El alza de los precios de los alimentos afectará a las generaciones futuras
CIUDAD DE WASHINGTON, 6 de abril de 2023. Las economías de Oriente Medio y el Norte de África crecerán a un ritmo más lento en 2023, mientras que la inflación de los alimentos, que alcanza los dos dígitos, suma presión sobre los hogares más pobres; asimismo, el impacto de la inseguridad alimentaria puede extenderse durante varias generaciones, según se afirma en el último informe actualizado sobre la economía de la región elaborado por el Banco Mundial.
En este documento, titulado Altered Destinies: The Long-Term Effects of Rising Prices and Food Insecurity in the Middle East and North Africa (Destinos alterados: Los efectos a largo plazo del aumento de los precios y la inseguridad alimentaria en Oriente Medio y Norte de África), se prevé que el producto interno bruto (PIB) de la región disminuirá del 5,8 % en 2022 al 3 % en 2023. Los países exportadores de petróleo, que obtuvieron ganancias extraordinarias en 2022, experimentarán un crecimiento más lento, pero persistirá la amplia brecha que separa a los países de ingreso alto del resto de la región. Se prevé que el crecimiento del PIB real per cápita, un indicador más preciso de los niveles de vida, se reducirá del 4,4 % en 2022 al 1,6 % en 2023.
La inflación aumentó notablemente en 2022, en particular en los países de la región que sufrieron depreciaciones monetarias. En el informe se examinó específicamente el impacto de la inflación de los precios de los alimentos en la inseguridad alimentaria, y se observó que 8 de 16 países registraron tasas de dos dígitos o más altas, lo que afectó en mayor medida a los hogares más pobres, que destinan a los alimentos una proporción más importante de sus presupuestos que los hogares en mejor situación.
“La inflación de los precios de los alimentos está generando un impacto devastador en las familias pobres. Las consecuencias a largo plazo de la inseguridad alimentaria se sentirán durante generaciones y, lamentablemente, limitarán las perspectivas de muchos, muchos jóvenes”, afirmó Ferid Belhaj, vicepresidente del Banco Mundial para la región de Oriente Medio y Norte de África. “El costo humano y económico de la inacción es inmenso, y en una región donde los jóvenes constituyen más de la mitad de la población, se necesitan políticas audaces”, agregó.
Según el informe, que se publica dos veces al año, el promedio de la inflación interanual de los alimentos en 16 economías de la región entre marzo y diciembre de 2022 fue del 29 %. Este valor supera el de la inflación general, que durante ese período subió en promedio al 19,4 % interanual, mientras que entre octubre de 2021 y febrero de 2022 (el mes de la invasión de Rusia a Ucrania) fue del 14,8 %. En los cuatro subgrupos de países de esta región incluidos en el informe —países en desarrollo importadores de petróleo, países en desarrollo exportadores de petróleo, países en conflicto y países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo—, la inflación explica entre el 24 % y el 33 % de la inseguridad alimentaria prevista para 2023.
“En el informe se estima que aproximadamente 1 de cada 5 habitantes de los países en desarrollo de Oriente Medio y Norte de África puede experimentar inseguridad alimentaria este año, y que entre los que pasarán hambre habrá casi 8 millones de niños menores de 5 años. La inflación de los precios de los alimentos, aunque sea temporal, puede causar daños a largo plazo, a menudo irreversibles”, señaló Roberta Gatti, economista en jefe del Banco Mundial para la región.
Según el informe, el aumento de los precios de los alimentos producido entre marzo y junio de 2022 puede haber elevado entre un 17 % y un 24 % el riesgo de retraso del crecimiento infantil en los países en desarrollo de esta región, lo que significa que entre 200 000 y 285 000 recién nacidos están en peligro de sufrir retraso del crecimiento. En términos más generales, las investigaciones muestran que la malnutrición infantil conduce a un desempeño deficiente en la escuela, menores ingresos y peor salud.
“Las investigaciones ofrecen pruebas claras de que una nutrición inadecuada durante el embarazo y en la primera infancia puede llegar a alterar el destino de los niños y encaminarlos hacia una vida de prosperidad limitada”, agregó Gatti.
El financiamiento que, según las proyecciones, se necesitará para abordar una inseguridad alimentaria grave asciende a miles de millones de dólares al año, pero en el informe se deja en claro que el dinero por sí solo no será suficiente. En consecuencia, se sugieren diversas herramientas normativas que podrían ayudar a aliviar la inseguridad alimentaria antes de que se convierta en una crisis de gran magnitud, como las transferencias focalizadas en efectivo y en especie, que podrían introducirse de inmediato para poner freno a esta situación. Las madres, que desempeñan un papel vital tanto durante el embarazo como en la primera infancia, se beneficiarían si se mejoraran las licencias por maternidad, los servicios de cuidado infantil y la atención médica, prestaciones importantes para el desarrollo de los niños.
Por otro lado, es necesario contar con datos más precisos y actualizados sobre salud y nutrición infantil, y ampliar el acceso a la información administrativa que ayudaría a establecer prioridades y llegar con más facilidad a las poblaciones vulnerables. En el informe se concluye que es fundamental aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios y fortalecer las cadenas de suministro, especialmente con miras a la crisis climática y las futuras crisis de los mercados.