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ARTÍCULO Octubre 27, 2021

Adoptar una perspectiva integral de la riqueza para enfrentar los desafíos de desarrollo actuales


TITULARES

  • La contabilidad de la riqueza ofrece nuevas maneras de dar seguimiento a la sostenibilidad y permite a los encargados de la formulación de políticas mirar más allá del PIB. La riqueza mundial nunca había sido tan vasta, y durante los pasados dos decenios los países de ingreso mediano han logrado enormes avances en este sentido. Sin embargo, la riqueza mundial también enfrenta riesgos sin precedentes.
  • Pese al aumento de su valor, la proporción de capital natural renovable en el total de la riqueza está disminuyendo. Muchos activos, como las pesquerías oceánicas, están siendo degradados y sobreexplotados. La caída en los precios de los productos básicos ha puesto de manifiesto el riesgo y la volatilidad que entrañan los activos de capital natural no renovable. Para gestionar la transición hacia un modelo con bajas emisiones de carbono, los países ricos en combustibles fósiles deberán adoptar medidas para diversificar sus inversiones y destinarlas a otros tipos de riqueza que promuevan el crecimiento sostenible.
  • El capital humano, que sigue siendo el principal componente de la riqueza a nivel mundial, se ve limitado por las persistentes disparidades de género, así como por desafíos sanitarios como la COVID-19 y la contaminación atmosférica.

El mundo enfrenta enormes desafíos interrelacionados: la pandemia de COVID-19, el cambio climático y la pérdida de la naturaleza. Son crisis que obligan a replantear el enfoque y la comprensión del desarrollo. Mientras que los encargados de la formulación de políticas, los inversionistas y los especialistas en desarrollo de todo el mundo intentan determinar cómo embarcarse en una trayectoria de desarrollo más verde, más resiliente e inclusiva,

Al igual que una empresa determina su valor analizando sus ingresos y su balance general, l Por sí solo, el PIB no es suficiente para salvaguardar la prosperidad. De hecho, las políticas centradas en el crecimiento del PIB a menudo buscan aprovechar al máximo las oportunidades de obtener ingresos a corto plazo a expensas de los ingresos y el bienestar futuros, entre otras cosas degradando la naturaleza en aras de obtener ganancias en el corto plazo.

El informe La riqueza cambiante de las naciones 2021 (i) es la última edición de una serie en la que se presenta el concepto de riqueza como un indicador complementario del PIB. En el documento se estudia la riqueza de 146 países entre 1995 y 2018 y se mide el valor económico del capital natural renovable (como los recursos forestales, agrícolas y oceánicos), del capital natural no renovable (como los minerales y los combustibles fósiles), del capital humano (los ingresos que genera una persona durante su vida), y del capital producido (como los edificios y la infraestructura), y los activos externos netos. Al analizar todos estos activos, que sustentan el ingreso nacional, la contabilidad de la riqueza constituye un instrumento para dar seguimiento a la sostenibilidad del progreso económico en el futuro.

Desde la última edición del informe, en 2018, se han hecho grandes avances en la manera de cuantificar la riqueza nacional. Entre otras cosas, se han agregado mediciones para el capital natural azul, como las pesquerías marinas y los manglares, y se ha aumentado el número de países incluidos, lo que hace que estas cuentas de riqueza sean las más completas disponibles. Y por primera vez, en el informe se examinan las previsiones de los efectos de riesgos futuros, como el cambio climático y la transición hacia un modelo con bajas emisiones de carbono.


Riqueza a nivel mundial: principales conclusiones

Algunas noticias son buenas: a nivel mundial, la riqueza aumentó considerablemente entre 1995 y 2018, y los países de ingreso mediano están alcanzando a los países de ingreso alto, en gran medida debido al rápido crecimiento de Asia. Durante dicho período, los países de ingreso mediano alto duplicaron con creces su riqueza total.

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Sin embargo, al analizar más de cerca las cuentas de riqueza se observa un panorama menos alentador. Desafortunadamente, persiste la desigualdad entre los países. Entre 1995 y 2018, la participación en la riqueza mundial de los países de ingreso bajo, donde vive el 8 % de la población mundial, se mantuvo prácticamente sin cambios, por debajo de un 1 %. En lo referido a la riqueza per cápita, un indicador de la sostenibilidad, las tendencias también son preocupantes. En 26 países, de los cuales casi la mitad se encuentran en África al sur del Sahara, la riqueza per cápita en realidad disminuyó entre 1995 y 2018.

Si bien la riqueza está aumentando en todo el mundo, en algunos países este incremento podría ir en detrimento de la prosperidad futura. Aun en un contexto de aumento del PIB, si la riqueza de algunas categorías de activos está disminuyendo, el crecimiento podría ser insostenible. La disminución de la riqueza per cápita va en contra de uno de los principios clave de la sostenibilidad: que las generaciones futuras no queden en peor situación que las actuales.

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Cambios en la riqueza total y per cápita, 1995 a 2018

Capital natural renovable

El capital natural renovable, como los bosques, las tierras cultivables y los recursos oceánicos, constituye una enorme proporción de la riqueza en los países de ingreso bajo. Este tipo de capital brinda servicios ecosistémicos clave de los que dependen las economías y los medios de subsistencia. Esto implica que, desde la perspectiva del desarrollo socioeconómico sostenible y la reducción de la pobreza, es aún más importante gestionar esta riqueza con cuidado y no agotar los activos naturales en aras de aprovechar oportunidades de aumentar los ingresos en el corto plazo.

Entre los países de ingreso bajo y mediano, la riqueza forestal per cápita disminuyó un 8 % entre 1995 y 2018, en gran medida debido a la degradación y a la conversión de las zonas boscosas en superficies agrícolas. A nivel mundial, el valor de las poblaciones de peces se ha desplomado un 83 % debido a la mala gestión y a la pesca excesiva. Sin embargo, el valor de los servicios de protección contra las inundaciones que ofrecen los manglares ha aumentado más de 2,5 veces hasta alcanzar los USD 547 000 millones. El valor de las zonas protegidas también ha aumentado con rapidez. Las inversiones en estos tipos de capital natural podrían ayudar a los países a incrementar su resiliencia y su riqueza futura.

Si bien en esta edición del informe todavía no se asigna ningún valor a la energía renovable, los activos de energía hídrica, eólica y solar podrían ofrecer una considerable riqueza a las naciones. Mejorar las políticas climáticas y energéticas, por ejemplo, asignando un precio a las emisiones de carbono, podría suscitar un rápido aumento del valor de los activos energéticos.

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Capital natural renovable: Valor de la riqueza per cápita en 2018 y participación en el total de la riqueza

Capital natural no renovable

Los países con un porcentaje desproporcionado de riqueza procedente de activos individuales, en particular de recursos del subsuelo, como el petróleo, el gas y los minerales, han debido enfrentarse a la volatilidad y, en algunos casos, a la disminución de su riqueza, principalmente debido a la caída de los precios de los productos básicos. Tradicionalmente, las formas de capital nocivas para el medio ambiente, como los combustibles fósiles que emiten carbono, a menudo están sobrevaloradas, lo que da lugar a incentivos de mercado para invertir en exceso en estos activos. , en particular los combustibles fósiles, y subraya la importancia de la diversificación de activos. En el informe se señala que la transición hacia un modelo con bajas emisiones de carbono podría disminuir el valor mundial de los combustibles fósiles entre USD 4,4 billones y USD 6,2 billones (es decir, entre un 13 % y un 18 %) entre 2018 y 2050. Los países pueden gestionar este riesgo reinvirtiendo la riqueza proveniente de los combustibles fósiles en otros tipos de riqueza que no dependan de las cadenas de valor de este tipo de combustibles, por ejemplo, en el capital humano.

Capital humano

El capital humano, que se calcula en función de los ingresos de la población a lo largo de su vida, es la fuente de riqueza más importante en el mundo, y representó un 64 % del total de la riqueza mundial en 2018. Gracias a sus mayores inversiones en el capital humano, la participación de los países de ingreso mediano en el total mundial de este tipo de riqueza ha aumentado considerablemente. En general, la proporción del capital humano con respecto al total de la riqueza aumenta a medida que los países alcanzan mayores niveles de desarrollo económico, con la excepción de los países de ingreso alto cuya riqueza depende de los combustibles fósiles, y en los que el capital humano representa la menor proporción. Sin embargo, las disparidades de género limitan el desarrollo del capital humano. Durante los pasados 25 años no se han logrado muchos avances para mejorar la paridad de género. A nivel mundial, en 2018 las mujeres representaban apenas un 37 % del capital humano, un aumento de apenas 2 puntos porcentuales desde 1995. Las mujeres representan menos de un 40 % del capital humano en todos los niveles de desarrollo.

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Proporción de activos de capital natural no renovable en el total de la riqueza: Países donde esa proporción es mayor, 2018

La contaminación del aire en los espacios abiertos y cerrados también está limitando el potencial del capital humano. Si la contaminación atmosférica no ocasionara muertes prematuras, el capital humano a nivel mundial habría sido un 0,3 % más alto en 2018.

Si bien los efectos a largo plazo de la pandemia de COVID-19 aún se desconocen, , serán los más perjudicados. En términos de la proporción del capital humano, se prevé que África al sur del Sahara y Asia meridional sufrirán los mayores retrocesos.


Cómo utilizar La riqueza cambiante de las naciones para diseñar políticas de desarrollo sostenible

Se espera que los encargados de la formulación de políticas y otros utilicen los datos incluidos en este informe para mejorar las mediciones del progreso económico y promover políticas que mejoren las vidas de las generaciones futuras. En el informe se recogen varias recomendaciones para que dichos encargados diversifiquen y reequilibren sus carteras nacionales y las hagan más resilientes y sostenibles.

  1. Medir la riqueza y hacerle seguimiento. Los Gobiernos deben ir más allá del PIB para medir la riqueza y hacerle seguimiento, y en este informe figuran datos y análisis útiles para lograrlo. Otros administradores de activos, como las personas, las empresas y los inversionistas, también pueden marcar la diferencia si toman en cuenta la contabilidad de la riqueza en sus estrategias ambientales, sociales y de gobernanza.
  2. Invertir en una riqueza sostenible. Se necesitan inversiones activas en los bienes públicos como la educación, la salud y la naturaleza para evitar su agotamiento insostenible y gestionar los riesgos del futuro. También deben promoverse políticas que fomenten la inversión en la riqueza general.
  3. Establecer incentivos de políticas para proteger y aumentar el valor de la riqueza. Asegurarse de que los precios de los activos promuevan su sostenibilidad a largo plazo. Asignar precios incorrectos a activos como los combustibles fósiles que emiten carbono puede dar lugar a la sobrevaloración y el consumo excesivo, a la vez que los activos naturales y los activos humanos quedan subvalorados. Para evitarlo, podrían adoptarse medidas como redirigir los subsidios que son nocivos para la pesca, establecer precios para el carbono y promover el uso de los activos de energía renovable.
  4. Diversificar y reequilibrar las carteras de activos. La diversificación de la riqueza, en particular para disminuir su dependencia de las cadenas de valor de los combustibles fósiles, aumenta la resiliencia del desarrollo económico ante las perturbaciones futuras.

El desarrollo económico, la prosperidad de las comunidades y la naturaleza se pueden complementar entre sí; de hecho, esto es esencial si se espera que las personas prosperen en este planeta. En el informe La riqueza cambiante de las naciones (i) se brindan perspectivas, datos y análisis actualizados para ayudar a los países a enfrentar este desafío y establecer incentivos de política adecuados para generar una riqueza integral. Hacerlo ayudará a gestionar los riesgos climáticos y ambientales y a garantizar que las personas disfruten del bienestar actual, al tiempo que se sientan bases más sólidas para las próximas generaciones.



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