A nivel mundial, existen disparidades generalizadas en el acceso a los recursos y servicios hídricos, y en los impactos de las crisis del agua relacionadas con el clima. Se necesita una respuesta razonada para mejorar el acceso al agua y la resiliencia climática, al tiempo que se alivia la pobreza y se impulsa la prosperidad compartida.
La seguridad hídrica es la base de la prosperidad compartida. El agua limpia es esencial para el consumo y la producción de alimentos, que son la base de una vida saludable y productiva. Es un insumo clave en la producción y el crecimiento económicos, en particular en el sector agrícola. El agua también es vital para la salud de los ecosistemas y hace que nuestro planeta azul sea habitable.
Sin embargo, el mundo se enfrenta a una crisis hídrica, y los que “tienen” y los que “no tienen” contribuyen al aumento de la desigualdad y la fragilidad mundiales. En 2022, 2200 millones de personas carecían de acceso a agua potable gestionada de manera segura; 3500 millones aún no contaban con servicios de saneamiento seguro, y 2000 millones no accedían a servicios básicos de higiene. Debemos actuar con rapidez, de manera colectiva y en una escala mucho mayor si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible relacionados con el agua para 2030.
En una nueva publicación conjunta del Banco Mundial y el Gobierno de Indonesia, Water for Shared Prosperity (i) (Agua para una prosperidad compartida), se explora la conexión entre el agua y el crecimiento inclusivo, y se presentan ideas que pueden servir de base para soluciones prácticas a la crisis y mejores maneras de gestionar nuestros valiosos recursos hídricos. En el documento también se ponen de relieve las grandes desigualdades que existen dentro de los países y entre ellos en el acceso a los servicios de abastecimiento de agua y la exposición a los riesgos climáticos.
Las disparidades en el acceso al agua siguen siendo generalizadas
Ha habido una mejora en el acceso a los servicios de agua y saneamiento en todos los grupos de ingresos a los que pertenecen los países. Sin embargo, en los países de ingreso bajo, el crecimiento demográfico ha superado al incremento de la tasa de acceso. Entre 2000 y 2022, el número de personas sin acceso a agua potable gestionada de manera segura y saneamiento básico aumentó en 197 millones y 211 millones de personas, respectivamente. Además, en estos países, el acceso a mejores servicios de agua y saneamiento en las escuelas y los centros de salud no ha subido mucho desde 2014.