Entrevistador: Si pudieras elegir, ¿cómo sería tu vida dentro de diez años?
Entrevistada: Creo que igual. (Risas)
Entrevistador: En cuanto a trabajo, ¿Qué piensas? ¿Quisieras trabajar, no quieres o no te importa?
Entrevistada: No, estoy bien así.
Entrevistador: ¿Y piensas volver a estudiar?
Entrevistada: No.
En Brasil, 11 millones de jóvenes, casi un cuarto de la población entre 15 y 29 años, no estudian ni trabajan. En un país cuya fuerza laboral está envejeciendo y comenzará a disminuir en 2035, un diálogo como ese suena preocupante.
Para arrojar luz sobre los jóvenes que no estudian ni trabajan, el Banco Mundial llevó a cabo un estudio en donde se realizaron 77 entrevistas cualitativas (como la de arriba) con jóvenes de 18 a 25 años del estado nordestino de Pernambuco, habitantes tanto de zonas urbanas como de las rurales.
Puedes conocer sus historias en el estudio “Si ya es difícil, imagínate para mí ...”, lanzado esta semana en Río de Janeiro. Miriam Müller, científica social del Banco Mundial y una de las autoras del informe, sostiene que es necesario deconstruir el término "nini" (ni estudia ni trabaja), porque no refleja las muchas diferencias entre esos jóvenes y, además, marca sobre ellos un enorme estigma.
"La culpa no es de los jóvenes. El estudio revela que algunas condiciones relacionadas con la pobreza y el género producen un conjunto de barreras difíciles de superar. Estas limitaciones perjudican sobre todo a las mujeres, que se ven afectadas en la capacidad de imaginar sus futuros, perseverar y tener resiliencia", evalúa la científica social alemana.
El fenómeno de los jóvenes fuera de la escuela y del mercado de trabajo no es un problema exclusivo de Brasil: el documento reseña que es un drama que se extiende al resto de América Latina y el Caribe, con consecuencias desafiantes.
Algunos estudios ya realizados en la región sugieren, por ejemplo, que el problema puede amenazar la productividad y el crecimiento a largo plazo. Además, como el 66% de los “ninis” latinoamericanos son mujeres, esto también puede contribuir a una transmisión intergeneracional de la desigualdad de género.
Discriminación y falta de apoyo
Los jóvenes brasileños considerados "ninis" o "desenganchados" tienen varias razones para estar así. La primera de ellas es lo que los investigadores llaman barreras a la motivación interna. Es decir, falta de aspiración o predisposición para volver a los estudios o al trabajo. En este perfil se encuentran principalmente las mujeres casadas y con hijos pequeños, viviendo bajo normas sociales que refuerzan su papel de cuidadoras y restringen sus oportunidades económicas.
En el segundo grupo están aquellos que expresaron motivación para volver a trabajar o estudiar, pero no tomaron una decisión porque les falta las herramientas necesarias para llevar a cabo esa aspiración. Aunque muchos de los entrevistados se han inscrito en el Examen Nacional de Enseñanza Media (Enem) o enviado currículos, no han continuado estos esfuerzos.
"Como esos jóvenes no tuvieron contacto con personas cuyas carreras les parecieran interesantes, no pudieron encarar sus aspiraciones como algo realista ni recibieron informaciones sobre cómo realizarlas. La escuela tampoco los apoyó", señala el informe.
Por último, el estudio cuenta la historia de jóvenes que, aunque se han esforzado en estudiar o trabajar, desistieron a causa de barreras externas. Entre ellos, los desafíos de conciliar empleo y aula, pocos recursos financieros o calificación, falta de transporte público seguro para moverse entre una actividad y otra, y la crisis económica del país. Asimismo, las que ya son madres relataron la discriminación que sufrieron por potenciales empleadores.