Cocinar, disponer de calefacción para calentar agua y al hogar, leer, escuchar la radio, cargar el celular, usar la computadora, mirar la TV. Para la mayoría de la gente estas actividades pueden darse por descontadas en pleno siglo XXI, pero para miles de habitantes de alejadas comunidades rurales es un gran desafío al no contar con electricidad. En Argentina, aún quedan casi 150.000 viviendas en estas condiciones, principalmente en el norte del país.
Desde 1999, el proyecto de Energías Renovables en Mercados Rurales (PERMER) apunta a poner fin a esta situación. Apoyada por el Banco Mundial y por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), la iniciativa conecta a hogares y escuelas a fuentes limpias de energía, como paneles solares y molinos eólicos.
Hasta hoy se han alcanzado en total a unos 25.000 usuarios residenciales y casi 2.000 escuelas, y además se han instalado 300 cocinas, hornos y calefones termosolares, y se han beneficiado unos 2.000 usuarios de pequeñas comunidades aisladas a través de pequeños sistemas eléctricos (generación y redes de distribución). El proyecto ha abarcado también casi 400 edificios públicos, como centros de salud, centros comunitarios, y puestos de Gendarmería y de la Administración de Parques Nacionales
En el esquema propuesto por el PERMER, el usuario recibe la instalación del sistema fotovoltaico o eólico y después paga por la operación y mantenimiento del servicio de acuerdo a sus posibilidades económicas.
“El proyecto asegura que haya responsables del correcto funcionamiento de los sistemas a nivel provincial y esto permite que sea sustentable en el largo plazo”, opina Lucía Spinelli, gerente del PERMER por parte del Banco Mundial.