Más de 7 millones de niños menores de 5 años sufren desnutrición crónica en América Latina y el Caribe. Este dato es especialmente alarmante si tenemos en cuenta que los primeros mil días son los más determinantes en la vida de una persona.
Para revertir esta situación y lograr el desarrollo pleno de los bebés latinoamericanos, doce países de la región han decidido compartir buenas prácticas e iniciar un intercambio de conocimiento que deberá desembocar en la reducción del número de bebés con desnutrición crónica. Esto también tendría retornos en las economías de los países, ya que implicaría incrementar la fuerza productiva e intelectual.
En una reciente cita de expertos celebrada en Panamá, se presentaron un conjunto de herramientas (i) que buscan garantizar la salud, la seguridad alimentaria, y la nutrición de las madres vulnerables y de sus niños.
"Si queremos reducir la pobreza hay que evitar la desnutrición crónica a toda costa, y las intervenciones descritas en este conjunto de herramientas han demostrado además ser costo-efectivas", explicó Marie Chantal Messier, especialista nutricional del Banco Mundial. Según la experta, la idea fundamental de esta iniciativa es incentivar la implementación de políticas públicas para obtener retornos de las inversiones que los países realizan en el ámbito de la desnutrición infantil.
Y es que la malnutrición afecta significativamente más a los más pobres, y a los que tienen niveles educativos más bajos, y es por ello que los niños indígenas tienen aproximadamente el doble de probabilidades de tener retraso del crecimiento que los no indígenas. Si tan solo los países más afectados invirtieran correctamente en aspectos claves de nutrición, habrían más probabilidades de que los niños y niñas de la región crecieran saludables, de acuerdo a los expertos.