En materia de seguridad vial, América Latina sigue ocupando el primer lugar en el triste ranking mundial de las regiones con las tasas de mortalidad más altas por accidentes de tráfico.
Se calcula que la inseguridad vial en la región deja cerca de 130.000 muertes al año, unos 6 millones de heridos y centenares de miles de personas con alguna discapacidad. La situación entre las personas de 15 a 44 años es aun más desoladora; para este grupo, los accidentes de tráfico se han convertido en la principal causa de muerte.
El mal estado de una parte de la red vial de la región, el consumo de alcohol, y no usar el cinturón de seguridad o el casco, son los principales factores que disparan el número de muertes.
Una de las personalidades que se unió a la causa de reducir las muertes en las carreteras es Zenani Mandela, hija del ex-presidente surafricano, Nelson Mandela, y actual embajadora del país en Argentina.
¨No podemos esperar más para actuar cuando sabemos que hay niños que morirán en las carreteras”, dijo Zenani Mandela, visiblemente conmovida por el recuerdo de la muerte de su nieta a causa de la embestida de un coche en 2010, durante el 3er encuentro de seguridad vial celebrado esta semana en Buenos Aires.
“Se trata de una epidemia global. Pero, a diferencia de otras crisis de salud, sabemos exactamente qué hacer: reforzar los límites de seguridad, mejorar los pasos peatonales y aceras, hacer vehículos más seguros y concientizar a través de la educación”, añadió la embajadora Mandela.
Sus palabras tienen un significado especial en América Latina, con los índices de siniestralidad vial más elevados del mundo (19.2 muertes por cada 100.000 habitantes). Suramérica, por su parte, está casi 2 puntos por encima del índice regional y más del doble del europeo.
Durante el evento, al que acudieron representantes de los gobiernos de la región y de organismos multilaterales, los expertos analizaron las medidas adoptadas en Latinoamérica durante el Decenio de Acción para la Seguridad Vial, e impulsaron el desarrollo de planes regionales y nacionales de seguridad vial.
Según explica José Luis Irigoyen, director de la unidad transporte, agua e ICT del Banco Mundial, el desafío de la seguridad vial no es solo un problema de salud pública, sino que también representa una amenaza para el desarrollo económico.
¨Las colisiones entre vehículos a motor representan entre el 1% y el 3% del PIB de los países del mundo. Y el impacto de la falta de seguridad vial es mayor entre los grupos más vulnerables de la población¨, afirmó.
Por eso, explica Irigoyen, es necesario profundizar el trabajo conjunto entre los sectores de Transporte y Salud, para poder fomentar acciones multi-sectoriales que sean sostenibles en el tiempo.