Los romaníes son una de las minorías étnicas más numerosas de Europa. Si bien muchos de ellos logran el éxito como profesionales y ciudadanos, muchísimos otros se encuentran entre los grupos más pobres y vulnerables de la región, y a menudo enfrentan pobreza generalizada, exclusión y discriminación.
Para que las sociedades europeas alcancen la prosperidad compartida y el crecimiento inclusivo, es imprescindible lograr condiciones equitativas para las poblaciones romaníes. Un nuevo informe del Banco Mundial titulado Being Fair, Faring Better: Promoting Equality of Opportunity for Marginalized Roma (i) (Ser justos para obtener mejores resultados: Promoción de la igualdad para los romaníes marginados) se centra en los romaníes de la región más susceptibles de sufrir marginación y analiza los modos de ampliar su acceso a las oportunidades.
En los países de Europa central y oriental que integran la Unión Europea y que albergan un número considerable de romaníes, las desigualdades entre estos y el resto de la población son notables y suelen comenzar en los primeros años de vida. Algunas de estas inequidades reflejan circunstancias familiares fuertemente arraigadas. Por ejemplo, un niño romaní tiene muchas más probabilidades de crecer en un hogar situado en el estrato más bajo de la distribución del ingreso, o de tener padres sin educación o de bajo nivel educativo.
Otras desigualdades son reflejo de las limitaciones en las oportunidades, como el acceso a bienes y servicios básicos (por ejemplo, educación de calidad y condiciones de vida adecuadas), necesarias no solo para que las personas puedan desplegar todo su potencial, sino también para vivir con dignidad.
Aunque está claro que la educación en la primera infancia sienta las bases para el éxito en el resto de la vida, los niños romaníes tienen la mitad de probabilidades de asistir al jardín de infantes que sus vecinos de otras etnias. De modo similar, los niños romaníes tienen sistemáticamente menos probabilidades de habitar en una vivienda que cuente con agua corriente, un baño y una cocina en el interior.
Los datos de las investigaciones indican que los padres romaníes por lo general tienen expectativas similares a los de otras etnias en lo que respecta a sus hijos. Por ejemplo, una mujer romaní (antropóloga húngara con un título de estudios avanzados) sostiene: "Mi mamá terminó la primaria y mi padre asistió a una escuela secundaria de educación profesional. Con los cambios políticos, muchas fábricas cerraron, y cuando mis padres perdieron sus empleos, empezaron a ganarse la vida vendiendo ropa. Tenían grandes expectativas respecto de mi hermano y de mí, y querían que llegáramos lejos. Nuestro trabajo era estudiar".
Sin embargo, la discriminación generalizada e incluso el diseño de las instituciones públicas a menudo provocan desigualdades en el acceso a los servicios básicos, lo que mina las perspectivas de las generaciones actuales y futuras de romaníes. Por ejemplo, una joven universitaria romaní de Rumania señala que "en la primaria, el edificio principal de la escuela no tenía espacio suficiente para todos los alumnos, así que los romaníes estudiábamos en un edificio abandonado, como a un kilómetro de la escuela principal. Allí la educación era muy mala. Cuando terminé, no estaba lista para la secundaria, tenía muchas lagunas en mis conocimientos. No sabía hablar rumano correctamente. Era la única romaní de mi clase en la secundaria y todos me trataban como si tuviera una enfermedad contagiosa".
La igualdad de oportunidades es una medida económica acertada
Ofrecer a los romaníes marginados un acceso igualitario a educación, condiciones de vida y servicios de salud adecuados es una decisión económica inteligente. Un creciente cúmulo de evidencias muestra que la igualdad mejora las perspectivas de crecimiento y su calidad y sostenibilidad.
Esto es especialmente cierto en Europa central y oriental. Debido al envejecimiento, a la emigración y a las bajas tasas de fertilidad, la población en edad de trabajar se está reduciendo, lo que pone en riesgo el crecimiento económico. Desde 1990, la población se ha reducido más del 15 % en Bulgaria y más del 5 % en Rumania y Hungría.
Los países pueden atenuar esta contracción promoviendo el envejecimiento activo, saludable y productivo, pero también invirtiendo en la joven y creciente población romaní, que encierra un enorme potencial. No obstante, en la actualidad, en Europa central y oriental, solo uno de cada cuatro romaníes tiene empleo, lo que representa una tasa muy inferior a la del resto de los habitantes.
Asimismo, los romaníes que trabajan a menudo tienen trabajos precarios e informales con salarios bajos, lo que muestra que aún enfrentan importantes obstáculos para encontrar empleos de calidad. Esto se debe en parte a que su nivel de capacitación es bajo e inadecuado, consecuencia a su vez de las desigualdades en el acceso a la educación que padecen desde edades tempranas.
Un joven romaní de Bulgaria señala que la mayoría de los miembros romaníes de su comunidad no puede encontrar empleos decentes porque su nivel educativo es bajo y sus habilidades, escasas. "Muchos emigran o trabajan en la economía informal, y algunos recurren a delitos menores para vivir", afirma. "Unas pocas familias romaníes viven de la agricultura y la cría de ganado".
Igualdad de oportunidades para lograr el éxito
En el informe (i) se analizan diversos caminos para lograr la igualdad de oportunidades entre las familias romaníes. Es esencial comenzar tempranamente. La promoción de una adecuada nutrición y del acceso a una educación de calidad en la primera infancia (con especial énfasis en los primeros 1000 días de vida) contribuirá en gran medida a generar oportunidades equitativas para las poblaciones romaníes de Europa.
La eliminación progresiva de la segregación en las escuelas, los incentivos para que los docentes trabajen en zonas marginadas, las tutorías y las clases de apoyo también ayudarán a muchos niños romaníes a convertirse en el futuro en adultos productivos.
Una joven romaní de Eslovaquia con título universitario pone de relieve los beneficios de estudiar en escuelas primarias y secundarias integradas. "Me alegra", dice, "porque si yo hubiera ido a una escuela segregada, probablemente no habría pasado de la primaria".
Un graduado universitario romaní de Bulgaria afirma: "Cuando era niño, no teníamos muchos juguetes, pero en casa había un montón de libros. Lo primero que hice cuando aprendí a leer fue leer todos los libros que teníamos. Creo que esa es la diferencia entre mi familia y otras familias de mi pueblo: los otros niños con los que yo jugaba no tenían muchos libros en sus casas".
Sin embargo, es posible que no baste con brindar igualdad de oportunidades educativas desde el inicio. Muchos romaníes quizá se vean frente a posibilidades desiguales en momentos críticos de sus vidas; por ejemplo, al buscar empleo.
Al mismo tiempo, es posible que las circunstancias familiares sigan configurando las perspectivas de los niños. En otras palabras, para que los beneficios de la educación se materialicen, es necesario implementar un conjunto más amplio de políticas que aborden las circunstancias desventajosas en las que se cría una gran proporción de los niños romaníes; por ejemplo, políticas que promuevan condiciones de vida decentes y el acceso de los padres al empleo. Si se les dan esas oportunidades, muchos de los que alguna vez fueron desfavorecidos tendrán la posibilidad de prosperar.