-VERSIÓN PREVIA-
Excelentísimo Señor Lic. Enrique Peña Nieto, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos
Señor Luis Alberto Moreno, Presidente del Banco Interamericano de Desarrollo - BID
Señora Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe - CEPAL
Señor José Ángel Gurría, Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico - OCDE
Señoras y señores:
Muy buenos días a todos los presentes y a quienes nos siguen a través de la transmisión en vivo. Es para mí un gran honor estar aquí con ustedes y reiterarles el compromiso del Grupo Banco Mundial con México.
México es sin duda, una potencia regional no sólo por el notable tamaño del país y de su economía, sino por su admirable cultura y por la calidad de su gente. El país podrá trascender la barrera de ser un país de ingreso medio en las próximas décadas si encuentra la fórmula para crecer de manera sostenida.
Sin embargo, México no crece a la velocidad que podría y debería. Este es un tema recurrente de debate constante no sólo en Foros como el de hoy.
En realidad, lograr un crecimiento económico sostenido no es una discusión teórica. Es algo que afecta directamente a todos los mexicanos. Al joven que no encuentra empleo, a los padres y las madres de familia que carecen de los servicios de salud para atender las enfermedades de sus hijos, a las personas mayores que no tienen acceso a una pensión digna, a tantos miles que son vulnerables por la falta de seguridad ciudadana, y a aquellos ciudadanos excluidos de los beneficios de dicho crecimiento.
México tiene hoy en día una gran ventana de oportunidad y no tiene por qué perderla. El país ostenta finanzas públicas sanas, inflación controlada, un crecimiento que duplica el promedio de los países ricos, una banca bien capitalizada, acuerdos comerciales con 44 países, fuerte vinculación con las cadenas de valor globales y un mejorado ambiente de negocios.
Todo esto en un momento en el que las empresas transnacionales buscan mejores oportunidades de inversión ante la desaceleración en los países desarrollados y el aumento de los costos de producción en China y otros países emergentes.
Es el momento de México.
Además, el país contará en los próximos años con la ventaja de un bono demográfico. Esto es, una gran parte de la población se encuentra y se encontrará en edad productiva, por lo que las respuestas que se generen para:
· Aumentar la productividad
· Generar mayor inclusión social
· Ampliar la Responsabilidad Ambiental, y lograr un estado más eficiente,definirán el futuro de México y las posibilidades de convertir a la juventud en un motor de desarrollo del país.
El país ha dado significativos pasos en dichas aéreas. Desde sus innovadores programas sociales, pasando por la aprobación de una legislación ambiental de las más avanzadas en el mundo, sumado a una activa participación en el G-20. El país es ejemplo de vinculación al mundo moderno manteniendo su propia idiosincrasia nacional.
México enfrentó circunstancias adversas como resultado de la crisis global de 2008-09 y la recesión del mercado estadounidense. No obstante, la continuidad de una gestión macroeconómica responsable ha redundado en estabilidad de precios y tipo de cambio, y en parte ha posibilitado la recuperación.
Ahora que México renueva su liderazgo institucional, reafirmo el compromiso del Banco Mundial con el gobierno a fin de construir una sociedad con prosperidad compartida y oportunidades para todos sus ciudadanos. Confío en el liderazgo de la nueva administración y sé que México puede inspirar a muchos países de la región durante el nuevo sexenio.
En el Banco Mundial hemos reflexionado mucho sobre México. Tenemos más de 30 años colaborando con el país. Entendemos a México y queremos a México. El documento de análisis que hemos distribuido entre la audiencia, resume los temas centrales de ese estudio. Hemos además reunido a un conjunto de expertos internacionales que nos ofrecerán su experiencia global e interpretación sobre los principales retos que el país enfrenta hoy.
Hacía referencia en un principio a lo que considero son los principales retos de desarrollo:
· Crecimiento basado en productividad,
· Crecimiento socialmente incluyente,
· Crecimiento ambientalmente responsable, y un
· Estado eficiente.
Estos cuatro grandes desafíos están vinculados entre sí.
La batalla de la productividad
En México, el producto por habitante creció 2 por ciento por año durante la década pasada, mientras que el promedio de la región fue de 4 por ciento. Este lento crecimiento ha hecho que el nivel de ingreso por habitante del país se haya estancado y represente un tercio del nivel del ingreso por habitante en los Estados Unidos. En contraste, otros países con rápido crecimiento como los llamados Tigres Asiáticos, han acortado aceleradamente esta brecha y hoy tienen niveles de vida que representan un 60-70 por ciento del nivel estadounidense.
Si bien es cierto que durante este período México ha sido uno de los países de la región más afectados por la desaceleración global y otros factores exógenos, la razón principal que explica este lento incremento del ingreso por habitante en México, como ocurre en muchos otros países de América Latina, es el bajo crecimiento de la productividad. Un ejemplo claro de ello es la alicaída productividad laboral y en particular los niveles de ingreso los cuales contribuyeron sólo en un 22 por ciento a disminuir la pobreza, comparado a un 38 por ciento en el resto de la región.
En un mundo cada vez más volátil y a la vez más competitivo, la “batalla de la productividad” se convierte en una prioridad y en una condición para asegurar el crecimiento. Para ello se podría considerar:
a) Profundizar la intermediación financiera. Profundizar y ampliar el sistema financiero mexicano a fin de apoyar el crecimiento y la inversión de las PYMES y los hogares limitados por el crédito. Mejorar los derechos de los acreedores y los procedimientos de insolvencia también puede redundar en que las empresas tengan mayor acceso al crédito. El desarrollo del sector financiero debe ser incluyente, manteniendo la solidez del sistema financiero.
b) Promover la competencia en los mercados de bienes y servicios. El costo de hacer negocios puede ser reducido sustancialmente con reformas encaminadas a simplificar los procedimientos de registro de una empresa, reducir los costos de gestión de la fuerza de trabajo en el sector formal, además de asegurar el cumplimiento efectivo y expedito de los contratos.
c) Impulsar la innovación tecnológica. Sera necesario dedicar mayores recursos al financiamiento de innovación y desarrollo, mejorar la calidad de las instituciones científicas y fortalecer los vínculos entre universidades y empresas.
d) Por último, mejorar la calidad de la educación. Las opciones de reforma incluyen una estrategia nacional para desarrollar habilidades pertinentes al mercado laboral; continua reorientación de la educación media superior hacia el mercado laboral; portabilidad de competencias a través de los sistemas educativos, de capacitación y del mercado laboral, y facilitar la búsqueda de empleo y colocación mediante el desarrollo de servicios de empleo integrales, incluyendo el seguro de desempleo.
El segundo desafío es el de un crecimiento más incluyente.
Luego de una década de avances en reducción de la pobreza, cifras recientes indican que ésta ha vuelto a incrementarse. En buena parte por el peso de la crisis global de 2008-2009, que México debió soportar con mayor intensidad por su vinculación al mercado estadounidense. Para el año 2010, de acuerdo a cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), 40.3 millones de habitantes vivían en pobreza moderada y 11.7 millones en pobreza extrema.
Si bien podemos destacar los avances en la disminución de la población vulnerable entre 2008 y 2010, lo cierto es que en 2010, 57.7 millones de personas se encontraban en pobreza de patrimonio, 12.2 millones más que en 2006 y que los niveles de población vulnerable han aumentado. Por ello es fundamental el establecimiento de políticas públicas integrales que reduzcan el número de personas vulnerables. Ingreso, educación, salud, acceso a redes de protección social - todas van de la mano.
Por otro lado se ha registrado un aumento sostenido de la clase media, que hoy representa más del 26 por ciento de la población. Pero las desigualdades entre personas o regiones dentro del mismo país aún permanecen y requieren especial atención. Según cifras del CONEVAL para el año 2010, las tasas de incidencia de pobreza moderada van desde un 21.1 por ciento en el estado de Nuevo León a un 78.4 por ciento en Chiapas. Este rango refleja no solo grandes disparidades en la actividad económica de cada región, sino también grandes diferencias en la capacidad del gobierno federal y de los gobiernos locales para proporcionar servicios públicos a los rincones más desfavorecidos de la sociedad.
Si bien los programas como “Oportunidades”, “Seguro Popular” o “70 y más” han logrado fama mundial por sus positivos efectos en el bienestar de las familias más pobres, es posible mejorar aún más la eficiencia, así como la coordinación y cobertura de los programas de protección social, y así lograr mayor impacto.
En realidad, no hay mejor política social que un empleo digno y de calidad. El trabajo es la principal fuente de ingresos de la mayoría de la población y por tanto será a través de la generación empleos productivos como se abatirán la pobreza y la desigualdad. La política de protección social contribuye a dar el primer paso en el combate de la pobreza pero no implica una solución sustentable de la misma. México ha sido pionero en formular y llevar adelante programas de protección social que se han reproducido en todo el mundo; estamos seguros que México será también pionero en dar el siguiente paso para convertir estos programas en sistemas sostenibles de seguridad social, bienestar y empleabilidad que marcarán una nueva generación de las políticas sociales a nivel regional y global.
El tercer desafío tiene que ver con un crecimiento que sea ambientalmente responsable.
Impulsar el crecimiento económico conlleva a incrementos en el bienestar y el desarrollo social, pero también puede estar acompañado de deterioro al medio ambiente local y mundial, además de un daño irreparable para las posibilidades de las próximas generaciones.
México ocupa el lugar número 12 en el mundo como emisor de dióxido de carbono, sin embargo está a la vanguardia en los planes de reducción de este tipo de gases que generan el cambio climático. Tal es el caso de la recientemente aprobada Ley General de Cambio Climático, la cual persigue una reducción del 50% en estas emisiones para el año 2050 con respecto al nivel que tenían en el 2000.
México ha generado avances que pueden ser continuados en áreas tales como:
· planeación urbana,
· estrategias modernas para la gestión de desechos,
· un nuevo marco institucional que promueva la eficiencia energética, y
· la administración óptima de recursos naturales.
En este último punto, la protección de los bosques y su biodiversidad, la mejora en el aprovechamiento de los recursos hídricos y la transformación de su matriz energética desde hidrocarburos hacia otras fuentes alternas, se encuentran al tope de la agenda.
Finalmente, el cuarto desafío es lograr un Estado más eficiente.
Promover la productividad, el crecimiento inclusivo y la protección ambiental requiere un gobierno inteligente, eficiente y con recursos suficientes. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), para 2010 la recaudación de impuestos federales en México fue de 15.3 por ciento del producto interno bruto, lo que se encuentra por debajo del promedio de sus países miembros (20.2 por ciento). Si se incluyen los impuestos locales y las aportaciones a la seguridad social, México tiene la recaudación más baja entre todos los países de esa organización. Esto no es sostenible en el mediano y largo plazo: el potencial declive de los ingresos petroleros y los incrementos a mediano plazo en el sistema de salud y pensiones, constituyen un claro llamado a incrementar la recaudación fiscal.
Por un lado, una reforma fiscal integral que simplifique el sistema tributario, reforme los subsidios energéticos y amplíe la base tributaria, traería ingresos que se verían sustancialmente incrementados. Por otro, la continuación de los esfuerzos adelantados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para la adopción de presupuestos orientados a resultados, armonización contable, modernización de los sistemas de adquisiciones públicas, así como a mejoras regulatorias, redundarían en un mejor desempeño del sector público y en la calidad de su gasto.
Y más allá de lo estrictamente fiscal, el gobierno mexicano debe enfrentar el urgente reto de la seguridad ciudadana. Nuevamente las diferencias entre regiones son notables. Mientras hay estados como Chihuahua, Durango y Gurrero con tasas de homicidio por encima de 60 por cada 100,000 habitantes, algunos como Chiapas o Puebla están por debajo de 10 por cada 100,000; esto según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Estas diferencias geográficas indican que debe seguirse una política que involucre a los gobiernos federales y locales, así como a organismos públicos y privados, nacionales e internacionales, afectados por este fenómeno. La solución debe surgir a partir de la cooperación de todos los involucrados.
Durante este foro abordaremos la complejidad de los retos de cara al futuro y las ideas más modernas para responder a ellos. México es un país que cuenta con una envidiable capacidad técnica y humana para enfrentarlos.
Si a ello se le suma una fuerte voluntad política, que quedó ejemplificada con el reciente acuerdo multipartidario “Pacto por México”, tenemos la seguridad de que los obstáculos se irán sorteando.
Nuestra presencia en este foro, junto a la de los principales organismos internacionales para el desarrollo, demuestra nuestra firme voluntad de acompañar al nuevo gobierno y nuestra confianza en México, su futuro y en sus instituciones.
Junto a nuestros socios ofrecemos a México un amplio paquete de servicios financieros, de conocimiento y de convocatoria, desarrollados especialmente para facilitar soluciones de desarrollo “a la medida” del país. Estas van desde el ámbito económico y social, hasta innovaciones financieras en aseguramiento pasando por contención de riesgos ambientales y de catástrofes naturales, entre otros.
Como algunos de ustedes saben, soy turco y salvando las diferencias de contexto, hay similitudes marcadas entre Turquía y México, en cuento a los desafíos a enfrentar para llegar a un desarrollo pleno con oportunidades para todos. Ambos países son miembros de la OCDE, tienen intensos vínculos comerciales con países desarrollados y son percibidos como líderes en política económica y social por países en desarrollo. Turquía, por ejemplo, implemento reformas en el sector financiero, incrementando la profundidad del crédito y con ello logró enfrentar la crisis del 2008-2009 razonablemente bien, algo de interés para México. Por otro lado, México debiera ser una fuente de inspiración para Turquía en el establecimiento de presupuesto por resultados y la expansión de programas sociales.
Este tipo de intercambios Sur-Sur es clave y nos complace facilitarlo. Es que los avances de México trascienden sus fronteras, favorecerán sin duda a su población, pero también serán un ejemplo para muchos países del mundo entero como el mío, como Turquía. Esto explica porque para nosotros seguir acompañando a México es fundamental, pues nos permite aprender a lo largo del camino.
Emprendemos este recorrido con la esperanza de que a partir de 2013, México se convierta en el nuevo motor del crecimiento regional y así transformarse paso a paso en una sociedad cada vez más desarrollada, más equitativa, donde la prosperidad no sea sólo regocijo de las elites sino compartida con todos los ciudadanos, independientemente de su condición.
¡Muchas gracias!