Introducción
Muchas gracias, presidente Addison, por sus comentarios. También agradezco a los gobernadores, a Kristalina y a nuestros distinguidos invitados por su presencia en el día de hoy. Quisiera transmitirles las novedades sobre los logros alcanzados por el Grupo Banco Mundial desde las Reuniones Anuales del año pasado, en especial en lo que se refiere a nuestra respuesta a la COVID–19 y a los avances realizados en materia de transparencia de la deuda.
Las consecuencias de la pandemia de COVID–19 han sido enormes, y es probable que quienes viven en los países más pobres sean los que sufran más y durante más tiempo. La crisis ha empujado simultáneamente a la recesión a más economías que nunca desde 1870 y podría dar lugar a una década perdida, caracterizada por el crecimiento escaso, el colapso de muchos sistemas de salud y educación, y una nueva ronda de crisis de deudas soberanas.
El enfoque que hemos adoptado en el Grupo Banco Mundial para responder a esta situación ha sido integral. Nos hemos centrado en salvar vidas, proteger a los pobres y vulnerables, trabajar para lograr un crecimiento comercial sostenible y reconstruir de mejores maneras.
Hoy haré hincapié en los cuatro aspectos más urgentes de esta tarea.
Tema 1: Pobreza y desigualdad
En primer lugar, debemos redoblar nuestros esfuerzos para aliviar la pobreza y la desigualdad. La COVID-19 ha representado un revés sin precedentes para los esfuerzos mundiales dirigidos a poner fin a la pobreza extrema, elevar la mediana de los ingresos y generar prosperidad compartida.
Se prevé que en 2021 la economía mundial se recuperará en parte de la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial. Si bien la actividad mundial está creciendo nuevamente, se estima que permanecerá muy por debajo del nivel anterior a la pandemia durante un tiempo prolongado. Hasta el momento, la evolución de la situación indica que, en las economías avanzadas, las recesiones serán más leves y que, en China, la recuperación será más sólida en comparación con las estimaciones previas. Sin embargo, en la mayoría de las otras economías emergentes y en desarrollo, las recesiones de 2020 han resultado ser mucho más profundas —con una mayor demora en la recuperación— que lo previsto en junio, lo cual refleja que la pandemia ha provocado perturbaciones económicas más perjudiciales.
Las nuevas proyecciones del Banco Mundial sobre pobreza sugieren que, para 2021, entre 110 millones y 150 millones de personas más habrán caído en la pobreza extrema y vivirán con menos de USD 1,90 al día. La COVID-19 y la crisis económica que lleva aparejada, con el agravante de los conflictos armados y el cambio climático, están revirtiendo los avances en la reducción de la pobreza que tanto esfuerzo han costado, con lo que se pone fin a más de dos décadas de progreso constante. Se prevé que en 2020 la pobreza aumentará por primera vez desde 1998. Queda claro que nos enfrentamos a una pandemia de desigualdad única: la crisis es más amplia y más profunda, y ha afectado más a los trabajadores del sector informal y a los pobres, en especial, a las mujeres y los niños.
Desde un inicio, el Grupo Banco Mundial adoptó rápidamente medidas amplias y suministró grandes volúmenes de flujos netos positivos a los países más pobres. Estamos avanzando a buen ritmo para llegar a la meta que anunciamos de proporcionar en 15 meses un financiamiento por valor de USD160 000 millones, en gran parte destinado a los países más pobres. Más de USD 50 000 millones de esa ayuda se ofrecen en forma de donaciones o préstamos a baja tasa y con vencimiento a largo plazo, y constituyen recursos fundamentales para mantener o ampliar los sistemas de atención de salud y las redes de protección social. Gracias a la generosa ayuda proporcionada por los donantes en diciembre para la decimonovena reposición de los recursos de la Asociación Internacional de Fomento (AIF-19), y dado que en marzo se completaron los paquetes de aumento de capital del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento y de la Corporación Financiera Internacional (IFC), la envergadura de esta respuesta se corresponde con los marcos de sostenibilidad financiera acordados para nuestras instituciones.
Tema 2: Capital humano
En segundo lugar, debemos tomar nota de la pérdida de capital humano que se está produciendo y de lo que podemos hacer para recuperarlo. Antes de la COVID–19, los países en desarrollo estaban realizando importantes avances y, en especial, habían comenzado a cerrar las brechas de género.
Debido a la pandemia, más de 1600 millones de niños de los países en desarrollo no asisten a la escuela, lo que implica una pérdida potencial de hasta USD 10 billones en los ingresos que estos estudiantes podrían obtener a lo largo de su vida. La violencia de género se incrementa, y es probable que la mortalidad infantil también aumente de manera significativa.
Estos problemas suponen un impacto a largo plazo en la productividad, el crecimiento del ingreso y la cohesión social; por eso, estamos haciendo todo lo posible por fortalecer la salud y la educación en los países en desarrollo.
En el ámbito sanitario, pusimos en marcha un mecanismo de respuesta rápida a la pandemia, a través del cual se ha ofrecido asistencia para situaciones de emergencia a 111 países hasta la fecha. En la actualidad, la mayoría de los proyectos se encuentran en etapas avanzadas de desembolso, cuyos fondos se destinan a la compra de mascarillas, equipos para salas de emergencia y otros insumos relacionados con la COVID–19.
También ayudamos a los países en desarrollo con las vacunas y los tratamientos contra el coronavirus. Tenemos previsto ofrecer a los países hasta USD 12 000 millones para la compra y distribución de vacunas contra la COVID-19. IFC también realiza importantes inversiones en empresas fabricantes de vacunas mediante su Plataforma Mundial para la Salud, que moviliza USD 4000 millones.
En el ámbito educativo, ayudamos a los países a reabrir las escuelas primarias y secundarias de manera segura y rápida. Estamos trabajando en 65 países para poner en marcha estrategias de aprendizaje a distancia, en las que se combinan recursos en línea con radio, televisión y redes sociales, así como materiales impresos para las personas más vulnerables. También colaboramos con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) a fin de establecer las medidas básicas para la reapertura de escuelas.
Tema 3: Carga de la deuda
En tercer lugar, es necesario que ayudemos a los países más pobres a reducir de manera permanente la carga de su deuda y a atraer inversiones concretas, lo que requerirá un nivel mucho mayor de transparencia en la deuda y las inversiones.
Debido a una combinación de factores, se ha producido un sobreendeudamiento en países donde no hay margen de error. En las Reuniones de Primavera de este año propuse, junto con la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, que los acreedores bilaterales oficiales miembros del Grupo de los Veinte (G‑20) suspendieran el cobro del servicio de la deuda a los países más pobres. El G‑20 y el Club de París respaldaron esta propuesta, que entró en vigor el 1 de mayo. Hasta principios de octubre, 44 países se beneficiaban con un alivio en el servicio de la deuda por un valor estimado en USD 5000 millones.
Pero es necesario hacer mucho más. Hemos exhortado al G-20 a prorrogar el alivio de la deuda hasta fines de 2021. Es muy importante que cada Gobierno miembro del G-20 inste a todos los acreedores privados que operan dentro de su jurisdicción y a todos sus acreedores bilaterales del sector público a participar en la Iniciativa de Suspensión del Servicio de la Deuda (DSSI). Los acreedores privados y los acreedores bilaterales no participantes no deberían poder sacar provecho del alivio de deuda que ofrecen otros, y ciertamente no a expensas de los pobres del mundo.
Debemos trabajar en conjunto para lograr la total transparencia en las condiciones de la deuda y de los compromisos similares a deuda, ya sea que se trate de obligaciones existentes o nuevas. En el caso de los países más pobres, tanto los acreedores como los deudores deberían incorporar esta transparencia de modo de poder trabajar con rapidez para lograr la sostenibilidad de la deuda a largo plazo, lo cual sería beneficioso para todos.
También necesitamos nuevas herramientas para reducir el volumen de deuda de los países más pobres. El Banco Mundial y el FMI van a proponer al Comité para el Desarrollo un plan de acción conjunto que tiene por objeto reducir la deuda de los países clientes de la AIF que se encuentren en situaciones de endeudamiento insostenibles.
Tema 4: Promoción de una recuperación inclusiva y resiliente
En cuarto lugar, debemos trabajar juntos a fin de facilitar los cambios que se requieren para una recuperación inclusiva y resiliente. Para lograr una recuperación sostenible será fundamental que las economías y las personas permitan los cambios y los acepten. Los países necesitarán admitir capitales, mano de obra, nuevas aptitudes e innovaciones para pasar a un entorno de negocios distinto luego de la COVID-19. Para esto es muy importante que los trabajadores y las empresas utilicen sus aptitudes e innovaciones de formas novedosas en un entorno comercial que probablemente dependerá más de las conexiones electrónicas y menos de los viajes y los apretones de mano.
De manera más amplia, la COVID–19 ha demostrado —con consecuencias mortales— que las fronteras nacionales ofrecen poca protección contra ciertas adversidades. Es fundamental que los países trabajen para poder alcanzar sus metas climáticas y ambientales. En medio de la pandemia, el Grupo Banco Mundial continúa siendo la entidad financiera multilateral más importante en cuanto a medidas relacionadas con el clima. En los últimos cinco años, proporcionamos USD 83 000 millones en inversiones relativas a este tema. Me complace decir que, durante el ejercicio de 2020, mi primer año completo como presidente, el Grupo Banco Mundial realizó más inversiones relacionadas con el clima que nunca antes en la historia. Nuestra intención es intensificar esta labor en los próximos cinco años.
Los desafíos futuros
La magnitud de los desafíos futuros es alarmante. Para poner el desafío financiero en perspectiva, tengan en cuenta los 100 millones de personas que tememos que ya hayan caído en la pobreza extrema debido a la pandemia. Para proporcionarles USD 2 al día tan solo a ellos, se necesitarían USD 70 000 millones al año, y eso solo para reparar una parte del daño causado por la COVID–19. Esa cifra excede largamente la capacidad financiera del Grupo Banco Mundial o de cualquier otro organismo de desarrollo. Queda claro que el paquete de recursos establecido en la AIF-19 para un ciclo de tres años por un valor de USD 82 000 millones no será en absoluto suficiente para satisfacer las necesidades de los países más pobres del mundo en este momento desesperante. Necesariamente, y con el fuerte apoyo de sus accionistas, la AIF ha adoptado medidas amplias y rápidas para desembolsar de manera anticipada recursos de la decimonovena reposición y ofrecer este año financiamiento que permita respaldar los esfuerzos iniciales dirigidos a abordar los efectos económicos y sanitarios de la COVID-19. Con un paquete complementario de USD 25 000 millones de financiamiento de emergencia para enfrentar la pandemia se podría evitar el “precipicio financiero” durante los ejercicios de 2022-23 y ofrecer nuevos recursos a los países clientes de la AIF para ayudarlos en su recuperación.
Dentro del Grupo Banco Mundial, estoy trabajando para que tengamos el personal del área del desarrollo más sólido del mundo y logremos un modelo de operaciones con mayor capacidad de respuesta, que pueda ayudar a cada país cliente y a cada región a lograr mejores resultados en términos de desarrollo. En el ejercicio 2020 designé 4 nuevos dirigentes de alto rango y hemos nombrado o reasignado 12 vicepresidentes. Reorganizamos al personal y a la gerencia del Banco Mundial para poder llevar adelante programas nacionales coordinados y operaciones y políticas de desarrollo que tengan como eje central los conocimientos de alta calidad. También intensificamos el énfasis en África creando dos vicepresidencias, una que se concentra en África occidental y central y la otra en África oriental y meridional. Con el aumento de capital, IFC mantiene y fortalece su estrategia 3.0 para ayudar a los países a crear mercados, y está trabajando con el Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones (MIGA) y con el resto del Grupo Banco Mundial para promover mayores inversiones e infraestructura de calidad a fin de lograr recuperaciones amplias y desarrollo a largo plazo. Estamos decididos a garantizar procesos sólidos de rendición de cuentas y avanzamos rápidamente para implementar el nuevo conjunto de herramientas del Panel de Inspección para el Banco Mundial y completar la revisión y la modificación de la Oficina del Asesor en Cumplimiento/Ombudsman para IFC y MIGA.
Incluso en medio de esta crisis, única en cien años, me reconforta comprobar que algunos países ya están adoptando medidas audaces, aprendiendo rápidamente y difundiendo sus experiencias y resultados en beneficio de otros. Estoy seguro de que surgirán soluciones sostenibles, basadas, en parte, en la aceptación del cambio constructivo a través de la innovación, de los nuevos usos para los activos existentes, de las nuevas formas en que los trabajadores utilicen sus habilidades y del reajuste de las cargas de deuda excesivas. Los sistemas de gestión sólidos pueden contribuir a esta tarea creando un marco legal estable al tiempo que permiten y facilitan la innovación y el cambio. Si trabajamos juntos, creo que podemos acortar la duración de la crisis y establecer cimientos sólidos para un modelo de prosperidad más duradera, uno que pueda hacer crecer a todos los países y a todas las personas.
Muchas gracias.