El aumento del hambre y la inseguridad alimentaria están en los titulares de todo el mundo.
El hambre ha ido aumentando desde 2014 debido a los conflictos, las crisis económicas y los fenómenos meteorológicos extremos. Según la FAO, 688 millones de personas pasaban hambre en 2019, en comparación con 624 millones en 2014.
Junto con la depreciación de la moneda y otros factores, esto a su vez ha hecho subir los precios de alimentos básicos como el trigo y el maíz. Al mismo tiempo, la pandemia ha afectado los medios de subsistencia, eliminado puestos de trabajo y recortado los ingresos, dejando a más y más personas sin poder comprar alimentos para sus familias. Como resultado, la cantidad de personas que enfrentan una "inseguridad alimentaria aguda", definida como el momento en que la vida o los medios de subsistencia de una persona están en peligro inmediato debido a la falta de alimentos, se duplicará a 272 millones de personas según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas.
La Asociación Internacional de Fomento (AIF), el fondo del Banco Mundial para los países más pobr y para ayudar a mejorar la seguridad alimentaria de las personas más vulnerables ahora y en el futuro.
“Abordar la inseguridad alimentaria requiere acciones para garantizar que las personas obtengan suficientes alimentos nutritivos a corto y largo plazo”, dice Martien van Nieuwkoop, director mundial del Departamento de Prácticas Mundiales de Alimentación y Agricultura. “Las redes de protección social y los programas de apoyo a los medios de subsistencia pueden aumentar la seguridad alimentaria de las personas vulnerables mientras enfrentan los devastadores impactos de la COVID-19 y se recuperan de ellos. Pero también se necesitan acciones para transformar el sistema alimentario de manera que pueda apoyar a las personas sanas, así como a un planeta y economías saludables en las próximas décadas”.
Ayuda alimentaria de emergencia en Afganistán
Según un informe de FEWSNET de noviembre de 2020, 6,8 millones de personas en Afganistán corren el riesgo de padecer inseguridad alimentaria aguda durante el periodo de escasez de marzo a julio de 2021. Los conflictos, la sequía, la alta tasa de desempleo y el lento crecimiento económico han dificultado que las familias afganas urbanas y rurales de ingreso bajo pongan comida en su mesa.
La pandemia, que provocó bloqueos, cierres de fronteras e interrumpió las actividades generadoras de ingresos, agravó aún más el problema del hambre en el país. Abdul Hadi, un jornalero de la aldea de Mandozai en Mehtarlam, tuvo dificultades para alimentar a sus ocho hijos una vez que atacó la pandemia. "No podemos encontrar ningún trabajo debido a la pandemia de coronavirus en estos días", dijo. "Nos dormimos con el estómago vacío varias noches".
El Banco está apoyando el programa Dastarkhwan-e Meli o "Mesa de comedor" del Gobierno afgano, destinado a aliviar el hambre y el desempleo en las comunidades más vulnerables del país. Para mayo de 2021, casi 750 000 hogares habían recibido, en el marco del programa, paquetes de ayuda que proporcionaban elementos esenciales para 2 a 3 semanas, entre ellos, aceite de cocina, arroz, frijoles y harina.
Al mismo tiempo, el proyecto de Agricultura y Abastecimiento de Alimentos de Emergencia (EATS) financiado por la AIF, está impulsando la producción local de alimentos brindando asistencia a los agricultores afectados por la pandemia. Para ayudar a impulsar la producción de trigo y reducir la dependencia de las importaciones, el proyecto financia la distribución de paquetes de semillas de trigo certificadas a una tasa subsidiada. Hasta la fecha, se distribuyeron 13 471 toneladas métricas de semillas de trigo certificadas a 269 000 agricultores en 34 provincias de todo el país. Aumentar la disponibilidad de semillas certificadas de calidad podría ser transformador para el sistema alimentario de Afganistán, donde es difícil conseguir buenas semillas. Es fundamental para impulsar la productividad agrícola y mejorar la seguridad alimentaria de los hogares vulnerables.
Apoyar a los agricultores en la República Kirguisa
Según el Programa Mundial de Alimentos, los trabajadores agrícolas de la República Kirguisa, cuyos ingresos disminuyen durante las temporadas de escasez de cosecha, son particularmente vulnerables a la inseguridad alimentaria. El Banco Mundial, con financiamiento del Programa Mundial para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria (GAFSP), está apoyando a los agricultores a largo plazo con técnicas de riego mejoradas para conservar el agua y aumentar la productividad en más de 10 000 hectáreas de tierras agrícolas. Más de 5000 agricultores se han beneficiado hasta ahora. “El agua es un bien precioso para nosotros y valoramos cada gota. Con cada gota, la calidad de vida de nuestras familias mejora”, dice Rabykan Syunova, agricultor de la región de Djalal-Abad.
El proyecto distribuirá además semillas de hortalizas y fertilizantes a unos 5380 agricultores para respaldar una cosecha sólida en 2021. Este apoyo para aumentar los ingresos ayudará a los agricultores a ganar suficiente dinero para comprar las necesidades básicas y mantener a sus familias. Esto es particularmente importante ahora que cerca de 40 000 personas perdieron sus trabajos, incluidos muchos trabajadores migrantes, debido a la pandemia de la COVID-19.
Por último, se están administrando programas comunitarios de educación nutricional en varias comunidades para ayudar a las personas a aprender pasos prácticos para mejorar la nutrición para ellos y sus familias. Hasta la fecha, más de 2000 personas han recibido semillas de hortalizas y han aprendido a cultivar alimentos nutritivos en sus patios traseros.
Apoyar a los agricultores en Haití
En Haití, una caída significativa de las remesas del extranjero comprometió la capacidad de las personas para comprar alimentos y la capacidad de los agricultores para financiar las siguientes temporadas agrícolas.
La AIF está apoyando a más de 21 000 hogares agrícolas, más de 100 000 beneficiarios, para obtener semillas, insumos y financiar otros costos de producción.
“Me beneficié de 350 plátanos del proyecto durante la campaña agrícola de primavera de 2020. Hoy estos árboles de plátano están en la fase de cosecha y planeo cosechar más de 300 racimos de plátanos. Con la venta en el mercado, recaudaré más de USD 3200. Parte de los recursos generados por esta venta se usará para atender a mi familia y la otra parte se reinvertirá en la plantación”, dice el Sr. Thompson Dabresil de la Región de Nippes.
Esta asistencia está ayudando a salvaguardar dos temporadas agrícolas. En la primera temporada, a través de la campaña primavera y verano 2020, 16 000 hogares agrícolas de las regiones de Nippes y Sur, que representan a más de 80 800 beneficiarios, recibieron insumos, semillas, preparación de la tierra y apoyo técnico y se desarrollaron más de 11 300 hectáreas de tierras de cultivo. Durante esta primera temporada, se entregaron a los agricultores 163 toneladas métricas de semillas y 1334 toneladas métricas de fertilizantes.
Durante la segunda temporada, el proyecto apoyará a más de 5000 hogares agrícolas, que representan a 25 000 beneficiarios, para desarrollar más de 14 000 hectáreas. Este apoyo impulsará el sistema alimentario local y las comunidades beneficiarias en los próximos años.
Ingresos sostenibles —y estabilidad— para agricultores de Camboya
La caída de las remesas debido a la pérdida de puestos de trabajo por la pandemia también está paralizando a los agricultores de Camboya. Según Kao Phalla, de la provincia de Kratie, el apoyo que recibió de sus hijos en Tailandia, Phnom Penh y Siem Reap se redujo a unos USD 60 al mes en el punto álgido de la pandemia, lo que dificulta el mantenimiento de su granja y su familia.
Un proyecto respaldado por la AIF, está asegurando tierras para pequeños agricultores como Phalla y brindando capacitación agrícola. Hasta la fecha, 5091 familias de pequeños agricultores y sin tierra han recibido unas 16 000 hectáreas de tierra. También han recibido semillas y capacitación para mejorar la productividad de los cultivos comerciales −hortalizas, mandioca, anacardo y árboles de caucho− y ganado.
Los agricultores están aplicando lo que han aprendido a la tierra que ahora poseen, aumentando su productividad e ingresos. Esto ha traído a los agricultores más estabilidad y tranquilidad.
Naeng Chheoun, de la aldea de Prey Thom dice: “Esta es nuestra segunda oportunidad en la vida y realmente no quiero perderla de nuevo. Solíamos vivir en un pasado terrible en el que no teníamos suficiente comida para comer ni tierra para cultivar. Nos mudábamos de un lugar a otro solo para vender nuestro trabajo para sobrevivir”.
Aprovechar la tecnología para brindar alivio en Togo
Debido a la COVID-19, casi el 22 % de la población de Togo necesitó asistencia humanitaria y el 23,8 % de los niños menores de 5 años sufrió desnutrición crónica en 2020.
En abril de 2020, Togo inició un programa llamado Novissi, que significa solidaridad en el idioma local Ewe, para proporcionar transferencias de efectivo a los ciudadanos que perdieron sus ingresos debido a la pandemia. El desafío era cómo encontrar rápidamente a las personas que necesitaban ayuda.
La inteligencia artificial, las encuestas telefónicas y las imágenes satelitales de alta resolución ayudaron a encontrar los hogares y comunidades donde había una gran necesidad. El tamaño de las casas, la calidad del material del techo, la ausencia de caminos y la falta de acceso a masas de agua fueron claves para identificar las zonas más empobrecidas. El Banco apoyó el despliegue de métodos basados en datos para identificar a los ciudadanos más necesitados y también proporcionó USD 72 millones para financiar sistemas de prestación de protección social, incluido el programa de transferencia de dinero móvil sin contacto.
La primera fase del programa de asistencia social de emergencia de Novissi, desde el 7 de abril de 2020 hasta el 1 de septiembre de 2020, proporcionó transferencias de efectivo a 572 852 trabajadores del sector informal en el área del Gran Lomé, la prefectura de Tchaoudjo y el cantón de Soudou. Más de 373 850 de los beneficiarios fueron mujeres.
Eric Dossekpli, un agricultor de 49 años de Anfoin Avele, Togo, fue una de las personas que se benefició de Novissi. Con la crisis del coronavirus, ya no ganaba lo suficiente para cubrir las necesidades básicas de su familia y las matrículas escolares de sus seis hijos. "No sabía cómo iba a comprar comida, cómo iba a comprar lo que necesitaba para mi hogar", dice. Cuando se enteró del programa de Novissi, lo solicitó y calificó. Pronto recibió dinero que lo ayudó a cubrir las necesidades básicas de su familia.
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