Underlina Cavalcante dos Santos es una productora de piña en Acre, Brasil, que gana lo que ella describe como un medio de vida bueno y estable para su familia en la comunidad de Bonal.
La piña, un cultivo comercial de corto plazo que genera beneficios inmediatos, es sólo una pieza del próspero sistema agroforestal de esta comunidad que también incluye árboles de caucho, palma de durazno (pejibaye) y otras especies forestales como parte de la restauración de 11.000 hectáreas de pastizales abandonados.
Brasil es el segundo mayor productor de piña en el mundo, pero los productores de Acre dicen que la inversión en agroforestería, que el Banco Mundial ha estado apoyando durante muchos años, es lo que realmente impulsa su futuro.
"Plantamos sin degradar el bosque amazónico", dijo Cavalcante dos Santos a un grupo de visitantes recientemente. "Salvar el bosque es importante para nosotros porque también ahorra medios de subsistencia", continuó. "Mantener el bosque también protege las áreas urbanas y nos brinda mejores condiciones para que vivan nuestras familias".
Acre está viviendo un renacimiento de los bosques con los consiguientes beneficios para su gente. El Estado se ha convertido en un emblema del control exitoso de la deforestación, la restauración de tierras degradadas y la inclusión económica. En los últimos años, otros países de la Amazonía han comenzado a aprender de la transformación de Acre.
Por ejemplo, durante la primavera pasada, el Programa Paisajes Sostenibles de la Amazonia (ASL, por sus siglas en ingles), financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF), organizó una visita de intercambio de conocimientos para estudiar las mejores prácticas en el manejo de los recursos naturales. Acre ofrece lecciones valiosas para los gobiernos y las empresas sobre cómo reducir la deforestación en toda una jurisdicción, al tiempo que aumenta el desarrollo económico sostenible y mejora la calidad de vida de su población.
Expandiendo el éxito de Acre
El bioma de la Amazonia abarca nueve países, con el 60 por ciento de la selva tropical ubicada en el norte de Brasil. En conjunto, Colombia, Perú y Brasil albergan el 83 por ciento de la Amazonia. Este, el bosque tropical continuo más grande, es también el hogar de unos 33 millones de personas, y secuestra alrededor de 70 mil millones de toneladas de carbono, beneficiando a todo el planeta.
Una serie de donaciones del GEF aprobadas para Brasil (USD $ 60,3 millones), Colombia (USD $ 21 millones) y Perú ($ 27,3 millones) apoyan el manejo de áreas protegidas y actividades de restauración forestal para mejorar los medios de subsistencia.