Invertir en el clima durante épocas turbulentas
Si bien los países enfrentan un aumento de la inflación y niveles desiguales de recuperación tras la pandemia de COVID-19, el cambio climático no se ha desacelerado. El año 2022 ya figura entre los 10 años más cálidos de los que se tiene registro (i). Los impactos climáticos amenazan con empujar a millones de personas a la pobreza.
El Grupo Banco Mundial (GBM) se ha comprometido a ayudar a los países en desarrollo a mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar la resiliencia frente a los impactos climáticos, al tiempo que satisfacen las prioridades básicas de desarrollo. Este es el enfoque central del Plan de Acción sobre el Cambio Climático 2021-25 del GBM, que ya está generando resultados.
Entre ellos se encuentran los siguientes:
- Un impulso significativo al financiamiento climático en general: En el ejercicio de 2022, el financiamiento del GBM para inversiones relacionadas con el clima alcanzó el 36 %, lo que equivale a USD 31 700 millones, superando así la nueva meta de financiamiento climático del 35 % establecida en el Plan de Acción sobre el Cambio Climático 2021-25. Dicho monto corresponde a la proporción total del financiamiento que está directamente relacionado con la acción climática en todos los proyectos del GBM y se calcula a partir de la metodología conjunta acordada por los bancos multilaterales de desarrollo. Se trata de un aumento del 19 % respecto de los USD 26 600 millones alcanzados en el ejercicio anterior.
- Un importante incremento del financiamiento destinado a la adaptación en particular: Además, el financiamiento del Banco Mundial (Asociación Internacional de Fomento [AIF]/Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento [BIRF]) también aumentó a un nivel récord de USD 12 900 millones, lo que representa el 49 % de su participación total en el financiamiento climático. Esta cifra se corresponde en gran medida con el compromiso del GBM de lograr la paridad entre el financiamiento para mitigación y para adaptación.
- Innovaciones analíticas que permiten establecer prioridades en materia de desarrollo y cambio climático: El GBM anunció un nuevo informe de diagnóstico básico para todos los países donde se llevan a cabo operaciones: en los informes sobre el clima y el desarrollo de los países (CCDR) (i) se analiza la manera en que estos pueden alcanzar sus objetivos de desarrollo, al tiempo que procuran mitigar los impactos del cambio climático y adaptarse a ellos. Hasta ahora, el GBM ha publicado CCDR para Türkiye (i) y Vietnam (i), y se finalizarán otros 20 para fines de este año.
A continuación se presenta un panorama de los cobeneficios climáticos del GBM, en el que se analiza de qué manera este tipo de financiamiento climático está generando resultados:
Ayudar a 3,4 millones de personas a adaptarse al cambio climático en Nigeria
El cambio climático está causando un grave estrés hídrico en Nigeria, lo que provoca el aumento de la frecuencia y la intensidad de las sequías. Esto afecta el crecimiento económico del país: podría costarle hasta el 30 % de su producto interno bruto para 2050, lo que menoscabaría los medios de subsistencia de millones de hogares, empeoraría la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia, y aumentaría el riesgo de conflictos violentos.
La gestión sostenible del paisaje puede ayudar a las comunidades locales a ser más resilientes y adaptarse a las cambiantes condiciones de las tierras secas. Mediante el Proyecto de Resiliencia Agroclimática en Paisajes Semiáridos (i), de USD 700 millones, se busca elaborar 20 planes de gestión de cuencas hidrográficas que abarquen todo el norte de Nigeria. Se priorizarán inversiones que puedan frenar la desertificación y, al mismo tiempo, respaldar los medios de subsistencia basados en los recursos naturales; por ejemplo, invertir en oasis y humedales sostenibles puede ser vital para la adaptación y proporcionar ingresos alternativos a las comunidades. El proyecto está diseñado para garantizar la participación a nivel comunitario, fortalecer la capacidad y coordinación locales entre los diferentes grupos, y garantizar la transparencia de los distintos organismos, de modo que las soluciones climáticas también consoliden los sistemas institucionales existentes.
El 88 % del financiamiento del proyecto se destina a respaldar actividades centradas en fortalecer la resiliencia y la adaptación climáticas.
Movilizar financiamiento privado para ayudar a ecologizar la economía de India
India es uno de los países más vulnerables al cambio climático, dado que experimenta fenómenos meteorológicos extremos, como inundaciones, sequías y ciclones, con gran frecuencia. Si bien ha logrado importantes avances en la reducción de la pobreza en los últimos años, dichos avances están en riesgo debido a varios factores, entre ellos el cambio climático, que amenaza la estabilidad del sistema financiero del país, y podría generar pérdidas económicas considerables para las microempresas y las pymes, y un gran daño a la infraestructura.
En el marco del proyecto Promoción del Financiamiento Privado para la Recuperación y el Crecimiento Sostenibles (i) (operación para políticas de desarrollo) se respaldarán los esfuerzos de India por lanzar al mercado su primer bono verde soberano destinado a financiar inversiones en infraestructura sostenible; mejorar la difusión de información sobre gobernanza ambiental y social de las empresas que cotizan en bolsa, y desarrollar un mercado nacional de comercio de carbono. Estas reformas son fundamentales para implementar los ambiciosos anuncios realizados por India en la 26.a Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, entre ellos la meta de cero emisiones netas y su contribución determinada a nivel nacional.
Este proyecto, en cuyo marco se destina el 26 % de los fondos a respaldar acciones climáticas que abarcan toda la economía tiene como objetivo mejorar las condiciones para que el sector privado desempeñe un papel fundamental a la hora de generar financiamiento a largo plazo para la acción climática en el país.
Potenciar los resultados vinculados a la salud y al clima para más de 11 millones de marroquíes
En 2020, la crisis provocada por la pandemia de COVID-19 y las perturbaciones agrícolas relacionadas con el clima sumergió a Marruecos en una profunda recesión, con lo que su producto interno bruto real se contrajo un 6,3 %. A pesar de que la respuesta del Gobierno a la COVID-19 fue rápida y se llevaron a cabo reformas clave, el cambio climático sigue amenazando con revertir los avances en materia de desarrollo y agravar las vulnerabilidades económicas y sociales existentes. También se observan algunos impactos significativos en la salud asociados con el aumento de las temperaturas y las olas de calor, lo que incluye el riesgo de enfermedades transmitidas por vectores, como la fiebre del dengue y el paludismo, o la exposición al sol o al calor de quienes trabajan al aire libre en sectores como el turismo o la agricultura. También es probable que el cambio climático aumente la frecuencia de las sequías y las inundaciones que amenazan el sustento de los pequeños agricultores y los agricultores de subsistencia vulnerables.
El Proyecto de Reforma de la Salud y la Protección Social en Marruecos (i), de USD 500 millones, es el primero de una serie destinada a respaldar los esfuerzos del Gobierno por mejorar la protección contra los riesgos para la salud y las pérdidas de capital humano (especialmente durante la infancia, y también durante la vejez en entornos de pobreza), y consolidar la gestión del riesgo climático y la resiliencia ante los fenómenos catastróficos. Respalda la ampliación de los seguros de salud a 11 millones de personas, la prestación de servicios de salud resilientes al clima, un sistema de protección social adaptativa, una mayor capacidad local para gestionar los riesgos climáticos y de desastres, y la creación de mecanismos de seguros para proteger a los agricultores vulnerables contra las inundaciones y las sequías.
El 37 % de este proyecto respalda directamente acciones relacionadas con el clima.
Financiar océanos saludables y agua potable: primera inversión azul de IFC en Rumania y Tailandia
En el ejercicio de 2016, lFC, la institución del GBM dedicada al sector privado, otorgó un histórico préstamo de EUR 100 millones —el primero de su tipo para Europa central y oriental— a Banca Transilvania SA (i), lo que permitió a dicha entidad ayudar a ampliar el acceso al agua y mejorar el tratamiento de aguas residuales en Rumania. Además, TMBThanachart Bank Public Company Limited (i) se convirtió en el primer banco comercial en emitir un bono azul en Tailandia, gracias a un préstamo de USD 50 millones de IFC destinado a ampliar el acceso al financiamiento para soluciones climáticamente inteligentes y proyectos de economía azul. IFC ha venido promoviendo un mercado mundial de financiamiento de la economía azul (i) destinado a salvaguardar el acceso al agua potable, proteger los océanos y los cursos de agua, y seguir reduciendo las emisiones de carbono.
El porcentaje de cobeneficios climáticos de estos proyectos es del 100 %.
El primer proyecto a gran escala de energía solar y baterías de Malawi
Malawi registra las tasas de acceso a la electricidad más bajas del mundo: apenas el 11,2 % en 2019. La mayor parte de la capacidad de generación eléctrica existente —el 75 %— depende de la energía hidroeléctrica (un porcentaje significativo proviene del lago Malawi), razón por la cual el país es vulnerable a los impactos del cambio climático y se producen apagones frecuentes y prolongados. Además, los niveles de máxima demanda actualmente se gestionan utilizando generadores diésel costosos y contaminantes. El Gobierno nacional propone elevar los niveles de electrificación al 30 % para 2030 con el fin de aumentar el suministro eléctrico de los nuevos productores independientes y conectar nuevos clientes a la red.
A principios de este año, el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA) emitió garantías por valor de USD 24 millones para inversiones en una nueva planta de energía solar fotovoltaica de 20 megavatios (i) que incluye un sistema de almacenamiento de energía en baterías, el primero en Malawi. Dicha planta, la segunda productora independiente de energía eléctrica del país respaldada por MIGA, agrega una nueva fuente de suministro de energía limpia que reducirá en 45 000 toneladas métricas las emisiones de dióxido de carbono durante su ciclo de vida. El sistema de almacenamiento en baterías (de 5 megavatios/10 megavatios por hora) se instaló y se puso en marcha al mismo tiempo que la planta y tiene una vida útil de hasta 15 años.
El porcentaje de cobeneficios climáticos de este proyecto es del 100 %. El proyecto también se ajusta a lo establecido en el Acuerdo de París sobre la necesidad de reducir las emisiones de carbono y generar resiliencia climática.