Pula, en la costa adriática de Croacia, es rica en sitios arqueológicos. Por toda la ciudad se pueden observar pruebas de una vasta y antigua historia, entre ellas un anfiteatro romano del siglo I d. C., las Puertas Gemelas del siglo II d. C., y la Iglesia de San Francisco del siglo XIII d. C.
Estos tesoros que pueblan las calles de Pula tan solo podrían ser igualados por los que aún no han sido descubiertos debajo de la ciudad. En casi todos los proyectos de infraestructura se realizan hallazgos arqueológicos, por lo que los equipos de construcción que trabajan allí están acostumbrados a incorporar componentes de conservación. Aunque ocurre con frecuencia, cada descubrimiento realizado durante uno de estos proyectos se celebra con entusiasmo y trae consigo la esperanza de que algo nuevo se puede averiguar.
Tal fue el caso cuando un equipo que trabajaba con el Banco Mundial en el Segundo Proyecto de Control de la Contaminación en las Ciudades Costeras comenzó la excavación de una calle con el fin de instalar un nuevo sistema de recolección de aguas residuales cerca del centro de Pula. Este proyecto apunta a modernizar el sistema de alcantarillado en la costa del país, con el fin de reducir el ingreso de contaminantes en el mar y mejorar la gestión de las aguas servidas.
“Comenzamos el proyecto de la instalación de un colector costero en el paseo marítimo en la calle Flacius en 2007”, dijo Vedrana Rakovac, líder del proyecto de la empresa de servicios públicos Pula Herkulanea. “Pensamos que no habría sorpresas en la calle Flacius porque ya habíamos comenzado la construcción allí. Pero sucedió algo inesperado, tanto para nosotros como para nuestros colegas arqueólogos”.