DESAFÍO
En los países en desarrollo, donde la capacidad para cobrar impuestos a los ciudadanos es una piedra fundamental de la formación y la supervivencia del Estado, el nivel cumplimiento tributario es extraordinariamente bajo. Por lo general, estos países solo pueden recolectar entre el 10 % y el 20 % de su producto interno bruto (PIB) en impuestos. En los países de ingreso alto, el promedio es del 40 %.
En Guatemala, donde la mitad de la población vive en la pobreza, solo un 65 % de quienes debían pagar impuestos entre 2011 y 2015 cumplieron con sus obligaciones fiscales. Los ingresos tributarios representaron solo el 12 % del PIB, menos de la mitad del promedio de América Latina.
En Polonia (i), el 62 % de la población no pagó sus impuestos el año anterior al inicio del experimento del Banco Mundial sobre cumplimiento tributario.
Y en Kosovo (i), la recaudación fiscal constituye más del 85 % de los ingresos del Gobierno. Entre 2011 y 2017, el ingreso total del Gobierno fue de solo el 14 % del PIB, un valor inferior al promedio del 19 % registrado en los países de Europa y Asia central.
¿Cómo hacer entonces para cambiar el comportamiento de la gente cuando llega el cobrador de impuestos? Ese fue el desafío que encararon los investigadores del Banco Mundial.
ENFOQUE
Elevar las tasas de recaudación impositiva es una tarea de gran envergadura. A largo plazo, exige establecer métodos equitativos de tributación, fortalecer los cuerpos de inspectores y reformar los sistemas impositivos para hacerlos más progresivos. Pero los investigadores del Banco Mundial se propusieron determinar si aplicando un enfoque más simple también se podrían lograr resultados. Modificaron la pregunta.
Primero en Guatemala en 2015, después en Polonia y Kosovo entre 2016 y 2018, los investigadores ayudaron a los Gobiernos a introducir cambios en el modo en que los organismos de recaudación tributaria se comunican con los contribuyentes. En lugar de enviar notificaciones en las que solo se indicaba que los impuestos estaban próximos a vencer, lo pidieron de buen modo. Literalmente.
Los mensajes variaban según el país y los destinatarios. En algunas cartas se recordaba al ciudadano que la mayoría de las personas sí pagan sus impuestos. En otras se apelaba al patriotismo o se mencionaba cuánto necesitaba el país esos pagos para brindar salud y seguridad a sus ciudadanos. En Polonia, los recordatorios de tono amable y las exhortaciones al patriotismo que dieron buenos resultados en Guatemala y en Kosovo tuvieron poco efecto. Lo que funcionó mejor fueron las cartas en las que se advertía sobre las consecuencias de la falta de pago.
Pero si bien el enfoque varió, en todos los casos el objetivo fue el mismo: dar a los contribuyentes "un empujoncito" para que modifiquen su conducta utilizando ajustes simples cuya implementación cuesta poco o nada.
Cuando la idea comenzó a ganar peso, el Departamento de Prácticas Mundiales de Reducción de la Pobreza y Promoción de la Equidad (i) creó un equipo de ciencias del comportamiento denominado Unidad de Mente, Comportamiento y Desarrollo (eMBeD) (i), que trabajó con las unidades de gestión de los países para elaborar estos experimentos, junto con el Departamento de Prácticas Mundiales de Macroeconomía, Comercio e Inversión (i).