Uno de cada cinco jóvenes son ninis, la mayoría todavía mujeres
WASHINGTON, 19 de enero de 2016 – A pesar del sólido desempeño latinoamericano en la década de 2000 —con fuerte crecimiento económico y una reducción significativa de la pobreza y la desigualdad— el número de jóvenes que no trabajan ni estudian creció debido a un aumento en el número de ninis varones. Hoy en día los ninis —un término que deriva de la frase “ni estudia ni trabaja”— son más de 20 millones, tienen entre 15 y 24 años de edad y dos tercios de ellos son mujeres, de acuerdo a un nuevo estudio del Banco Mundial.
El informe, NiNis en América Latina: 20 millones de jóvenes en busca de oportunidades, reveló que los ninis de América Latina, que representan uno de cada cinco jóvenes en la región, necesitan mayores incentivos para permanecer en la escuela y más ayuda para encontrar puestos de trabajo. Solo entonces podrá la región aprovechar por completo sus posibilidades de desarrollo económico y reducción de la pobreza.
“Debemos brindarle una educación adecuada y habilidades laborales a nuestra creciente población joven, ayudándolos a que tengan éxito en la vida”, dijo Jorge Familiar, Vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe. “Aquellos países que ofrezcan una educación de alta calidad a una población joven en expansión y que además cuenten con mercados laborales dinámicos y de buen funcionamiento podrán crecer y reducir la pobreza de manera más rápida”.
El informe, escrito de manera conjunta por Rafael de Hoyos, Halsey Rogers y Miguel Székely, indica que prácticamente el 60 por ciento de los ninis de la región provienen de hogares pobres o vulnerables en el 40 por ciento más pobre de la distribución del ingreso.
El nini latinoamericano típico es una mujer de un hogar urbano, si bien el número de ninis mujeres en la región de hecho está descendiendo gracias a mayores oportunidades educativas y laborales. Es entre los jóvenes varones que el problema se ha intensificado —todo el aumento de 1,8 millones de ninis desde 1992 se debe al crecimiento en el número de ninis varones.
Entre las mujeres jóvenes, el principal factor de riesgo es el casamiento antes de los 18, exacerbado por el embarazo adolescente. Entre los hombres, es el abandono temprano de la escuela con destino al mercado laboral, seguido del desempleo. Sin las habilidades necesarias para asegurarse un trabajo en el sector formal, la mayoría de los jóvenes se resigna a puestos de trabajo en el sector informal; la mayoría de ellos nunca regresará a la escuela.
La proporción de ninis varía de 10,9 por ciento en Perú a más de 25 por ciento en Honduras y El Salvador. En números absolutos, la mayoría de los ninis se encuentra en Brasil, Colombia y México. Una amplia mayoría, más del 70 por ciento, vive en ciudades y tiene un bajo nivel educativo.
En Colombia, México y América Central, donde la proporción de ninis excede al promedio, el problema se ve agravado por la presencia extendida del crimen organizado. Existe nueva evidencia que muestra que el problema nini se correlaciona con el crimen y la violencia, elevando los riesgos que enfrentan los jóvenes y la sociedad en general.
La proporción de niños y adultos mayores respecto a la población en edad laboral pronto alcanzará mínimos históricos en América Latina. Para poder aprovechar esta ventana demográfica, América Latina debe proporcionar capital humano y oportunidades laborales a su creciente población de jóvenes adultos. Si no lo hace, el número creciente de ninis evitaría que la región usufructuase completamente su dividendo demográfico.
Ser nini puede tener efectos negativos de largo plazo sobre la productividad, reduciendo los salarios y las oportunidades de empleo de por vida y frenando el crecimiento económico en general. El efecto negativo sobre el ingreso también puede empeorar las desigualdades existentes, así como obstaculizar la movilidad social y la reducción de la pobreza en los hogares pobres y vulnerables, indica el informe.
Existen varias políticas que pueden ser utilizadas para reducir el número de ninis, evitando que los jóvenes abandonen la escuela de manera temprana y logrando que aquellos que ya son ninis consigan un empleo. Éstas incluyen transferencias condicionadas en efectivo, así como paquetes de información para concientizar a padres y estudiantes de los beneficios de la educación. También puede ayudar el desarrollo de capacidades socioemocionales específicas para evitar comportamientos violentos, apoyo pedagógico y programas empresariales, complementados por sistemas de detección temprana para identificar a aquellos jóvenes que corren riesgo de abandonar la escuela.
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