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ARTÍCULO

En aulas de Latinoamérica, un televisor logra triplicar la matrícula

Octubre 22, 2014


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Telesecundaria en la aldea Xenimajuyú, en Tecpan, Guatemala 

M.V.O

Miles de jóvenes de zonas rurales de Guatemala, México y Colombia ven un promedio de una hora y media de programas educativos

Vivimos en la era de las pantallas. Desde los dispositivos móviles, hasta las computadoras y los televisores, pasamos varias horas al día con los ojos pegados a estos aparatos. Especialmente los adolescentes, que encuentran en ellas distracción, relaciones sociales y entretenimiento.

¿Pero puede esta tecnología ser una aliada en la educación de los jóvenes? Contrario a lo que cualquier revista de paternidad propone y la teoría popular dispone, la respuesta a este interrogante puede sorprender.

Desde México hasta Colombia, cada vez más estudiantes latinoamericanos ven un promedio de una hora y media diaria de programas educativos en las aulas.

Esta práctica no es una forma de perder el tiempo o de que los maestros se desliguen de sus responsabilidades diarias. Se trata de una metodología llamada telesecundaria que dicta todas las asignaturas a través de módulos que incluyen mirar televisión para luego leer, realizar ejercicios y evaluaciones posteriores.

Cada vez más popular

La telesecundaria se ha vuelto popular en varios países de América Latina. Uno de ellos es Guatemala donde más de 105.000 jóvenes asisten a la secundaria bajo esta modalidad.

“Antes de la telesecundaria, los jóvenes terminaban la primaria, se dedicaban a las actividades de campo y las mujeres se quedaban con sus mamás preparando tortillas y ayudando en tareas domésticas”, explica José Hernández de la unidad de telesecundaria del Ministerio de Educación de Guatemala. “La telesecundaria llena un vacío que deja la falta de institutos secundarios en zonas dispersas o alejadas”, añade.

Y la imagen en la pantalla no solo es una herramienta poderosa en esta metodología, sino que también funciona como un anzuelo para que las comunidades se acerquen a los centros.

“Al principio, muchos padres se acercaron por curiosidad. Se rumoreaba que teníamos un aparato de televisión en la escuela y que dábamos clases con él”, cuenta Juan Francisco Coconcoy, director del Instituto de Telesecundaria de la aldea Xenimajuyú, cerca de Tecpán, antigua capital de la civilización maya.

Sin embargo, ya no es solo la televisión lo que hoy llama la atención —de hecho la mayoría de las escuelas de telesecundaria ya no usan televisores y videocaseteras sino proyectores, ordenares y discos duros– sino que los estudiantes tienen sus propios libro de texto.

“Cuando se vive en el campo, tener un libro al que puedes llamar tuyo es un tesoro”, dice Hernández quien agrega que durante el dictado de clases los chicos guatemaltecos no solo ven el programa si no que “leen al menos media hora todos los días.”

Pero la telesecundaria no es nacida y criada en Guatemala, es un modelo mexicano creado en 1968 y al que en la actualidad asisten un 20% de los jóvenes que reciben educación en el país. Sin embargo, en los últimos años, se ha extendido por todo el Istmo – en Honduras y Panamá es conocida como telebásica – hasta llegar a Sudamérica.

Súper maestros para futuros líderes

“Nosotros somos los que facilitamos el proceso de aprendizaje”, explica Coconcoy. A diferencia de un maestro de una escuela secundaria común, el docente de telesecundaria imparte todas las asignaturas y la modalidad de la clase permite que pueda realizar varias tareas en simultáneo.

De acuerdo a los expertos, la telesecundaria es una metodología innovadora porque permite que el alumno realice un autoaprendizaje y se valga por sí solo. “Si salgo a reuniones de directorio los puedo dejar y ellos trabajan solos”, ejemplifica Yohana Álvarez, directora y facilitadora del centro de Telesecundaria de Cerrito Fraijanes, una pequeña localidad al sur de Ciudad de Guatemala.

Según Eledoña Xico Gomez, coordinadora de Telesecundaria en el departamento de Chimaltenango, este método de enseñanza ha convertido a los jóvenes de la zona en profesionales. “Los alumnos de esta modalidad tienen buenos y mejores puestos porque tienen buena preparación, son líderes y se dan a conocer”, cuenta.

“Los institutos de telesecundaria han sido un factor clave para llevar la educación secundaria a todos los rincones de Guatemala. En la actualidad, uno de cada cinco estudiantes de secundaria en los 196 municipios más pobres asiste a una escuela de este tipo”, sostiene Juan Diego Alonso, economista sénior del Banco Mundial. De hecho, es en estos municipios donde se logró casi triplicar el número de estudiantes de 7°, 8° y 9° grado entre 2007 y 2013.

La asignatura pendiente

Según sus promotores, a pesar de que la telesecundaria ha logrado que la educación llegue a más jóvenes y prepararlos mejor para tener calidad de vida, aún comparte algunos de los problemas más complejos del sistema educativo en general. En el caso de Guatemala, por ejemplo, tienen que ver con la calidad y la diversidad.

Por una parte, el ministerio reconoce que faltan incluir y adaptar contenidos a otros idiomas: además del español, Guatemala reconoce 23 lenguas mayas, un idioma garífuna y el xinca.

Además, según los últimos datos del Sistema Nacional de Indicadores Educativos elaborados por el Ministerio de Educación, más del 80% de los alumnos del último año de educación básica —incluyendo los de telesecundaria— reprobó matemáticas.

La realidad educativa de Guatemala no es ajena a lo que pasa en la región. De acuerdo a los últimos exámenes del Programa Internacional de Evaluación de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés) 2012 de la OCDE, el desempeño de los ocho países participantes de Latinoamérica se ubicaron en el fondo de la lista de países de ingreso medio. Por otra parte, un reciente estudio del Banco Mundial explica que la baja efectividad de los docentes en el salón de clases es una de las principales razones detrás de este resultado.



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