Caminan hasta 27 días en búsqueda de oportunidades. Si en el camino les pasa algo, no pueden denunciar y no pueden acceder a un centro de salud. Esta es la realidad de las mujeres migrantes en Centroamérica.
En nuestros diálogos sobre violencia de género en contextos migratorios en Centroamérica, entrevistamos a Carlos Muñoz, especialista en prevención de la violencia del Banco Mundial, quien explica las principales barreras para que las mujeres migrantes acudan a los servicios de violencia de género en la región.
¿Qué tipo de dificultades encuentran las mujeres migrantes en tránsito?
Existen cuatro barreras de acceso principal a los servicios de violencia de género en la región. Existen barreras legales, sociales, institucionales y físicas.
Cuando hablamos de barreras físicas identificamos que la mayoría de proveedores de servicio no está a una distancia accesible para las mujeres.
Cuando hablamos sobre las barreras sociales, lo que identificamos en la región es que hay una normalización de la violencia, lo que hace que las mujeres no sepan que son víctimas de ella y no reporten.
Cuando hablamos de barreras legales, lo que identificamos en la región es que, en muchas ocasiones, si es que un evento ocurre en un país, no se puede poner la denuncia en otro por limitaciones jurisdiccionales.
Cuando hablamos de barreras institucionales, lo que nos damos cuenta es que los servicios de violencia de género no están especializados para servir a población migrante.
Esto quiere decir que, si es que una mujer accede a un servicio, es muy posible que este no tenga las capacidades para atender las necesidades de esta población específicamente.
¿Cuál podría ser una solución “rápida”, o una solución que se pudiera implementar en una primera instancia?
Yo creo que algo que es muy importante en la región es la coordinación interinstitucional. Y esta coordinación interinstitucional no sólo se refiere a un trabajo entre países, si no también localmente.
En muchas ocasiones las instituciones que están a cargo de este tema no conversan entre ellas, y por esta razón vemos que también hay mucha duplicidad de esfuerzos, y por eso los recursos no se están usando de la manera más efectiva.
Creo que también hay que hay que fortalecer los protocolos que tienen todas esas instituciones, para que puedan proveer un tipo de servicio que sea enfocado en la población migrante, en este caso población de mujeres migrantes en tránsito.
Entrevistador: Álvaro G. de Pablo, Asociado de Comunicaciones en el Banco Mundial