Durante décadas, el temor definía la vida de los residentes de Complexo do Alemao, una comunidad pobre situada 16 kilómetros al norte del centro de Río de Janeiro.
A veces, los enfrentamientos entre bandas de traficantes de droga y la policía eran tan intensos que la gente no se atrevía a salir de la casa. “Solo salían si tenían una emergencia médica”, recuerda Tatiana Modesto, directora de un centro local de salud familiar.
Sin embargo, desde que una fuerza policial de mantenimiento de la paz (UPP, por sus siglas en portugués) recuperara la zona en noviembre de 2010, los 110.000 residentes de la favela ahora pueden desplazarse por el vecindario.
También gozan de mejores servicios de salud y educación gracias a UPP Social, iniciativa que cuenta con el apoyo del Banco Mundial. El programa es ejecutado por ONU-Hábitat y por el Instituto Pereira Passos, que coordina los proyectos de promoción económica en Río de Janeiro.
Salud preventiva
La iniciativa suministró fondos para la construcción y mantenimiento de una nueva clínica de salud familiar y para la Unidade de Pronto Atendimento, un centro local de urgencia, entre otros.
En la clínica, la comunidad tiene acceso a atención de salud preventiva. “Si hay una emergencia, el paciente es llevado a la sala de urgencia ubicada en el mismo edificio”, señala Tatiana. “El objetivo de ambos es disminuir la demanda de los servicios hospitalarios públicos”, agrega.
UPP Social también está a cargo del proyecto Escolas do Amanha que se ejecuta en el barrio Alemao. En cinco recintos que reciben apoyo, niños y niñas pueden asistir en jornada parcial o completa.
“Tienen acceso a laboratorios de computación, clases de arte y ahora están aprendiendo a hablar inglés”, dice Eliane Sampaio, directora del plantel escolar Affonso Varzea. En el establecimiento se ven carteles sostenidos por dibujos animados con frases en inglés.