Integración más fuerte y amplia crucial para revertir retraso de región en comercio mundial
LIMA, 19 de mayo de 2015 – En la década de los 80, los nexos comerciales de América Latina y el Caribe eran muy similares a los de Asia oriental —tenues y centrados en un único gran jugador del Norte, Estados Unidos y Japón, respectivamente. Hoy en día, la red comercial de Asia oriental es mucho más densa y productiva, atraviesa a todos los países de esa región y se extiende hacia el norte. En contraste, la red latinoamericana sigue siendo estrecha y dominada por los Estados Unidos, seguido a bastante distancia por Brasil.
El último informe insignia del Banco Mundial para la región, “América Latina y el ascenso del Sur: Nuevas prioridades en un mundo cambiante”, publicado hoy en esta capital, ofrece una mirada profunda a estos nexos comerciales y financieros globales y una evaluación seria en torno a sus promesas y tribulaciones para la región.
El entorno económico mundial ha experimentado movimientos tectónicos, dejando atrás la antigua jerarquía Norte-Sur. En los últimos cuarenta años, el Producto Bruto Interno (PIB) del Sur se duplicó hasta representar alrededor del 40 por ciento del total mundial; la proporción del comercio mundial atribuible al Sur también se duplicó hasta alcanzar el 51 por ciento, mientras que su participación en los flujos de capital entrante prácticamente se triplicó hasta representar 50 por ciento. Dentro de diez años las estimaciones hablan de que la participación del mundo en desarrollo en el PIB mundial será mayor (55 por ciento) que la del Norte.
“El ascenso del Sur ha dejado una marca indeleble en la economía mundial. Pero este impacto incuestionable oculta diferencias importantes entre los países del Sur”, dijo Augusto de la Torre, Economista en Jefe del Banco Mundial para la región.“La diferencia entre la riqueza de nexos de Asia comparada con los de América Latina sugiere que nuestra región aún no se beneficia del círculo virtuoso generado por una mayor integración con tus vecinos y el mundo”.
Por ejemplo, el informe revela que entre 2000 y 2012 la participación del Sur en las exportaciones mundiales de manufacturas aumentó de 32 a 48 por ciento, mayormente debido a China. De hecho, la participación china aumentó en más de 10 puntos porcentuales, mientras que la participación de los siguientes 20 exportadores de manufacturas del Sur —incluidos Brasil y Chile— aumentó apenas un 8 por ciento en total. Más aún, en algunos países del Sur, incluido México, de hecho descendió.
También es importante recalcar que los países de Asia oriental tienen una participación mucho más activa en las redes de producción transfronterizas, conocidas como Cadenas Globales de Valor (CGV), que la mayoría de los países de América Latina. De hecho, el informe encontró que los países latinoamericanos tienden a integrarse a estas CGV únicamente al comienzo de las mismas —como exportadores de materias primas— o al final —como productores de bienes terminados— y no en el medio, el “punto óptimo” que brinda los mayores beneficios potenciales de crecimiento.
“La fuerza inicial del ascenso del Sur —y en particular la bonanza de las materias primas encabezada por China— significó enormes conquistas económicas y sociales para América Latina. En la actualidad, sin embargo, a medida que esta fuerza se desvanece es imperativo que los países latinoamericanos se vuelvan mejores protagonistas de este nuevo escenario”, dijo De la Torre. “Lo que hemos aprendido hasta ahora es que el comercio mundial o la recepción de inversiones extranjeras directas no son suficientes. Hay que hacer más para aprovechar plenamente ese comercio e inversión”.
Más precisamente, América Latina y el Caribe deberán encontrar la forma de mejorar su capital humano y físico así como su capacidad tecnológica y entorno de negocios. En este sentido, el informe apunta a tres áreas para que los diseñadores de políticas consideren teniendo en cuenta que el entorno mundial modificado demanda un replanteamiento de prioridades:
- Permitir flexibilidad económica en la asignación de fuerza laboral y de capital para permitirles a los trabajadores y al capital encontrar sectores más productivos.
- Aprender del comercio y la inversión internacional para que la región no subutilice los nexos comerciales y financieros con sus vecinos y demás socios.
- Elevar las tasas de ahorro para ayudar a mejorar la diversificación comercial reduciendo la sobrevaloración de las monedas que hacen menos competitivas a las exportaciones.
Todas estas reformas cruciales, concluye el informe, requerirán de un hábil manejo político. Aun así plantea que este cambio irreversible en la economía mundial es una oportunidad única para que América Latina desate su potencial de crecimiento de una vez por todas.
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