Respaldamos resultados sólidos en materia de capital humano
El capital humano está conformado por la salud, los conocimientos, las capacidades, las habilidades y la resiliencia que las personas adquieren durante toda su vida. Les permite concretar su pleno potencial y convertirse en miembros productivos de la sociedad, y es un motor esencial del crecimiento económico, la reducción de la pobreza y la prosperidad compartida. Los países que invierten de manera eficiente y equitativa en la creación, protección y utilización del capital humano estarán más preparados para competir en una economía mundial que recompensa las habilidades cognitivas de alto nivel.
La pandemia de COVID‑19 pone de relieve la importancia de proteger el capital humano en tiempos de crisis. Nuestra nota de políticas Protección para las personas y las economías: Políticas integradas en respuesta a la COVID‑19 contiene un conjunto de recomendaciones, entre ellas: i) ciertas medidas, como la realización de pruebas y el rastreo de contactos, combinadas con el aislamiento, el confinamiento y el tratamiento de las personas infectadas, permiten contener la enfermedad y combatir la pandemia; ii) deben implementarse medidas para preservar los empleos, lograr mayor sostenibilidad en el crecimiento de las empresas y en la creación de puestos de trabajo, proteger los ingresos de los hogares y la seguridad alimentaria, y garantizar el acceso de las poblaciones vulnerables a los servicios, y iii) es necesario trabajar para preservar la estabilidad macroeconómica a largo plazo, generar confianza, mantener una comunicación clara y reconsiderar las políticas para reconstruir un mundo mejor con sistemas más sólidos para las personas y las economías.
Los impactos profundos de la crisis resaltan la urgencia de asegurar la cobertura sanitaria universal, establecer sistemas educativos sólidos, ampliar la cobertura de la protección social y garantizar programas y políticas flexibles para que los países puedan mitigar los efectos de la crisis y sentar las bases para la resiliencia futura.
Implementar el Proyecto de Capital Humano
El Proyecto de Capital Humano es una iniciativa mundial para acelerar el aumento y la mejora de las inversiones en las personas con el propósito de lograr un mayor grado de equidad y crecimiento económico. A fines del ejercicio de 2020, el proyecto incluía 77 países de todas las regiones y niveles de ingreso, lo que pone de manifiesto el amplio reconocimiento de la importancia del capital humano como motor clave del crecimiento económico, la reducción de la pobreza y la prosperidad compartida. El proyecto moviliza a asociados para mejorar los resultados en materia de capital humano, a fin de que todas las niñas y todos los niños crezcan bien alimentados y preparados para aprender, logren un aprendizaje real en la escuela, e ingresen al mercado laboral como adultos sanos, calificados y productivos.
El GBM se ha comprometido a ayudar a los países a mejorar el capital humano por medio de sus servicios de asesoría, análisis, operaciones e investigación. Al tiempo que los países abordan los impactos de la COVID‑19, estamos intensificando nuestro apoyo mediante la movilización y el despliegue de recursos humanos, insumos de importancia crítica y financiamiento para intervenciones de salud pública, nutrición, redes de seguridad social y servicios esenciales, como parte de la respuesta de emergencia, con especial orientación a los grupos vulnerables, como los adultos mayores, los trabajadores sanitarios y las personas que han perdido sus medios de subsistencia. Asimismo, seguimos ayudando a los países a mejorar los resultados en materia de capital humano y a acelerar los avances. A tales efectos, el GBM:
- implementa una nueva generación de operaciones de políticas de desarrollo multisectorial que se centran en desplegar los logros en materia de capital humano mediante la remoción de los cuellos de botella normativos e institucionales en diversos países, entre ellos Madagascar, Pakistán, Perú y Rwanda;
- dedica más atención a la pobreza de aprendizajes (el porcentaje de niños de 10 años que no pueden leer ni entender un texto breve), y adopta medidas para abordar la pérdida de aprendizaje, en particular a raíz del cierre de las escuelas durante la pandemia;
- promueve la ampliación de la cobertura sanitaria universal —servicios de calidad para todos sin generar dificultades financieras, incluso en los casos de pandemias, como la de COVID‑19—, con énfasis en la atención primaria, a fin de lograr, hacia 2023, que 1000 millones de personas más tengan cobertura;
- pone a las mujeres y las niñas en el centro de la escena a través de iniciativas orientadas a mejorar el acceso a la educación, los servicios de salud, las oportunidades económicas y el empoderamiento;
- asigna prioridad a las inversiones fundamentales en los primeros años de vida de los niños, para acrecentar los impactos derivados del acceso a la buena salud, la nutrición adecuada, la estimulación y el aprendizaje tempranos, el cuidado atento y la protección y seguridad, que perdurarán durante toda su vida;
- propicia la aceleración de las inversiones para impulsar la transformación económica, de manera que las inversiones en capital humano puedan traducirse en medios de subsistencia viables y en más y mejores empleos;
- proporciona asistencia analítica para ayudar a los Gobiernos a priorizar los gastos en un contexto de limitaciones fiscales y a implementar un sólido programa de evaluación, que incluya el seguimiento de las principales inversiones y resultados en materia de capital humano.
Además, estamos preparando una versión actualizada del Índice de Capital Humano con los últimos datos disponibles, que incluyen 17 perfiles de países más que la edición de 2018, un mayor desglose por género y una trayectoria de los datos sobre el capital humano en los países en un período de 10 años, con el objeto de orientar mejor el proceso de toma de decisiones.
Las alianzas para fomentar la colaboración y la difusión de los conocimientos también son fundamentales para el proyecto. En este contexto, una red de coordinadores conecta a funcionarios públicos de todo el mundo para difundir sus experiencias, soluciones innovadoras y lecciones aprendidas, incluso las relativas a la lucha contra la COVID‑19. Además, interactuamos con los promotores mundiales del proyecto en eventos importantes, como la Asamblea General de las Naciones Unidas y las Reuniones Anuales y de Primavera del Banco Mundial y el FMI, así como con otras partes interesadas clave. A efectos de abordar la crisis mundial de aprendizaje, hemos movilizado a diversos asociados, entre ellos la Agencia del Reino Unido para el Desarrollo Internacional, la Fundación Bill y Melinda Gates, la Unesco y Unicef. Asimismo, hemos establecido el Mecanismo General para el Capital Humano, un mecanismo de financiamiento de múltiples donantes para respaldar iniciativas catalizadoras orientadas a acelerar los resultados en materia de capital humano.
Responder ante la crisis mundial de aprendizaje
El mundo está ante una crisis de aprendizaje. Incluso antes de la COVID‑19, casi 260 millones de niños y jóvenes no asistían a la escuela. La baja calidad de la instrucción implicaba que muchos estudiantes estaban aprendiendo muy poco. Los niños y jóvenes más desfavorecidos tenían menos acceso a la escuela, las tasas de deserción escolar más altas y los mayores déficits en el aprendizaje.
En la Asamblea General de las Naciones Unidas, en septiembre de 2019, el GBM presentó un concepto nuevo, la “pobreza de aprendizajes”, que desarrollamos en estrecha colaboración con el Instituto de Estadística de la Unesco. En ese sentido, establecimos que la tasa de pobreza de aprendizajes en los países de ingreso bajo y de ingreso mediano ascendía al 53 %, lo que significaba que más de la mitad de todos los niños de 10 años no podía leer ni entender una narración sencilla. Para impulsar la acción en favor de los objetivos de educación y abordar esta crisis, en las Reuniones Anuales de 2019 dimos a conocer una nueva meta mundial para 2030, que consiste en reducir a la mitad, como mínimo, la tasa de pobreza de aprendizajes.
Con operaciones en más de 80 países, el Banco es el mayor proveedor de financiamiento externo para educación en los países en desarrollo. A través de financiamiento y servicios de análisis y asesoría, ayudamos a los países a crear y mejorar los sistemas que brindan educación a niños, jóvenes y personas que necesitan adquirir habilidades en la edad adulta. En la actualidad, financiamos más de 145 proyectos de educación, que abarcan desde el desarrollo en la primera infancia y la educación básica y secundaria hasta la adquisición de habilidades y la educación terciaria.
En el marco de la ayuda que proporcionamos para abordar los impactos de la COVID‑19, nuestra respuesta operacional procura mitigar los daños ocasionados por la pandemia y utilizar las inversiones realizadas para promover el aprendizaje a distancia durante la crisis como punto de partida para acelerar los avances hacia un sistema educativo más resiliente, equitativo y personalizado. Para brindar apoyo a los países mientras las escuelas están cerradas, hemos actuado con rapidez: hemos contribuido a crear sistemas de aprendizaje a distancia o a mejorarlos, entre otras cosas, a través del uso eficaz de los medios impresos, la radio, la televisión y la tecnología móvil. Además, colaboramos con la alimentación de aquellas personas que han dejado de tener acceso a las comidas escolares. Con el objeto de ayudar a los países a gestionar la continuidad durante la reapertura de las escuelas y minimizar la deserción escolar, estamos promoviendo la recuperación del aprendizaje, así como medidas que permitan asegurar que las escuelas funcionen de manera segura, entre ellas, protocolos sanitarios y mejores prácticas de higiene; campañas para fomentar la rematriculación y evitar deserciones a través de sistemas de alerta temprana; programas de alimentación escolar; la utilización de la tecnología para combinar el aprendizaje presencial y el aprendizaje a distancia, y la capacitación para ayudar a los docentes a evaluar y subsanar las pérdidas de aprendizaje.
A efectos de mejorar y acelerar el aprendizaje después de la reapertura, estamos ayudando a los países a crear sistemas educativos resilientes a través de iniciativas orientadas a garantizar la posibilidad de aprender en cualquier lugar; utilizar los datos para lograr que las escuelas sean más equitativas; brindar aprendizaje personalizado, y ofrecer más apoyo a los padres, los maestros y los estudiantes, incluido el apoyo socioemocional.
En estas iniciativas, trabajamos en estrecha colaboración con un conjunto de asociados, entre ellos Unicef, la Unesco, la Escuela de Educación de Harvard y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). A través de la reestructuración de proyectos, financiamiento adicional y proyectos nuevos en casi 60 países, hemos movilizado más de USD 2500 millones para la educación en el marco de la respuesta a la COVID‑19. Los siguientes son algunos ejemplos:
- En Turquía: un proyecto de emergencia por valor de USD 160 millones para colaborar con el Gobierno en la elaboración de contenido digital para televisión y canales en línea, así como cursos de recuperación y programas combinados de enseñanza y aprendizaje. Todos los materiales televisivos incluirán lengua de señas, subtítulos y transcripciones de audios para estudiantes con impedimentos auditivos y visuales. A través del proyecto, también se financiará la ampliación del actual sistema de educación en línea, así como orientación en materia de salud mental.
- En Pakistán: un plan de adquisiciones para ayudar al Ministerio de Educación Superior a proporcionar dispositivos electrónicos a todos los estudiantes para que puedan participar en oportunidades de aprendizaje a distancia.
- En Rwanda: un programa de instrucción interactiva con el que se procura llegar al 60 % de todos los estudiantes, así como un proyecto de USD 10 millones, financiado por la AME, que respalda el aprendizaje a distancia a través de la televisión, YouTube y la plataforma de aprendizaje electrónico del Gobierno. Cuando las escuelas estén abiertas nuevamente, el proyecto respaldará programas de apoyo o de recuperación, en particular para estudiantes que podrían desertar.
- En Nigeria: la reestructuración de un proyecto existente para ofrecer a 325 000 estudiantes lecciones interactivas por radio, paquetes digitales de actividades de autoaprendizaje, libros de cuentos y cuestionarios interactivos por telefonía móvil, así como apoyo docente a través de aulas virtuales en grupos de WhatsApp. También se otorgarán guías para padres a fin de respaldar el aprendizaje de las lecciones digitales en el hogar.
Garantizar una atención sanitaria accesible y de calidad
En marzo de 2020, el GBM anunció la creación del Mecanismo de Desembolso Rápido para la COVID‑19 con el fin de respaldar la respuesta de los países ante la pandemia. En esta respuesta temprana, se puso el acento en abordar las necesidades sanitarias inmediatas de los países a través de medidas orientadas a fortalecer la capacidad de los sistemas de salud, limitar la propagación de la pandemia, incrementar la vigilancia sanitaria y respaldar investigaciones para facilitar el desarrollo de vacunas y tratamientos. A su vez, estamos ayudando a los países a acceder a los insumos médicos que necesitan con urgencia, contactando a proveedores en su nombre.
En el ejercicio de 2020, aprobamos rápidamente operaciones sanitarias para ayudar a más de 100 países a luchar contra la COVID‑19. Esto forma parte del compromiso del GBM de destinar hasta USD 160 000 millones en un período de 15 meses (hasta junio de 2021) para atender las necesidades sanitarias de los países e impulsar la recuperación económica.
Nuestro trabajo se ve fortalecido por la colaboración con los principales asociados internacionales. En febrero de 2020, aunamos fuerzas con la OMS y otras organizaciones multilaterales para elaborar un plan estratégico de preparación y respuesta ante la COVID‑19 a nivel mundial y a nivel de cada país. En calidad de depositario de la Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias, convocamos una fuerza de trabajo integrada por múltiples partes interesadas para desarrollar una vacuna contra la COVID‑19 y contribuir a asegurar su distribución mundial en forma equitativa una vez que estuviese disponible.
Incluso antes de la COVID‑19, ya ayudábamos a los países en desarrollo a fortalecer su preparación para casos de pandemia. A través de los proyectos del Programa de Mejoramiento de los Sistemas Regionales de Vigilancia de Enfermedades en 16 países de África occidental y central, se viene fortaleciendo la capacidad intersectorial de colaboración en materia de vigilancia y preparación sanitaria, tanto a nivel nacional como regional. Tras la crisis de ébola de 2014-15 en África occidental, ayudamos a establecer el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África y numerosas instituciones nacionales de salud pública. Además, la AIF ha proporcionado USD 286 millones en respuesta a la décima epidemia de ébola en la República Democrática del Congo, que comenzó en agosto de 2018. También respaldamos el Proyecto de Creación de Redes de Laboratorios para el Sector de la Salud Pública en África Oriental, que sirvió para establecer una red de 40 laboratorios del sector de salud pública bien equipados y con personal capacitado y para mejorar la capacidad de diagnóstico y vigilancia en Burundi, Kenya, Rwanda, Tanzanía y Uganda. En la actualidad, esta red se utiliza para la respuesta a la COVID‑19.
Nuestro objetivo de alcanzar la cobertura sanitaria universal es fundamental para incrementar el capital humano. Ayudamos a los países a proporcionar servicios de salud asequibles y de calidad para todas las personas —independientemente de su capacidad de pago— mediante el fortalecimiento de los sistemas de atención primaria de la salud, la reducción del riesgo financiero asociado con la mala salud y el aumento de la equidad.
A pesar de los grandes avances en los resultados mundiales de salud, en el Informe mundial de seguimiento de la cobertura sanitaria universal 2019, elaborado por la OMS y el Banco, se señala que aún quedan grandes desafíos pendientes. Se calcula que, cada año, los habitantes de los países en desarrollo pagan en forma directa más de medio billón de dólares por la atención de la salud, lo que provoca dificultades financieras a más de 925 millones de personas y empuja a la pobreza extrema a casi 90 millones de personas. Reafirmamos nuestro compromiso de acelerar los avances en esta área en la primera Reunión de Alto Nivel de las Naciones Unidas sobre Atención Sanitaria Universal, que se llevó a cabo en septiembre de 2019. En cuanto uno de los 12 signatarios del Plan de Acción Mundial a favor de una Vida Sana y Bienestar para Todos, el GBM seguirá ayudando a los países a reducir las ineficiencias y a cumplir con sus compromisos internacionales en materia de salud.
Ayudamos a los países que deben hacer frente al envejecimiento de la población y a una carga creciente de enfermedades no transmisibles. Estas enfermedades causan el 70 % de las muertes en el mundo, la mayor parte de ellas en países de ingreso bajo y de ingreso mediano. Los servicios de atención primaria de la salud son fundamentales para prevenir, detectar en forma temprana y controlar y tratar las enfermedades, así como para promover la salud. A efectos de prevenir, detectar y tratar el cáncer, estamos fortaleciendo la capacidad de los ministerios de Salud en Burundi, Kenya, Rwanda, Tanzanía y Uganda a través de un programa regional de registros de casos de cáncer.
La COVID‑19 ha provocado graves interrupciones en el acceso de mujeres y niños a servicios de salud esenciales y vitales, que amenazan con hacer retroceder los avances realizados en el curso de muchos años para reducir la mortalidad maternoinfantil a nivel mundial. El Mecanismo Mundial de Financiamiento (GFF), una alianza impulsada por los países y gestionada por el GBM, proporciona financiamiento catalizador y apoyo técnico para proteger y promover servicios de salud y nutrición seguros y equitativos destinados a mujeres y niños y para forjar sistemas de salud más resilientes. Este mecanismo, que trabaja en 36 países de ingreso bajo y de ingreso mediano bajo con las tasas de mortalidad maternoinfantil más altas del mundo, ayuda a los Gobiernos a priorizar y planificar la continuidad de los servicios sanitarios esenciales durante la pandemia, fortalecer la prestación de los servicios en la primera línea y abordar las limitaciones para brindar servicios de salud sexual y reproductiva y otros servicios que salvan vidas. En Zambia, el Gobierno está incorporando los servicios esenciales de salud para las mujeres y los niños y medidas para combatir la violencia de género en su plan nacional de respuesta a la COVID‑19.
Antes de la pandemia, ya se observaban mejoras en la salud de las mujeres y los niños en los países que recibían apoyo del GFF. En Liberia, entre 2017 y 2019, el número de niños menores de 1 año que recibieron inmunizaciones aumentó un 52 %, y los partos asistidos por profesionales crecieron un 48 %. En Etiopía, entre 2016 y 2019, lo partos atendidos por personal sanitario calificado aumentaron del 28 % al 50 %, y el número de niños menores de 2 años que recibieron apoyo nutricional aumentó del 27 % al 44 %.
Esta base de datos es un recurso mundial para hacer un seguimiento de los avances en los principales indicadores del sector de la salud en países de todos los niveles de ingreso; el primer conjunto de datos se publicó en 2000. La última versión, publicada en 2019, incluye datos sobre la cobertura de los servicios de salud y los resultados de salud de 196 países, basados en 1204 encuestas. También aporta datos sobre la protección financiera en 149 países, basados en 646 encuestas, que abarcan la fracción de países que destinan más del 10 % de su ingreso total al sector de atención de la salud, así como el porcentaje de la población que se ha empobrecido debido al pago directo de los gastos en cuidados de este tipo.
Proteger a las personas pobres y vulnerables a través de programas de asistencia social
Los programas de asistencia social ayudan a proteger las vidas y los medios de subsistencia, a desarrollar y conservar el capital humano, y a empoderar a las personas para que tanto ellas como sus familias logren salir de la pobreza, lo que contribuye a crear sociedades más justas, equitativas e inclusivas. No obstante, el Atlas de protección social: Indicadores de resiliencia y equidad del Banco muestra que tan solo el 45 % de los habitantes del mundo cuenta con alguna forma de protección social; en los países más pobres, solo una de cada cinco personas pobres tiene acceso a redes de seguridad social.
Los sistemas eficaces de provisión de asistencia social revisten especial importancia en tiempos de crisis, dado que ayudan a gestionar los riesgos y a enfrentar las perturbaciones. Según el documento Sourcebook on the Foundations of Social Protection Delivery Systems (Guía sobre las bases de los sistemas de protección social), los sistemas bien desarrollados permiten lograr un mayor nivel de coordinación entre los programas, lo que garantiza que el apoyo llegue a las personas adecuadas y contribuye a lograr el máximo impacto posible. En respuesta a la COVID‑19, el GBM actuó con rapidez para movilizar los sistemas de protección social existentes en los países y ayudar así a las familias y las empresas a recuperar sus ingresos y preservar sus medios de subsistencia. Estamos incrementando en alrededor de USD 10 000 millones nuestra inversión en transferencias monetarias, en un período de 15 meses. También asistimos a los países en la preparación de sus sistemas de protección social y en la generación de resiliencia frente a futuras crisis.
En respuesta a la invasión de enjambres de langostas en varios países de África y Oriente Medio, establecimos el Programa de Respuesta de Emergencia frente a la Plaga de Langostas, de USD 500 millones, que está proporcionando apoyo a los hogares afectados a través de redes de seguridad social específicas para que puedan recuperarse y restablecer sus medios de subsistencia. El apoyo incluye transferencias de efectivo, dinero a cambio de trabajo, suministro de alimentos en situaciones de emergencia y paquetes de semillas y forraje que los agricultores pueden usar para restaurar sus cultivos y alimentar a su ganado.
Este tipo de crisis subraya la importancia de los sistemas de protección social flexibles, que se pueden ampliar con rapidez en tiempos difíciles para llegar a las personas afectadas. Dichos programas, a su vez, contribuyen a aumentar la resiliencia de los hogares pobres y vulnerables al incrementar su capacidad de preparación, respuesta y adaptación ante una crisis, incluso en lo referente a los riesgos climáticos y las situaciones de fragilidad o de conflicto. En India, el proyecto Pradhan Mantri Garib Kalyan Yojana (régimen de asistencia social para las personas pobres establecido por el primer ministro) permitirá incrementar las transferencias de efectivo y los beneficios alimentarios para 800 millones de personas, ofrecer servicios sólidos de protección social a los trabajadores esenciales que participan en medidas de alivio de la COVID‑19 y beneficiar a grupos vulnerables, en particular a los migrantes y a los trabajadores del sector informal.
Estamos ayudando a los países a incrementar marcadamente la cobertura hacia 2030 por medio de apoyo a programas de seguridad social, que incluyen transferencias de efectivo, obras públicas y programas de alimentación escolar. En Filipinas, se brinda apoyo a más de 4 millones de hogares a través de un programa de transferencias monetarias condicionadas, que explica una cuarta parte de la reducción de la pobreza en el país durante los últimos siete años. En Kenya, el Programa Nacional de Protección Social permitió aumentar de manera significativa la cobertura de transferencias de efectivo, de 1,7 millones de personas en 2013 a 5 millones de personas en 2019, de las cuales 2,3 millones eran mujeres.
La ampliación de la protección social de manera de abarcar a los trabajadores informales es un desafío no resuelto, dado que hasta el 80 % de los trabajadores de los países en desarrollo se ganan la vida en la economía informal y el número de trabajadores que carecen de plena protección también está aumentando en los países de ingreso alto. En vista de la naturaleza cambiante del trabajo, en el informe Protecting All: Risk-Sharing for a Diverse and Diversifying World of Work (Protección para todos: Distribución del riesgo para un mundo laboral diverso y en proceso de diversificación), se propone un enfoque sobre la protección del trabajador y la seguridad social más adaptado a un mundo laboral cada vez más diverso y variable, y se insta a los Gobiernos a brindar protección social independientemente del sector laboral. Teniendo en cuenta los impactos devastadores de la pandemia de COVID‑19 en las personas pobres, en particular las que trabajan en la economía informal, este modelo propuesto de protección del trabajador resulta más pertinente que nunca.