicios de saneamiento deficientes: se estima que el 57 % de los habitantes de zonas urbanas carecen de acceso a retretes que proporcionan un servicio completo de saneamiento, el 16 % carecen de acceso a servicios básicos de saneamiento, y casi 100 millones practican la defecación al aire libre.
Los beneficios de abordar los desafíos del saneamiento son múltiples. La mejora del saneamiento conduce a una menor carga de morbilidad, una nutrición más adecuada, menor retraso del crecimiento, mejor calidad de vida, mayor asistencia de las niñas a la escuela, entornos de vida más saludables, mejor gestión ambiental, mayores oportunidades de empleo y salarios, mayor competitividad de las ciudades, y beneficios económicos y sociales en general.
Análisis recientes indican que poner fin a la práctica de defecar al aire libre puede salvar la vida de los niños al disminuir el contagio de enfermedades, el retraso del crecimiento y la desnutrición, todos factores importantes para el desarrollo cognitivo infantil y la productividad económica futura. Sin instalaciones de saneamiento adecuadas, es más probable que las niñas abandonen la escuela o sean vulnerables a ataques mientras buscan un lugar privado para hacer sus necesidades.
La falta de saneamiento también frena el crecimiento económico. Los servicios de saneamiento deficientes cuestan miles de millones (i) a algunos países. Este monto equivale anualmente al 6,3 % del producto interno bruto en Bangladesh (2007), el 6,4 % en India (2006), el 7,2 % en Camboya (2005), el 2,4 % en Níger (2012) y el 3,9 % en Pakistán (2006). Las pérdidas económicas son provocadas en su mayoría por las muertes prematuras, el costo de los tratamientos de salud, y el tiempo y la productividad que se pierden en la búsqueda de atención médica e instalaciones de saneamiento. La contaminación derivada de la eliminación y el tratamiento inadecuados de las aguas residuales y el lodo fecal de las viviendas también afecta los recursos y los ecosistemas hídricos. Al mismo tiempo, las aguas residuales y el lodo fecal pueden proporcionar recursos valiosos (agua, nutrientes, acondicionador de suelo, briquetas y energía) y oportunidades económicas, sobre todo en zonas urbanas y en lugares donde hay escasez de agua.