El sueño de Ricardinho Nunes, de 51 años, residente del poblado Apinajé, en São Valério, Tocantins, era dejar de ser barquero. Lo logró y sintió un enorme alivio. Por siete años, su trabajo consistió en manejar la barcaza que cruzaba de una orilla a otra del Río Manoel Alves, llevando gente y carga entre los municipios de São Valério y Santa Rosa do Tocantins. La embarcación, arrastrada solo por un cable, estaba sujeta a las inundaciones y sequías del río, haciendo el cruce peligroso para todos.
"Eran muchas vidas dependiendo de mí. Niños, ancianos, gente que no sabía nadar. Podía ver el momento en que la barcaza iba a romperse y causar lo peor", recuerda. Varias veces trabajó fuera de horario para cruzar personas que necesitaban atención médica de madrugada.
Si no era posible tomar la barcaza, la otra opción era dar un rodeo de 180 km entre los dos municipios, algo que tomaba más tiempo y encarecía la logística de los productores rurales de la región. Por eso, el puente sobre el Manoel Alves era una petición de toda la comunidad. "Hasta los barqueros lo querían, aunque eso significara perder el empleo", cuenta Ricardinho.
Después de reivindicar durante 50 años, los residentes vieron la inauguración en mayo de 2022. El puente de concreto, de 150 metros, fue parte del Proyecto de Desarrollo Regional Integrado y Sostenible de Tocantins (PDRIS), del gobierno del estado, apoyado por el Banco Mundial.
El proyecto invirtió 282 millones de dólares en siete áreas: transportes, educación, agricultura, medio ambiente, turismo, recursos hídricos y mejora de la gestión pública. "Fueron 718 actividades a lo largo de nueve años", recuerda Mauricio Fregonesi, gerente del proyecto en el gobierno de Tocantins.
"Por medio del PDRIS, se mejoraron 2200 km de carreteras estatales. El proyecto también realizó obras como galerías, viaductos, alcantarillas y puentes para complementar la accesibilidad de la población de 72 municipios. En total, fueron 2300 obras, que hicieron accesibles hasta 5500 km de carreteras secundarias en Tocantins", enumera Carlos Bellas, especialista en Transportes en el Banco Mundial.
Ricardinho dejó de ser barquero, pero no se quedó sin empleo. Como servidor de la Alcaldía de São Valério, fue transferido y pasó a hacer servicios de limpieza en las escuelas y en los terrenos del municipio. "No es un trabajo ligero, pero tengo muchas menos preocupaciones", celebra.