El desarrollo mundial se encuentra en un momento trascendental. Pese a los notables avances registrados en las últimas décadas, un número creciente de desafíos amenaza con revertir los logros obtenidos en el área del desarrollo y poner en peligro las perspectivas de progreso constante. Entre ellos figuran el aumento de la desigualdad y el debilitamiento de la confianza en las sociedades debido al cambio climático, las pandemias y los conflictos en todo el mundo. Alrededor de un tercio de la población mundial está en riesgo de quedar excluido (i) de los servicios, el acceso a los mercados y la participación en espacios culturales y políticos. La exclusión puede ocurrir por motivos de género, condición de discapacidad, edad, orientación sexual o identidad de género, etnia, raza y situación migratoria, entre otras características.
La sostenibilidad social —cuando las personas se sienten parte del proceso de desarrollo y creen que ellas y sus descendientes se beneficiarán de él— es fundamental para hacer frente a los desafíos actuales del desarrollo, y es el equivalente social de la sostenibilidad ambiental y económica. Sobre la base de décadas de labor en el ámbito del desarrollo social, el trabajo del Banco Mundial en materia de sostenibilidad social abarca la inclusión, la resiliencia, la cohesión y la legitimidad de los procesos.
Las actividades relativas a la sostenibilidad e inclusión social (i) reflejan el compromiso del Banco Mundial de abordar los obstáculos al desarrollo que existen desde hace tiempo, fortalecer el hincapié en las personas que han sido privadas de oportunidades económicas y sociales, y promover la inversión en crecimiento inclusivo. La institución ayuda a sus países clientes a crear comunidades y sociedades socialmente sostenibles que puedan trabajar juntas para superar los desafíos, proporcionar bienes públicos y asignar los recursos escasos de una manera que todos consideren legítima y justa, de modo que todas las personas puedan prosperar a lo largo del tiempo.