Cuando a mediados del siglo XIX, un explorador inglés descubrió por azar el lago Victoria, los 60 800 kilómetros de la ribera del lago estaban impolutos y solo interrumpidos por pequeñas bahías poco profundas, ensenadas y humedales.
Hoy en día, el lago y los recursos existentes en él impulsan la economía de Kenya, Tanzanía y Uganda. Su cuenca proporciona el 90 % de la energía hidroeléctrica de Uganda y energía hidroeléctrica a Burundi y Rwanda, y además suministra agua a grandes centros urbanos como Kampala, Kigali, Mwanza y Kisumu. El sector pesquero de la zona representa el medio de subsistencia de más de 3 millones de personas y genera unos USD 500 millones (dólares estadounidenses) en ingresos anuales. Los turistas se sienten atraídos por sitios emblemáticos como el Parque Nacional Serengueti y el Parque Nacional de los Volcanes, situados en las montañas, los bosques y las sabanas de la cuenca.
Las abundantes y tranquilas aguas del lago Victoria parecen contradecir los desafíos que este enfrenta. De manera periódica, grandes áreas del lago están cubiertas por hojas cerosas con flores de color púrpura. Si bien se trata de un espectáculo pintoresco, este jacinto acuático priva de oxígeno a las aguas más profundas y crea numerosos peligros para los residentes locales. En los alrededores del lago, la pérdida de cubierta forestal y la erosión de los suelos han tenido efectos graves sobre la productividad. Los humedales han sido drenados para realizar obras de construcción y actividades agrícolas. Las colinas secas están salpicadas de barrancos que destruyen las tierras agrícolas y las propiedades. Hay un flujo constante de sedimentos y elementos contaminantes hacia los ríos de la cuenca, lo que altera los ecosistemas acuáticos.
La cuenca superior soporta una densa población rural, en particular en Burundi (Rwanda) y en las tierras altas de Kenya. Varias ciudades grandes han proliferado en la ribera del lago debido a que este da acceso al transporte y la pesca. La cuenca alberga alrededor de un tercio de la población total de África oriental, y una proporción similar de los que viven con menos de USD 1,25 al día. La degradación ambiental plantea una amenaza no solo para los medios de subsistencia, sino también para la propia existencia de los habitantes de la región, cuyas vidas están inextricablemente vinculadas al lago.
“Los desafíos alrededor del lago no solo son ambientales; se trata también de la seguridad alimentaria de la población, el empleo, y la simple falta de esperanza en un futuro mejor”, dijo Telly Eugene Muramira, secretario ejecutivo adjunto de Programas y Proyectos de la Comisión de la Cuenca del Lago Victoria.
Hace más de 10 años, el Banco Mundial comenzó a trabajar en una iniciativa regional, e Programa de gestión ambiental del lago Victoria (LVEMP, por sus siglas en inglés), implementada por los Estados asociados de la Comunidad de África oriental (EAC, por sus siglas en inglés) (i) y sus Estados miembros: Burundi, Kenya, Rwanda, Tanzanía y Uganda. Ahora, la segunda fase del proyecto tiene como objetivo abordar los desafíos ambientales de la cuenca del lago Victoria en el largo plazo, pero también mejorar el bienestar de millones de habitantes que dependen de sus recursos.
Las personas, un aspecto clave para las soluciones
Si bien el proyecto tiene como propósito proteger los ecosistemas locales, esto se logra mediante el trabajo con las comunidades. Hay más de 600 proyectos de desarrollo impulsado por la comunidad (CDD, por sus siglas en inglés) que respaldan los medios de subsistencia inocuos para el medio ambiente, como la alimentación en establos que reduce la dependencia del pastoreo, la piscicultura que disminuye la presión en las pesquerías naturales del lago Victoria y el uso del biogás que hace a los habitantes menos dependientes de la leña. Más de 200 000 personas se verán beneficiadas con estos proyectos.
“No puede haber una gestión ambiental eficaz si no se mejoran los medios de subsistencia de millones de personas que viven y trabajan en la cuenca. Todas las intervenciones ambientales tienen objetivos más amplios, como la reducción de la pobreza y el crecimiento sostenible”, dijo Magda Lovei, gerenta del Departamento de Prácticas Mundiales de Medio Ambiente y Recursos Naturales.