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Cada vez más jóvenes latinoamericanas llegan a los quince años con un embarazo

Diciembre 26, 2013


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Una madre jóven con su bebé en Bocas del Toro, Panamá   

Gerardo Pesantez / Banco Mundial

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  • Latinoamérica tiene la tasa de fertilidad adolescente más alta del mundo después de África subsahariana y el sur de Asia

Cada vez más latinoamericanas llegan a sus años de adolescencia haciendo frente a una noticia que les cambiará la vida: un hijo en camino.

Las tasas de embarazo adolescente en América Latina están entre las más altas del mundo, después de África subsahariana y el sur de Asia, de acuerdo a un estudio del Banco Mundial publicado esta semana. Según la investigación, en 2010 la región registró 72 nacimientos por cada 1.000 mujeres de 15 a 19 años de edad. Por contraste, en África fueron 108 nacimientos y en el sur de Asia, 73.

El fenómeno se magnifica en los sectores más pobres, donde la desigualdad y la falta de oportunidades contribuyen a la perpetuación del problema.

La mayoría de países latinoamericanos están entre los 50 primeros del mundo en fecundidad adolescente, un índice que en otras regiones está cayendo. Entre 1997-2010 la tasa se redujo en 1,6% a nivel mundial, mientras que en América Latina la caída fue de 1,25%.

El panorama no es del todo gris. Cinco países latinoamericanos ostentan la mayor reducción en las tasas de fecundidad adolescente en ese mismo período: Colombia (-25%), Haití (-23%), Costa Rica, El Salvador y Perú (-21%). Por contraste, Nicaragua, República Dominicana, Guatemala y Honduras, tienen las mayores tasas de embarazo precoz.


“No lo aprendes en la escuela”

Los testimonios que recoge el estudio refuerzan la noción de que las causas del embarazo precoz son la pobreza, la baja calidad escolar, la desigualdad y la falta de capacidad de los jóvenes para fijarse metas.

“Lo que aprendes en la escuela es cómo quedar embarazada, pero nunca te dicen cómo NO quedar embarazada”, afirma una de las entrevistadas en el estudio Embarazo Adolescente y Oportunidades en América Latina y el Caribe. Otra dice que: “Sabíamos todo sobre métodos anticonceptivos (…) pero estaba avergonzado de ir y comprar”.

La realidad del embarazo adolescente, y sus ramificaciones de oportunidades laborales y económicas negadas, va a contrapelo del progreso de la mujer en la región en la última década. De acuerdo a datos del Banco Mundial, más de 70 millones de mujeres se sumaron al mercado laboral en años recientes y esa participación contribuyó notablemente a la reducción de la pobreza en la región.

El estudio señala que la maternidad temprana tiene un impacto cada vez mayor en el desarrollo de los países ya que puede desencadenar "trampas" en las que la pobreza se transmita de las madres adolescentes a sus hijos.

“Hay una correlación significativa entre la maternidad temprana, menor rendimiento educativo y peores resultados en el mercado laboral para las mujeres”, dice el economista y autor del estudio, Luis Felipe López Calva. Agrega que las circunstancias personales de las adolescentes en cuestión juegan también un rol importante en esas consecuencias. “Quienes tuvieron un embarazo en la adolescencia se encontraban ya en un grupo de mayor riesgo”, afirma.

Uso del condón

El estudio recomienda un amplio rango de acciones que incluyen algunas obvias como enfatizar la educación sexual, pero también otras menos ortodoxas como la reafirmación personal de las adolescentes y la lucha contra los estereotipos sexuales.

Por ejemplo, el tipo de anticonceptivo es clave en este proceso. El informe muestra que el uso de preservativo es un indicador de que la mujer tiene la palabra y poder de decisión en su relación.

El informe también recomienda los horarios escolares extendidos. Cuando los niños están en ambientes contenidos, están menos expuestos a comportamientos de riesgo.

También se recomienda fomentar el diálogo entre pares, de joven a joven, para que vean que hay otra forma de encarar la vida y que entre ellos puedan hablar de las implicaciones y los costos del embarazo.

Cuando hay capacidad de aspirar a una mejor calidad de vida, hay una reducción del riesgo, porque el costo asociado al embarazo es mucho mayor, según concluye el estudio.


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